Corresponde a la sesi�n de GA 3.6 INDEPENDENCIA
El movimiento independentista fue resultado de una serie de acontecimientos econ�micos, pol�ticos y sociales que se gestaron a lo largo de todo el periodo colonial y que culminaron con el movimiento armado de 1810. Las causas que lo originaron fueron de car�cter interno y externo, como se ver� a continuaci�n.
Internas: a) La diferencia de las clases sociales, que hac�a que el indio y las castas fueran tratadas con gran injusticia, b) la riqueza y los cargos m�s importantes del gobierno se encontraban en manos de los peninsulares y c) el surgimiento entre los criollos ilustrados de la idea de independencia para gobernar ellos como americanos que eran.
Externas: a) La explotaci�n desmedida de la colonia, por parte de Espa�a, b) la influencia en los criollos de la Ilustraci�n, los ideales de la Revoluci�n francesa y la independencia de las Trece Colonias inglesas que se integraron en una federaci�n, y c) la invasi�n de Napole�n a Espa�a.
Debido a la situaci�n que se viv�a en la metr�poli por la invasi�n de Napole�n, el virrey Jos� de Iturrigaray convoc� en 1808 a una junta con las autoridades coloniales, en la cual los miembros del Ayuntamiento propusieron que la colonia se gobernara mediante un congreso representativo y se designara a las autoridades necesarias; Iturrigaray estuvo de acuerdo con estas medidas y convoc� a un Congreso Consultivo Nacional, con la idea de formar un gobierno nacional independiente. Sin embargo, el 15 de septiembre de 1808, un grupo de espa�oles poderosos dieron un golpe de Estado; destituyeron al virrey Iturrigaray, que fue sustituido por Pedro Garibay, y desataron una constante represi�n en contra de los criollos y de sus ideas de autonom�a.
En diferentes partes de la colonia se descubrieron y fueron disueltas varias conspiraciones, hasta que el 15 de septiembre de 1810, ante la dif�cil situaci�n, el cura Miguel Hidalgo convoc� al pueblo de Dolores, en Guanajuato, a levantarse en armas contra el gobierno virreinal. El pueblo respondi� a este llamado y se form� un ej�rcito integrado por m�s de 600 campesinos mal armados y unos cuantos militares dirigidos por Ignacio Allende. Estos se dirigieron rumbo al Baj�o, hacia Celaya, despu�s llegaron a Guanajuato, donde se les incorporaron muchos ind�genas y los trabajadores mineros.
La campa�a militar sigui� rumbo a la capital con la meta de tomarla, y en el monte de las Cruces se llev� a cabo un enfrentamiento con las tropas espa�olas, las que fueron vencidas. A punto de tomar la capital, Hidalgo decidi� no hacerlo regresando a Celaya en donde el ej�rcito insurgente se dividi�, la mitad se fue con Allende a Guanajuato y el resto con Hidalgo hacia Valladolid (hoy Morelia). El 11 de noviembre fueron tomadas Guadalajara, San Luis y Zacatecas.
No es casual que el pintor Diego Rivera colocara a Miguel Hidalgo como el centro de los acontecimientos nacionales: con su insurrecci�n se inici� el proceso que har�a de M�xico una naci�n independiente.
Hidalgo se encamin� hac�a Guadalajara, en donde se le uni� Allende, consiguiendo numerosas victorias pero en noviembre el ej�rcito realista recibi� m�s tropas y armamento, derrotando al de Hidalgo y Allende en la batalla del Puente de Calder�n, cerca de Guadalajara (1811), por lo que tuvieron que huir los caudillos insurgentes con rumbo al norte, hasta que, cuando se dirig�an a Monclova, fueron capturados por Calleja, el jefe de los realistas y fueron llevados a Chihuahua, en donde fueron ejecutados.
El movimiento independentista no termin� con esto, pues en el sur del territorio, Jos� Mar�a Morelos y Pav�n lo continu� junto con otros caudillos como Vicente Guerrero, los hermanos Galeana y los Bravo.
Morelos logr� integrar un ej�rcito bien organizado y convoc� a un congreso en la ciudad de Chilpancingo el 4 de septiembre de 1813, en el que ley� su famoso documento Sentimientos de la Naci�n, postulando, entre otras cosas, la independencia de la Nueva Espa�a, la soberan�a sobre el territorio (que residir�a en el pueblo), la divisi�n de los poderes en Legislativo, Ejecutivo y Judicial, adem�s de la abolici�n de la esclavitud (lo que ya Hidalgo hab�a hecho anteriormente).
El Congreso nombr� a Morelos "general�simo", por lo que ocup� el poder ejecutivo del movimiento insurgente y convoc� a la elaboraci�n de una constituci�n que fue conocida como de Apatzing�n. Estas actividades distrajeron a Morelos de la acci�n militar, por lo que fue derrotado en 1814, posteriormente fue conducido a la ciudad de M�xico, en donde fue fusilado en San Crist�bal Ecatepec, el 22 de diciembre de 1815. Con su muerte, se abri� una nueva etapa de la lucha: la resistencia.
La noticia de la muerte de Morelos dispers� las zonas de rebeli�n, no obstante, otros caudillos mantuvieron el movimiento vivo, como Vicente Guerrero, Nicol�s Bravo y Guadalupe Victoria; sin embargo, s�lo en el sur del territorio se manten�a un grupo insurgente a la ofensiva, el de Vicente Guerrero y Pedro Ascencio, cuya actuaci�n fue determinante en la �ltima etapa del movimiento de independencia, pues lograron recuperar posiciones en la ciudad de M�xico, Valladolid y Guadalajara.
Mientras tanto, en Espa�a se hab�a restablecido la Constituci�n de C�diz, promulgada en 1812 por Fernando VII, y con esto se aprobaron los ideales liberales, como la desamortizaci�n de los bienes de la Iglesia y la libertad de imprenta; los grupos privilegiados de la colonia vieron amenazados sus intereses econ�micos e intentaron separarse de la metr�poli encabezando el movimiento de Independencia; para lograrlo, nombraron al terrateniente criollo Agust�n de Iturbide para que se enfrentara a Guerrero. Despu�s de varias batallas entre ambos ej�rcitos, Iturbide decidi� pactar la paz con los insurgentes; el 14 de febrero de 1821, en Acatempan, se entrevist� con Guerrero y, al pactar la uni�n de ambos ej�rcitos, se form� el Ej�rcito Trigarante o de las Tres Garant�as. De este pacto result� la proclamaci�n del Plan de Iguala, el cual fue aceptado por Guerrero y fue dado a conocer en todo el pa�s.
Entre tanto, Juan O'Donoj� lleg� a la Nueva Espa�a para sustituir al virrey Ruiz de Apodaca, ahora con el cargo de Jefe Pol�tico Superior y, al enterarse de la situaci�n que privaba en la colonia, reconoci� los postulados del Plan de Iguala y la Independencia de la Nueva Espa�a, mediante los Tratados de C�rdoba.
Iturbide hizo modificaciones al Plan de Iguala al trasladar los puntos a las Tratados de C�rdoba, dejando abierta, as�, la posibilidad de ocupar el poder en cualquier momento.
La consumaci�n de la Independencia de M�xico no se consigui� con la victoria militar del bando insurgente sobre el realista ni viceversa, sino mediante una negociaci�n pol�tica entre ambas fuerzas, encabezadas, por un lado, por el militar realista Agust�n de Iturbide y, por otro, por el jefe de la insurgencia, Vicente Guerrero.
Como en los Tratados de C�rdoba se especificaba que M�xico deb�a ser gobernado por una monarqu�a moderada por una Constituci�n Pol�tica, Iturbide, como jefe supremo del Ej�rcito Trigarante, prepar� a sus partidarios (criollos y espa�oles adinerados, militares y pol�ticos antiinsurgentes), para ascender al poder y, apoy�ndose en dichos tratados, organiz� una Junta Provisional Gubernativa y un organismo directivo del gobierno llamado Regencia, los que se encargar�an de gobernar en tanto no se coronara a un monarca. Adem�s, estos organismos tuvieron la encomienda de formar un Congreso Constituyente u �rgano legislativo que redactara una Constituci�n Pol�tica para normar la vida y el funcionamiento de la nueva naci�n.
Por otro lado se encontraba en M�xico el grupo de los republicanos, que se opon�an a que la forma de gobierno fuera la monarqu�a y deseaban instaurar una rep�blica liberal al estilo de la francesa o de la estadounidense; entre ellos se contaba a fray Servando Teresa de Mier y especialmente los antiguos insurgentes, que se prepararon para participar en el Congreso.
La Junta Provisional Gubernativa convoc� a la elecci�n de los diputados que participar�an y, el Congreso, se reuni� por primera vez el 24 de febrero de 1822; desde un principio se manifestaron las diferencias entre los mon�rquicos y los republicanos, adem�s de las ambiciones de Iturbide quien, finalmente, fue coronado como emperador de M�xico el 21 de mayo de 1822.
Debido a los problemas que se dieron entre el Congreso y el emperador, por el control del ej�rcito, la residencia de la soberan�a nacional y del ejercicio de la divisi�n de poderes, los republicanos se�alaron el despotismo de Iturbide mediante art�culos period�sticos y declaraciones en el Congreso; ante lo cual Iturbide, apoy�ndose en el ej�rcito, disolvi� la asamblea de los diputados el 31 de octubre de 1822 y encarcel� a sus opositores.
Los republicanos no pudieron hacer nada ante la fuerza de Iturbide; sin embargo, en Veracruz, Antonio L�pez de Santa Anna -- un militar que a pesar de haber peleado contra los insurgentes y de haber jurado lealtad al emperador--, se levant� contra �ste con el llamado Plan de Casamata, en 1823, en el cual se exig�a la restituci�n del Congreso y el establecimiento de la Rep�blica; a este pronunciamiento se unieron los republicanos y un amplio sector del ej�rcito. As�, termin� el primer Imperio mexicano el 9 de marzo de 1823.
Fue entonces cuando se estableci� en el M�xico independiente el sistema republicano, bajo los principios de la Constituci�n que hab�a sido promulgada el 4 de octubre de 1824, en la que se estableci� que "la naci�n mexicana adoptaba para su gobierno la forma de Rep�blica Representativa Popular Federal", adem�s, de que se conced�a la autonom�a a los estados de la federaci�n, y se establec�a la divisi�n de poderes, con el fin de evitar el ejercicio desmedido del poder por parte de los gobernantes, entre otras cosas.
Nuevas pugnas se presentaron entre el grupo republicano, ya que una parte de ellos pensaba que era mejor para el joven pa�s, establecer el sistema de Rep�blica Centralista, pues as� no se dejar�a a los estados tan libres, en la toma de decisiones, ya que pensaban que esto llevar�a a la desintegraci�n de la naci�n.
Las diferentes ideas sobre la forma que deb�a tener la Rep�blica fueron promovidas por las organizaciones pol�ticas, conocidas como logias. De esta, la yorkina, se inclinaba por el federalismo, y la escocesa, era proclive al centralismo. Estas logias, m�s adelante se convirtieron en partidos pol�ticos bien definidos: el liberal y el conservador, que siguieron disput�ndose el control del pa�s en las d�cadas siguientes, como se ver� en el siguiente art�culo.