Corresponde a la sesi�n de GA 3.8 LAS INDEPENDENCIAS LATINOAMERICANAS
Las colonias que pose�a Espa�a en Am�rica hab�an desarrollado una sociedad muy compleja, dividida en diferentes grupos sociales llamados castas. Estos grupos o castas se diferenciaban por su origen �tnico y mezcla que, a su vez, determinaba su posici�n dentro de la sociedad
Entre estas destacaban, en orden de privilegios: espa�oles peninsulares, quienes hab�an nacido en Espa�a y desempe�aban los principales cargos pol�ticos, administrativos y eclesi�sticos, gozando de todos los privilegios econ�micos y sociales.
Le segu�an los hijos de espa�oles que hab�an nacido en Am�rica y que se les denomin� criollos; ellos tambi�n disfrutaban de privilegios pero la corona espa�ola no les permit�a libertad para desarrollar actividades econ�micas, pues aquella monopolizaba la explotaci�n de las principales actividades comerciales, mineras, etc.
En seguida se encontraban los mestizos, que eran producto de la mezcla entre indios y espa�oles; este grupo ten�a la posibilidad de obtener, ocasionalmente, acceso a ciertos beneficios sociales y econ�micos.
Los nativos americanos fueron llamados indios y la posici�n social que ten�an apenas era mejor que la de los negros, esclavos tra�dos de Africa.
Este tipo de divisi�n social provocaba desigualdad e injusticia a diferentes niveles, de las cuales no escapaban los grupos m�s privilegiados, como los criollos, que se ve�an excluidos de los altos cargos del gobierno o no se les permit�a comerciar con otras colonias por su cuenta.
Los criollos hab�an nacido en Am�rica y sent�an que �sa era su tierra y que ten�an derecho a gobernarse y a decidir c�mo y con qui�n pod�an hacer negocios.
Esta inconformidad se vio incrementada por la influencia de las ideas liberales del movimiento de Independencia de las trece colonias en Norteam�rica y por los ide�logos ilustrados de la Revoluci�n francesa.
Sin embargo, con la relativa independencia que permit�a la distancia entre Espa�a y las colonias, los criollos hab�an logrado desarrollar algunas incipientes industrias y contactos comerciales con las colonias vecinas, aun en contra de las disposiciones de Espa�a, que pretend�a el control absoluto de los negocios.
A mediados del siglo XVIII, la monarqu�a absolutista de Espa�a se dio cuenta que las ganancias que recib�a de sus colonias no eran ya tan jugosas, pues gran parte de �stas se quedaban en manos de algunos criollos que, sin obedecer a la Corona, se enriquec�an con los negocios que hab�an desarrollado.
Carlos III (1716-1788), que era el rey de Espa�a en aquella �poca, dict� una serie de normas administrativas, conocidas con el nombre de reformas borb�nicas, las cuales ten�an como objetivo (entre otras cosas) restarle poder�o econ�mico a los habitantes de las colonias y aumentar las riquezas de la Corona.
Los criollos americanos, al ver amenazados sus intereses, reaccionaron en contra de la Corona y se fue creando un descontento cada vez m�s generalizado.
M�s tarde, en Europa tuvo lugar un acontecimiento que contribuy� a aumentar los aires independentistas que flotaban ya en las colonias americanas: en 1808, Napole�n, el emperador franc�s, invadi� Espa�a e instaur� un gobierno al mando de su hermano Jos� Bonaparte.
Entre tanto, los habitantes de las colonias americanas que se declaraban s�bditos del monarca espa�ol, recibieron con indignaci�n la noticia de que Espa�a era gobernada por un pr�ncipe franc�s.
Los territorios dominados por la Corona espa�ola en Am�rica constitu�an uno de los imperios coloniales m�s grandes que la historia haya conocido.
Los criollos eran la �nica casta que, debido a su preparaci�n, ten�a objetivos y aspiraciones comunes en todo el continente americano, frente a las restricciones que impon�a la Corona a sus colonias. Ante las condiciones de ocupaci�n francesa en Espa�a, estos criollos aprovecharon para iniciar, casi simult�neamente, movimientos independentistas en todas las colonias espa�olas en Am�rica.
En 1810, en el virreinato del R�o de la Plata (el cual estaba conformado por lo que hoy conocemos como Uruguay, Paraguay, Argentina y el sur de Chile) se inici� abiertamente un movimiento por la independencia de la colonia, encabezado por criollos adinerados como Manuel Belgrano, Mariano Moreno y Juan Jos� Castelli, entre otros. Ellos encabezaron un nutrido grupo de militares e intelectuales que consiguieron que el Ayuntamiento de Buenos Aires destituyera al virrey espa�ol, Hidalgo de Cisneros, el 25 de Mayo de 1810. A la ca�da del gobernante espa�ol, se nombre una junta compuesta por criollos destacados. Argentina se declar� independiente en 1816.
Sin embargo, este movimiento, conocido como Revoluci�n de mayo, se fue debilitando por divisiones entre los revolucionarios y por la resistencia de varias provincias a someterse a las �rdenes de Buenos Aires. Esto permiti� que las tropas espa�olas obtuvieran varias victorias sobre el ej�rcito libertador.
En 1817, un criollo con estudios militares realizados en Europa, Jos� de San Mart�n, en su famosa campa�a por los Andes, liber� a Chile y expuls� a los espa�oles, dando independencia a esa regi�n en 1818, a�o en que inicia la liberaci�n de Per�.
Por su parte, las provincias de Entre R�os y Paraguay se declararon soberanas e independientes del movimiento general de independencia. Con esto se pon�a en evidencia la poca capacidad de los criollos para organizar a la regi�n en una gran naci�n independiente.
En el virreinato de la Nueva Granada, las provincias de Venezuela y Colombia tuvieron un movimiento de independencia diferente. En 1810 fue proclamada la Rep�blica venezolana por terratenientes criollos, otorgando derechos ciudadanos s�lo a aquellos que poseyeran determinada cantidad de propiedades. Sin embargo, este movimiento, adem�s de ser derrotado en 1812 por el ej�rcito espa�ol, caus� graves divisiones entre las otras castas que buscaban sus propias reivindicaciones.
La independencia no se obtuvo hasta despu�s de un tercer intento, la direcci�n recay� en un criollo que tenia influencias ideol�gicas de los pensadores ilustrados de la Revoluci�n francesa, Sim�n Bol�var. Hacia 1817, Bol�var pretend�a unir en un sola naci�n a Venezuela, Colombia y Ecuador, sin embargo, esto no se logr� a pesar de que consigui� liberar a las regiones de Per� y Bolivia.
Mientras tanto, en las provincias de Nueva Espa�a, tambi�n en 1810, se iniciaba el movimiento de independencia, acaudillado por el sacerdote criollo Miguel Hidalgo, secundado por un importante n�mero de criollos y mestizos; pero este movimiento de independencia, que dur� 11 a�os, tuvo una caracter�stica particular que lo diferenci� de los otros movimientos en Am�rica: la participaci�n de otras castas entre los caudillos.
Esto se puede observar claramente con la figura de Morelos, sacerdote mestizo que sustituy� a Hidalgo, cuando �ste fue fusilado, en la direcci�n del movimiento. Pero adem�s no s�lo se constata en el origen �tnico de los caudillos, sino tambi�n en la composici�n social de los distintos ej�rcitos independentistas que se conformaron durante los 11 a�os de lucha; estos ej�rcitos estaban compuestos por mestizos, criollos, mulatos, indios, etc�tera. Inclusive particip� un peninsular que vino desde Espa�a a colaborar en el movimiento, Francisco Javier Mina.
En conclusi�n, el movimiento de independencia de Nueva Espa�a fue una revoluci�n popular que desemboc� en la formaci�n de nuestra naci�n: M�xico.