Gabriela Zepeda dice en 1994, después de cinco años de intensa actividad arqueológica en Nayarit: "Podríamos asegurar que es muy poco lo que se ha avanzado; pero si cuantificamos la información podemos asegurar que aún desconocemos más del 80% de los sitios. Respecto a las tipologías cerámicas, no existen nuevas propuestas de interpretación". El saqueo sigue siendo un problema muy serio, pero se ha trabajado mucho; "lo importante es que Nayarit tiene ahora proyectos de continuidad y arqueólogos comprometidos con la historia prehispánica de estas tierras". Efectivamente, impresiona lo que han hecho mexicanos, estadounidenses y franceses en los últimos 20 años.
Gracias a sus trabajos, si bien se sigue considerando a nuestra región como parte de Mesoamérica, se puede afirmar que el occidente tuvo un proceso original, marcado por el contacto con América del Sur y con América del Norte: el suroeste de los actuales Estados Unidos y sus culturas hohokam y anazazi. Según Phil Weigand, si el occidente era mesoamericano, no era marginal, sino diferente y "exótico". Diferente, porque la fase formativa en esta área no fue olmeca; diferente porque la fase clásica en esta área no fue marcada por Teotihuacan, sino por lo que Weigand llama la tradición de Teuchitlán (400 a.C.-1000 d.C.): su patrón de arquitectura circular es único en Mesoamérica (con la posible excepción de Cuicuilco).
Contra lo que se ha dicho, la región, gracias a un fuerte crecimiento demográfico, si no llegó a construir grandes "ciudades", tampoco se quedó en el estadio de los pequeños pueblos. Ixtlán, con sus 18 plazas, 23 pirámides, 47 plataformas construidas en varias épocas; Teuchitlán (Jalisco), y más aún el valle de Tepic y el sitio de Coamiles, tuvieron una población muy numerosa. Las clásicas tumbas de tiro se simplificaron una vez que la arquitectura se volvió más monumental, lo que parece indicar la formación de ciudades-Estados y de aristocracias hereditarias. Además se ha hallado suficiente cobre en depósitos y artefactos (a partir de 800 d.C., en Amapan), lo que puede indicar que esta área se encontraba a punto de convertirse en la cuna de los trabajos de cobre en el occidente.
La falta de datos arqueológicos nos obliga a considerar estas proposiciones como interesantes hipótesis de trabajo y a esperar su posterior validación o invalidación. Lo que no cabe duda es la riqueza y la gran variedad cultural regional y temporal. Esa variedad corresponde a los numerosos microclimas y a las numerosas microrregiones de la zona. Ni Nayarit forma una unidad geográfica. Eso explica la heterogeneidad cultural, aumentada por la difícil circulación entre sierras y barrancas y por el hecho de que muchas regiones eran autosuficientes. Tampoco cabe duda de que llegó el momento de abandonar la vieja idea de un occidente marginal, simple y atrasado. No corresponde al modelo olmeca y tampoco al teotihuacano, nada más. Contribuyó también al enriquecimiento del mundo mesoamericano. Lo hizo poniendo en contacto el altiplano con las culturas del suroeste de los Estados Unidos, lo hizo como zona nuclear donde se generaron o introdujeron importantes innovaciones, como la metalurgia en el siglo octavo de nuestra era.
Como botón de muestra, se podrían mencionar ciertos "marcadores arqueológicos" que han sido utilizados para definir el segundo periodo intermedio (Posclásico temprano, 750-1325 d.C.): cierta cerámica, los molcajetes, los malacates, el chacmool, los cuales son más tempranos en el occidente y en el Bajío que en las regiones situadas más al este.
Queda una pregunta: Si el occidente tuvo su evolución propia hasta el principio del Posclásico, ¿cómo es que el Posclásico es un periodo de fuerte influencia del centro de México sobre nuestra región? ¿Invasiones, comercio, cultura? Algunos arqueólogos mencionan el comercio de la turquesa: en Sinaloa, Jalisco, Nayarit (en la zona de Ixtlán) se ha encontrado turquesa idéntica a la de Chaco Canyon (Nuevo México), lo que revela la existencia de una ruta que integraba el suroeste norteamericano y nuestro occidente al altiplano.
Nunca faltó el contacto: se han hallado en Tula conchas marinas y objetos de metal que indican lazos con Colima y Nayarit.