Lucha electoral y gobernador panista


Con excepción de las elecciones de 1940, los chihuahuenses parecían conformes con la organización electoral del Estado mexicano posrevolucionario. La caída del gobernador Soto Máynez en 1955 no alcanzó a configurar una oposición sistemática contra esa organización nacional, a pesar de la candidatura del panista Luis H. Álvarez en las elecciones para gobernador de 1956. Fueron más importantes las luchas sociales de los años sesenta y setenta de maestros, campesinos y de algunos sectores obreros.

Pero esas luchas no se traducían en gran participación en las elecciones; incluso el CDP tuvo durante años una postura antielectoral. Esa situación comenzó a cambiar en 1983, cuando en las elecciones de ese año prácticamente todos los municipios importantes (incluidos Chihuahua y Ciudad Juárez) fueron ganados por la oposición panista; la ciudad de Cuauhtémoc quedó en manos del Partido Socialista de los Trabajadores y Zaragoza en poder del Partido Socialista Unificado de México. Con ese resultado, más de 65% de los chihuahuenses sería gobernado por autoridades surgidas de la oposición. Este hecho, así como un conflicto universitario en el verano de 1985, obligaron al gobernador Ornelas a renunciar el 19 de septiembre, el día del temblor de la ciudad de México.

Para explicar esta súbita agitación electoral, los estudiosos han concedido gran importancia a la nacionalización bancaria decretada en septiembre de 1982. Esa medida gubernamental estremeció la relación entre los grandes empresarios locales y el aparato gubernamental. Al mismo tiempo, los obispos de Chihuahua y Ciudad Juárez expresaron la necesidad de que el voto fuera respetado. Esta "emergencia electoral" imprimió otro sello a los movimientos sociales locales, por lo menos entre 1983 y 1986. Allí confluyó una gran inconformidad de diversos grupos y sectores de la población.

El triunfo de la oposición distinguió a Chihuahua en el escenario político nacional, y más aún por la proximidad de las elecciones de 1986 para nuevo gobernador. El año electoral de 1986 comenzó con altas temperaturas político-sociales. Los obreros de Aceros de Chihuahua mantenían una huelga desde octubre del año anterior, los campesinos del noroeste habían tomado varias bodegas en protesta por los bajos precios de garantía y el CDP invadía terrenos en Casas Grandes.

En ese clima contendieron de un lado el priista Fernando Baeza, ex presidente municipal de Delicias y ex subprocurador general de la república, y del otro el contador público panista Francisco Barrio, quien había ganado las elecciones municipales de Ciudad Juárez en 1983. La campaña política fue intensa y no se veía tan lejana la posibilidad de un triunfo blanquiazul. El resultado oficial favoreció a Baeza, hecho que desató una intensa movilización en las principales ciudades en contra de lo que se consideraba un enorme fraude electoral. Marchas, mítines, bloqueos de calles, paros de empresas, huelgas de hambre de connotados personajes y cierres de puentes fronterizos llenaron los encabezados de los periódicos locales, nacionales y hasta del extranjero. Uno de los momentos de mayor tensión fue cuando el arzobispo de Chihuahua anunció la suspensión de cultos para el domingo 20 de julio, pero esto se impidió mediante una rápida intervención de la diplomacia del Vaticano. No obstante, la lucha fue infructuosa, y Baeza tomó posesión en octubre de 1986.

Una obra pública de grandes proporciones (por ejemplo el programa carretero) y un aumento sostenido de la industria maquiladora, por lo menos hasta 1988 (cuando alcanzó tasas de crecimiento del empleo de 12% anual), junto con buenos precios de la exportación de ganado, propiciaron que la década de los ochenta no fuera tan terrible en Chihuahua como en otras partes del país. Sin embargo, los agricultores comenzaron a padecer, en virtud del estancamiento en los precios de garantía, la eliminación de subsidios (por ejemplo a la electricidad) y la contracción del crédito oficial. Varias movilizaciones salpicaron estos años. Esta misma década también vio crecer el problema del narcotráfico, con sus secuelas de violencia rural y urbana. A pesar de todo, Baeza logró concluir su sexenio. Pero antes tuvo que aceptar la derrota de su partido, que le impidió dejar a un sucesor cercano a él.

Nada parecía presagiar el desenlace de las elecciones de 1992. El partido oficial eligió al alcalde de Ciudad Juárez, Jesús Macías, mientras que el PAN insistió en Francisco Barrio. Sin la movilización panista de 1986, las campañas se veían muy competidas, en gran medida por el escaso carisma del candidato oficialista. Y Barrio ganó, gracias al electorado urbano, que se impuso a los electores rurales, en su mayoría priistas

De esa manera, el 4 de octubre de 1992 Chihuahua tenía al primer gobernador de oposición. Buena parte de los chihuahuenses no ocultó sus esperanzas de que el cambio político trajera mayores beneficios a la colectividad.


Índice generalAnteriorÍndice de capítuloSiguiente