Corresponde a la sesi�n de GA 3.4 TRESCIENTOS A�OS DE DOMINACI�N
Hacia el siglo XVI la cultura mexica o azteca hab�a alcanzado un alto grado de desarrollo cultural; el legado de otros pueblos enriqueci� notablemente la forma de vida de los mexicas. En esta �poca de auge del Imperio mexica, a la cabeza del cual se encontraba, desde el a�o 1502, el hueytlatoani -gobernante supremo- Moctezuma II Xocoyotzin, cuando se tuvieron noticias en Tenochtitlan "de la aparici�n de forasteros blancos por las costas de Oriente. Venidos (....) de m�s all� de las aguas inmensas", de acuerdo con una antigua cr�nica mexica citada por el historiador Miguel Le�n Portilla. Estos "forasteros" eran espa�oles provenientes de la pen�nsula ib�rica. �Qu� permiti� la llegada de estos espa�oles el nuevo continente?
El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Arag�n -conocidos posteriormente como los Reyes Cat�licos- favoreci� la uni�n de los principales reinos cristianos y el fin de la Guerra de Reconquista, con la toma de la ciudad de Granada en enero de 1492.
As�, los principales reinos que hab�an participado en la guerra contra los musulmanes se repartieron los territorios recuperados, siendo Castilla la m�s beneficiada con cerca de dos tercios del �rea total de la pen�nsula ib�rica. Este hecho dio gran poder a Castilla y la convirti� en la principal promotora de la empresa de descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo.
Apoyado por los Reyes Cat�licos, Crist�bal Col�n inici� su viaje de exploraci�n hacia las Indias; se hizo a la mar el 3 de agosto de 1492. A su regreso a la pen�nsula ib�rica mostr� a los Reyes Cat�licos algunas de las maravillas que hab�a encontrado en las nuevas tierras, entre ellas el tan preciado oro, esta noticia motiv� otros viajes de exploraci�n hac�a las tierras desconocidas.
Col�n muri� en 1506 creyendo haber llegado a las "Indias", por lo que llam� "indios" a sus habitantes, nombre que se les ha quedado. As�, las colonias trasatl�nticas de la Corona espa�ola se conocieron de all� en adelante con la denominaci�n de Indias. Sin embargo, esas tierras tan ricas y extensas que hab�a descubierto Col�n eran en realidad el Continente americano.
Por su parte, en Am�rica, los mexicas ten�an noticias de "forasteros", que en realidad pertenec�an a una cultura ajena al mundo mesoamericano.
El oro y la fortuna que promet�a el Nuevo Mundo motivaron las expediciones por toda la extensi�n del territorio, de esta manera el conquistador Hern�n Cort�s lleg� a fundar la Villa Rica de la Vera Cruz el 22 de abril de 1519 y se adentr� al territorio del Imperio mexica.
El encuentro de ambas civilizaciones tuvo matices religiosos, la conversi�n de territorios infieles al cristianismo, para los europeos y los c�mputos calend�ricos que anunciaban el regreso de Quetzalc�atl, para los ind�genas. Es claro que lo que prevaleci� fue la defensa de intereses econ�micos y pol�ticos de cada uno, y que la permanencia de una visi�n sobre la otra no dependi� de los designios divinos, sino de las condiciones materiales que determinaron la fuerza y la superioridad de cada bando.
En los hechos, el encuentro de ambas civilizaciones signific�, despu�s de muchas batallas, la derrota del Imperio mexica y el triunfo de los espa�oles, logrado, entre otras causas, por las alianzas que establecieron los conquistadores con los pueblos enemigos de los mexicas, como es el caso de los tlaxcaltecas.
Con los mexicas cayeron tambi�n otras culturas mesoamericanas, ya que s�lo unos cuantos pueblos, como el tlaxcalteca, conservaron sus linajes y privilegios; el resto fue sujeto a las reglas que les impuso otro imperio distinto al mexica: el espa�ol.
La dominaci�n europea sobre la poblaci�n americana fue, primero, a trav�s de la conversi�n religiosa y el vasallaje de algunos se�or�os ind�genas, luego, incorpor�ndolos a la econom�a europea.
A partir de ese momento -1521- y hasta 1821, el territorio mesoamericano se convirti� en una posesi�n m�s de la Corona de Castilla que lo ocup� y lo explot�, es decir, lo convirti� en una colonia bajo el nombre de Nueva Espa�a, y se estableci� la dependencia de este territorio respecto al Imperio espa�ol.
Esta nueva colonia pronto se convirti� en la m�s importante del Imperio espa�ol por su extensi�n y su riqueza en, metales preciosos, maderas y productos agr�colas. El descubrimiento de los yacimientos de plata de Zacatecas aument� el inter�s de la metr�poli por la colonia.
Ante este panorama, la Corona de Castilla tuvo que organizar la econom�a de sus colonias; para ello, en el a�o de 1503, se cre� la Casa de Contrataci�n de Sevilla, con el prop�sito de controlar el comercio de las colonias americanas. Este control lo ejerci� Sevilla hasta casi el final del siglo XVIII. Los productos americanos m�s cotizados eran los metales preciosos: el oro y la plata. Era tal la importancia de este comercio para Espa�a que de 1503 a 1660 llegaron a Sevilla 16 millones de kilos de plata y 185 000 kilos de oro.
Las grandes cantidades de producci�n minera fueron obtenidas a costa de la vida de muchos indios, quienes eran obligados, junto con los negros, a trabajar en las minas bajo terribles condiciones, lo que provoc�, entre otras cosas, la disminuci�n de la poblaci�n india, con mayor intensidad, durante el siglo XVIII.
Esta baja demogr�fica de poblaci�n ind�gena afect� la econom�a colonial del siglo XVII, la cual sufri� una serie de profundos cambios tanto en la Nueva Espa�a como en la metr�poli. Espa�a, adem�s de tener conflictos b�licos con otros pa�ses europeos y deudas a causa de la guerra, monopolizaba la venta del azogue (mercurio) de sus colonias. Durante alg�n tiempo ese monopolio benefici� m�s al virreinato del Per� que al de la Nueva Espa�a. Esto obstaculiz� la explotaci�n de plata, disminuyendo los niveles de producci�n, lo que provoc� que la industria minera empezara a buscar capital dentro de la misma colonia; este capital fue proporcionado por el Consulado de Comerciantes de la Ciudad de M�xico y por la Iglesia. Poco a poco ambos organismos se hicieron propietarios de algunas minas.
Esta situaci�n prevaleci� durante gran parte del siglo XVIII, hasta la llegada de la dinast�a de los Borbones a la Corona de Espa�a, quienes, en su programa de reformas absolutistas para sus colonias, pretend�an limitar el poder de los particulares y recuperar los niveles de producci�n de la industria minera. As�, bajo el gobierno del rey Carlos III se inici� un programa de reformas conocidas como la reformas borb�nicas. Con ellas, la Corona inici� una intensa campa�a de apoyo a la explotaci�n minera en la Nueva Espa�a. De esta manera disminuy� hasta en un 50% el precio de mercurio y se empez� a proveer constantemente este producto a la colonia; de igual forma el precio de la p�lvora decreci� considerablemente.
Por otra parte, se liber� a los mineros del pago de algunos impuestos, sobre todo a los que iniciaron obras de renovaci�n en las minas. Se crearon bancos, cuyos fondos se invert�an directamente en la extracci�n minera; con este capital se reabrieron viejas minas y se descubrieron otras. El empleo y la generalizaci�n de los avances tecnol�gicos tambi�n apoyaron este crecimiento; igualmente se empez� a utilizar la p�lvora como explosivo subterr�neo para lograr mayor profundidad en las minas y el malacate para extraer m�s f�cilmente el metal.