El desarrollo de la minería

El desarrollo de la minería


La minería, que fue el eje de la economía colonial, conservó durante el siglo XIX una gran importancia. Además, fue uno de los sectores de la economía al que fluyeron de manera preferente los capitales extranjeros. Con ellos se desarrolló de manera exitosa la explotación de los llamados metales industriales, sobre todo el cobre y el plomo, que eran demandados en grandes cantidades por la naciente industria eléctrica. La transportación desde las minas hasta las plantas de beneficio fue posible gracias al ferrocarril, medio que permitía la movilización rápida y barata de grandes cantidades de mineral.

El estado de Aguascalientes, que durante la época colonial no tuvo en este terreno ninguna significación, a no ser por las minas de plata que explotaron en pequeña escala los jesuitas en Asientos; adquirió a fines del siglo XIX un papel protagónico, hasta convertirse en uno de los más importantes productores de cobre y plomo del país.

Los orígenes de esta historia se remontan al año de 1894, cuando los señores Guggenheim, que eran dueños de varias de las más importantes plantas de beneficio de minerales e los Estados Unidos, firmaron un contrato con el gobernador Vázquez del Mercado. A cambio de una inversión bastante considerable y de la creación de más de mil empleos, el gobierno les concedía todas las facilidades necesarias para el desarrollo de sus negocios: terrenos, derechos sobre las aguas del río San Pedro, exenciones fiscales y una protección tan amplia como fuera necesaria.

Con una inversión de varios cientos de miles de dólares, los Guggenheim construyeron al norte de la ciudad, en terrenos antiguamente pertenecientes al rancho de El Sillero, la planta que se conoció con el nombre de Gran Fundición Central Mexicana. Cuando se inauguró, a fines de 1895, era una de las más modernas de toda América, incluidos los Estados Unidos. En ella encontraron trabajo más de mil obreros, lo que en una ciudad que apenas rebasaba los 50 000 habitantes representaba una verdadera revolución. En alguna medida esa fábrica se convirtió en el eje de la vida de la ciudad y en uno de sus más esenciales puntos de referencia.

Cuando inició sus actividades la Fundición contaba con ocho hornos, cinco para plomo y tres para cobre, con una capacidad conjunta de 400 toneladas diarias de mineral. En 1910 eran 10 los hornos que tenía en actividad, aunque la capacidad de cada uno de ellos era de 250 toneladas diarias, lo que hacía de esta fundición la segunda en importancia en todo el país, por debajo tan sólo de la Consolidated Copper Co., en Cananea.

Durante sus primeros años de operación el plomo fue el principal producto de la Fundición de Aguascalientes: 6 460 toneladas en 1897 y 14 000 en 1902, que representaban 13% de la producción nacional de ese metal. Después tuvo más importancia el cobre, del cual llegaron a producirse 17 000 toneladas en 1907, equivalentes a 30% de la producción nacional. La plata, que se exportaba asociada al plomo, también tuvo mucha importancia: los 436 kilos que se obtuvieron en 1907 representaban 22% de la producción nacional y tenían un valor de 18.2 millones de pesos de la época.

La llegada de los Guggenheim a Aguascalientes y la puesta en operaciones de su fundición se tradujo para las minas de Asientos y Tepezalá en una nueva bonanza. En 1897 las 13 minas que estaban activas daban ocupación a 869 obreros y produjeron 21 000 toneladas de mineral. A pesar de ciertos accidentes, que costaron la vida de muchos hombres, las cosas evolucionaron favorablemente durante los 10 siguientes años. Las 16 minas que estaban abiertas en 1907 daban empleo a un total de 1 422 obreros y su producción alcanzó las 72 000 toneladas, que tenían un valor aproximado de 1.1 millones de pesos.

Hay que aclarar que las minas más importantes y productivas también pertenecían a los Guggenheim. En 1896, por ejemplo, 14 de los 31 títulos de propiedad expedidos por la Secretaría de Hacienda beneficiaban a la Guggenheim Smelting Co., una de las muchas empresas que pertenecían a la familia. Para 1910 ellos eran dueños de 54 minas, 34 en Tepezalá y 20 en Asientos, con el agravante de que entre ellas se contaban la Santa Francisca, que era la mayor productora de plata de Asientos, y el conjunto conocido como San Pedro, en Tepezalá, el cual remitía a la Fundición de Aguascalientes un promedio de 1 500 toneladas mensuales de mineral.

De muchas maneras las actividades mineras y metalúrgicas desplegadas por los Guggenheim beneficiaron al estado: se abrieron 3 000 fuentes de trabajo, se generó una gran demanda de todo tipo de productos, se construyeron vías férreas entre las minas y las líneas troncales del Ferrocarril Central Mexicano, se abrió para muchos obreros la oportunidad de aprender un oficio calificado y bien pagado, etc. En una palabra, se inyectó una buena dosis de vitalidad a la economía regional. El problema estribó en las condiciones de excepción en las cuales operaron las empresas de la familia Guggenheim, que no pagaban impuestos, que imponían a sus obreros salarios de miseria y jornadas de trabajo de 12 horas diarias y que procuraban tan sólo su propio beneficio, sin reparar en el desarrollo de la región con cuyos productos lucraban.


Índice generalAnteriorÍndice de capítuloSiguiente