El sector privado no se interesó por el campo. Las grandes inversiones seguían encaminadas hacia la industria, cuya carrera, ya incontenible, requirió que el gobierno continuase la política proteccionista, ampliando las concesiones fiscales, y que prosiguiese en las zonas industrializadas la obra de infraestructura, como caminos, agua y urbanización. Sin embargo, en esto último el sector público fue a la zaga.
Al finalizar el mandato de Sánchez Colín, las inversiones industriales en el estado casi llegaban a 4 000 millones de pesos, representados en 419 establecimientos. La concentración de fábricas en Tlalnepantla y Naucalpan manifestaba un desarrollo desproporcionado frente al resto de la entidad. Esta gestión sentó las bases para la industrialización del valle de Toluca al comprar con ese objeto 791 315 metros cuadrados en 409 677 pesos al oriente de la capital del estado.
El desarrollo industrial trajo un crecimiento poblacional continuo y considerable. Mientras en 1940 el estado contaba con 1 146 039 habitantes, en 1950 eran ya 1 392 629 y, en 1960, 1 897 851. La emigración hasta 1950 había sido considerable, pues en ese año se contaban 393 205 nacidos en la propia entidad pero residentes en otros puntos de la República. La mayor parte de ellos se hallaban en el Distrito Federal. En la misma fecha los inmigrados de otras partes de la República o del extranjero llegaban a 72 953. En cambio, para 1960, cuando la población total del estado era de 1 897 851 habitantes, 255 213 habían nacido en otras entidades.
Consiguiente al aumento de industria y población sobrevino la necesidad de urbanización y servicios públicos, para lo cual el gobierno no estaba preparado. En tal forma, de 280 millones de pesos invertidos para comunicaciones y obras públicas durante este sexenio, el gobierno erogó 106, la Federación 52 y el sector privado 122. La parte más considerable de esta cantidad se refería a obras en Tlalnepantla, Naucalpan y Texcoco. La electrificación de la entidad, todavía en 1959, no beneficiaba a más de 60% de la población.
Si el Estado de México crecía, mucho más lo hacía el Distrito Federal. A tal grado que su aumento generó problemas relativos al agua de grave trascendencia: su abastecimiento y su desecho contaminado. El valle de Toluca perdía muchísimo líquido en beneficio del Distrito Federal y el viejo asunto del desagüe requirió en 1954 la construcción de otro gran túnel por Tequixquiac. Así cobraba la metrópoli su cercanía, que tanto propiciaba la industrialización de la entidad circundante.