10. Los gobiernos de la Revoluci�n


Corresponde a la sesi�n de GA 3.10 LOS GOBIERNOS DE LA REVOLUCI�N

El triunfo militar de Carranza sobre los villistas y zapatistas le permiti� consolidar su gobierno bajo el mandato de una nueva constituci�n, en la que se hab�a recogido gran parte de las demandas del pueblo que hab�a participado en la lucha revolucionaria. Sin embargo, las reformas sociales no se pusieron en pr�ctica como lo legislaba la Carta Magna, por lo que la inconformidad persisti�. Los zapatistas resistieron en sus territorios en una guerra de guerrillas, hasta que en abril de 1919, Emiliano Zapata fue asesinado a traici�n en una emboscada. Villa se hab�a refugiado en los territorios de Chihuahua y mantuvo su rebeld�a con continuos hechos armados.

Al llegar el momento de la sucesi�n presidencial, Carranza deseaba dejar en su lugar a un presidente civil y terminar con la tradici�n caudillista y militar. Pero uno de sus m�s eficaces colaboradores en el movimiento armado, Alvaro Obreg�n, se enfrent� a esta voluntad y se lanz� como candidato presidencial con gran �xito entre la poblaci�n.

El presidente Carranza presion� a Obreg�n por todos los medios hasta que se produjo un pronunciamiento armado en su contra: el gobernador de Sonora, Adolfo de la Huerta, proclam� el Plan de Agua Prieta en abril de 1920; a �l se adhirieron Plutarco El�as Calles y otras figuras de la Revoluci�n, desconocieron a Carranza y convocaron al nombramiento de un presidente interino.

Carranza resisti�, pero pr�cticamente solo, pues muchos de sus seguidores le dieron la espalda. Al huir de la capital, en un ataque sorpresivo durante la madrugada, el Presidente muri� bajo el fuego de sus perseguidores, traicionado por uno de los militares que conoc�an su refugio.

El gobierno qued� provisionalmente a cargo de Adolfo de la Huerta quien, durante su administraci�n, logr� que Villa depusiera las armas. De esta manera se asegur� que el nuevo gobierno, dirigido por Alvaro Obreg�n, pudiera dedicarse a la tarea de cumplir con las demandas sociales e iniciar la reconstrucci�n del pa�s.

Durante el gobierno de Obreg�n se fortalecieron organizaciones pol�ticas que agrupaban a obreros y campesinos, lo que dio la posibilidad a estos sectores sociales de intervenir en la pol�tica nacional. Con ello surgieron dos importantes corrientes pol�ticas: el laborismo y el agrarismo. Estas corrientes lograron influir en las decisiones gubernamentales para satisfacer las demandas de trabajadores y campesinos.

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Los gobiernos revolucionarios canalizaron los movimientos sociales de la poblaci�n en instituciones u organizaciones obreras y campesinas. Aqu�, Obreg�n rodeado de obreras en un comedor industrial.

Las m�s poderosas organizaciones de estos sectores fueron la Confederaci�n Regional Obrera Mexicana (CROM) - de la cual surgi� el Partido Laboral Mexicano -, el Partido Nacional Agrarista y el Partido Cooperatista Nacional, entre otros.

Como el problema agrario era el m�s importante a resolver y no pod�an postergarse sus soluciones por m�s tiempo, en el periodo de Obreg�n (1920- 1924) se repartieron 1 100 000 hect�reas, se expropiaron algunos latifundios y se privilegi� la dotaci�n o restituci�n de tierras a los pueblos, bajo la forma de trabajo comunal.

En el terreno laboral tambi�n hubo cambios, comenzaron a funcionar juntas locales de conciliaci�n para mediar entre los trabajadores y las empresas, se empez� a otorgar el domingo como d�a de descanso con derecho a sueldo, y en general se respetaron los movimientos de huelga.

La labor educativa fue del mayor inter�s para los gobiernos emanados de la Revoluci�n. Obreg�n decret� la creaci�n de la Secretar�a de Educaci�n P�blica, a cargo de la cual qued� Jos� Vasconcelos, quien puso todo su empe�o en organizar la educaci�n popular creando escuelas rurales, bibliotecas, escuelas t�cnicas, elementales y para ind�genas. Tambi�n form� las Misiones Culturales, que jugaron un papel muy importante para ense�ar a leer y a escribir en las comunidades m�s alejadas y colaborando con la organizaci�n de �stas.

La lucha por la sucesi�n presidencial se dio bajo circunstancias violentas y de divisi�n entre los revolucionarios. Obreg�n favoreci� la candidatura de Calles, su antiguo correligionario; Adolfo de la Huerta, se pronunci� en contra. Esta rebeli�n, conocida como de la huertista, fue sofocada r�pidamente y con una cuantiosa p�rdida en vidas de militares de la Revoluci�n que apoyaron a De la Huerta. Tiempo antes, Villa, el caudillo rebelde, muri� asesinado en una emboscada en julio de 1923. De nueva cuenta el sucesor elegido lleg� a la presidencia sin m�s riesgos de sublevaciones y eliminados los posibles opositores; Calles se dio a la tarea de seguir con la reconstrucci�n del pa�s en el periodo presidencial de 1924-1928.

Durante la administraci�n del presidente Calles se dieron importantes cambios en los terrenos educativo, laboral y agrario, todos �stos del inter�s general de la sociedad. As�, se continu� con la repartici�n de tierras y se distribuyeron 2 600 000 hect�reas, se concedi� cr�dito a los ejidos para elevar su productividad a trav�s de la creaci�n del Banco Nacional de Cr�dito Bancario, se hicieron obras de riego y se decret� la Ley del Patrimonio del Ejido, con la que se estableci� la divisi�n de parcelas individuales a ejidatarios en aquellos lugares que no se trabajaba comunalmente.

En lo laboral, los integrantes de la CROM y su filial el PLM alcanzaron un gran poder, especialmente su l�der Luis N. Morones, que qued� al frente de la Secretar�a de Industria, Comercio y Trabajo, reci�n encargada de los asuntos que antes llevaba el Departamento del Trabajo. Sin embargo, los laboristas no se ocuparon de representar los intereses de todos los trabajadores agr�colas y fabriles, y s�lo beneficiaron a sus seguidores, combatiendo violentamente a quienes se opon�an a sus pol�ticas sindicales. La postura de esta organizaci�n se distingui� por su colaboraci�n con el gobierno y con las empresas, por lo que durante este periodo las huelgas disminuyeron. A�n as�, los cr�mistas lograron para sus afiliados mejores condiciones de trabajo y de salario.

El presidente Calles tuvo un especial inter�s por la educaci�n. Durante su gobierno profundiz� las medidas que hab�a iniciado Obreg�n: se instituy� la educaci�n secundaria, se impartieron clases por radio, se crearon escuelas de agricultura para los hijos de ejidatarios e increment� el n�mero de escuelas federales rurales. Tambi�n se fortalecieron algunas instituciones, como el departamento de ense�anza t�cnica e industrial y se cre� la Casa del Estudiante Ind�gena.

Hacia 1927 surgi� un grave problema: la rebeli�n de campesinos sin tierras, encabezados por el clero, que se levantaron en la regi�n del Baj�o. El problema de fondo era el resentimiento que la Iglesia ten�a por el contenido de los art�culos 3� y 130 de la Constituci�n que, en materia educativa y en la legislaci�n para cultos, dejaba a la Iglesia sin su tradicional influencia y poder. este conflicto se le llam� "guerra de los cristeros".

En ese mismo a�o, 1927, Obreg�n decidi� reelegirse y desde esa fecha inici� su campa�a electoral. Ello provoc� el descontento de los generales Arnulfo R. G�mez y Francisco Serrano que participaron en la contienda para evitar la reelecci�n (la Constituci�n se modific� para reelegir a Obreg�n). En octubre Serrano fue muerto junto con muchos de sus seguidores y, d�as despu�s, se levant� en armas G�mez, quien fue derrotado y fusilado.

Al a�o siguiente Obreg�n lleg� a las elecciones sin contrincantes y result� nuevamente electo para presidente. Sin embargo el 17 de julio de 1928, d�as despu�s de la elecci�n, un fan�tico religioso le dispar� y le quit� la vida.

Como los laboristas se hab�an declarado enemigos del obregonismo y contrarios a la reelecci�n de Obreg�n, los obregonistas los culparon del asesinato, especialmente a Morones, e incluso llegaron a responsabilizar al propio Calles del magnicidio, con lo que se produjo un ambiente de rebeli�n.

Ante tales hechos el pa�s se encontr� amenazado por una nueva ola de violencia, por lo que Calles acept� la renuncia de todos los laboristas que colaboraban en su gobierno, y convoc� a todas las fuerzas pol�ticas existentes a crear un partido pol�tico en el que se reunieran para resolver sus diferencias en forma pac�fica y sin necesidad de recurrir a las rebeliones o a la eliminaci�n de personas. Esta propuesta fue aceptada por la mayor�a de las organizaciones existentes y los caudillos revolucionarios; as� naci� el Partido Nacional Revolucionario (PNR).

A partir de entonces se abri� una �poca de obras materiales y sociales que la lucha revolucionaria hab�a exigido, sin desviar demasiados esfuerzos en pacificaciones. Esto se hizo bajo la direcci�n de un jefe m�ximo: el propio Calles. Al terminar su mandato le sucedieron Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodr�guez, presidencias que conforman el periodo denominado como Maximato - entre 1929 y 1934 -, precisamente por la influencia que se le atribuye al jefe m�ximo Calles en estos tres gobiernos.

En 1934 lleg� a la presidencia el general L�zaro C�rdenas con un programa pol�tico que el PNR hab�a trazado, llamado Plan Sexenal. El gobierno de C�rdenas se caracteriz� por las medidas que se tomaron para resolver los problemas sociales con m�s prontitud y eficacia. En este programa se recog�an las reformas sociales en las que la reforma agraria, la educaci�n y la organizaci�n obrera y campesina eran los puntos fundamentales; se buscaba lograr el desarrollo econ�mico del pa�s, pero con bienestar para todos los sectores de la sociedad.

El proyecto cardenista propon�a la modernizaci�n de la econom�a nacional con la creaci�n de una industria que se desarrollara de acuerdo con las necesidades de la producci�n agraria. De ah� que le dio un gran impulso y apoyo al ejido, base de la econom�a mexicana en esta �poca.

Este gobierno foment� la agrupaci�n de los trabajadores y los campesinos en organizaciones que siguieran las l�neas trazadas por el partido del gobierno (PNR), y que los obreros y campesinos tuvieran la posibilidad de canalizar sus demandas. As� nacieron la Confederaci�n de Trabajadores de M�xico (CTM) en 1936 y la Confederaci�n Nacional Campesina (CNC) en 1938.

Los latifundios comenzaron a ser liquidados, fueron repartidas 18 786 131 hect�reas, mucho m�s de lo que hab�an repartido los gobiernos anteriores, y se dieron cr�ditos a los campesinos. Pero tambi�n, se dio apoyo t�cnico a los ejidatarios y se cre� el ejido colectivo. Se hicieron importantes expropiaciones para beneficio de los trabajadores de haciendas en la regi�n de La Laguna, Yucat�n y Morelos, entre otras.

En el terreno laboral, C�rdenas dio plena libertad a las movilizaciones y al ejercicio de huelga de los trabajadores para conseguir mejores condiciones de trabajo y salariales.

Al jefe m�ximo, Calles, le parecieron incorrectas las medidas populares de C�rdenas y comenz� a criticar abiertamente las libertades que se les otorg� a las organizaciones obreras. En 1935 Calles y su antiguo colaborador, Morones, fueron expulsados del pa�s.

C�rdenas llev� a cabo una de las m�s importantes expropiaciones que gobierno alguno hubiera hecho. En 1938, despu�s de una serie de huelgas de los trabajadores petroleros por mejoras, y despu�s de haber quedado demostrado que las compa��as extranjeras ten�an capacidad para satisfacer las demandas de sus trabajadores, C�rdenas decidi� expropiar el petr�leo, apoyado en el art�culo 27 de la Constituci�n, en virtud de que las empresas extranjeras se declararon en franca rebeld�a e, incluso, intentaron buscar el apoyo de sus naciones para no cumplir con las leyes mexicanas.

La educaci�n tambi�n tuvo caracter�sticas particulares durante el cardenismo, en esta �poca la Constituci�n fue modificada con objeto de dar un car�cter socialista a la educaci�n, procurando darle una orientaci�n cient�fica y social. Se cre� el Instituto Polit�cnico Nacional (IPN), y se construyeron muchas escuelas primarias, sobre todo rurales.

Con el gobierno de C�rdenas se cerr� el periodo que llevaba el impulso revolucionario, y en el cual se lograron muchas reinvindicaciones del pueblo que sufri� y luch� en la Revoluci�n Mexicana.

En 1938 C�rdenas organiz� al partido oficial en cuatro sectores, el obrero, el campesino, el popular y el militar. Con ello el nombre de PNR cambio a Partido de la Revoluci�n Mexicana, y sent� las bases para el sistema pol�tico que posteriormente dominar�a por muchas d�cadas.


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