Sagacidad y humanitarismo social


El gobierno de Villada, al igual que los demás de la República, cumplía ante todo el oficio de policía en este orden de cosas y fomentaba el progreso en la educación y en las obras públicas, como ya lo señalamos antes. Además, Villada solía actuar con sagacidad e imprimir a sus obras un sello humanitario y social. Por ejemplo, controló a los grupos políticos mediante una vigilancia continua, el reparto adecuado de puestos y una prensa propia. No menos importante fue la política de remoción en los distritos: "El gobierno procura a menudo cambiar a los jefes políticos de uno a otro distrito [...] con el objeto de evitar los males que trae el que se perpetúen en los mismos distritos."

Con el centro del poder federal sostuvo trato constante, coordinándose con el Distrito Federal en vías de comunicación y en la obra del desagüe del valle de México. Departía amistosamente con el dictador Díaz cuando éste iba a San Nicolás Peralta, finca de Ignacio de la Torre. Cuando trató de rebelarse Canuto Neri en Guerrero, Villada se apresuró a encabezar un ejército para reducirlo, y aunque no se llegó a ningún encuentro, su movilización fue parte de la rápida pacificación. Por esa lealtad y por su obra, VilIada, a pesar de no ser tuxtepecano, mereció de don Porfirio un elogio especial como "gobernante modelo".

Consciente de las desigualdades que oprimían a la población, procuró que éstas no se agravaran en la legislación y en la administración de justicia, sino que se observara la igualdad ante la ley. De tal suerte eran las relaciones de Villada con los hacendados más explotadores, que provocó en ellos "sucesivamente la duda, el resentimiento y la hostilidad". De modo especial causaba disgusto a los hacendados que el gobernador patrocinara numerosos indultos en beneficio de reos que, según los terratenientes, debían ser colgados o sepultados en vida.

El favor que dispensó Villada a las clases menesterosas y a los indígenas, así como su campaña contra el alcoholismo y su convivencia dominical con los obreros, han sido criticados como paternalistas, término que no encaja en su importante labor educativa ni en la legislación sobre accidentes de trabajo, criticada en su tiempo como "tesis de socialismo de Estado".


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