9. Las ocho misiones establecidas por los jesuitas (1722-1767)

9. Las ocho misiones establecidas por los jesuitas (1722-1767)


El Tonati había pedido religiosos a la Compañía de Jesús para cristianizar a los nayaritas y ayudarles en su paso a una vida novedosa de agricultores reconcentrados en pueblos formales con sus iglesias, escuelas y hospitales. Ciertamente los jesuitas jugaron un papel decisivo en el asentamiento de la paz en la sierra, lo que explica la escasa presencia militar española: para conservar la conquista se establecieron cuatro guarniciones de 20 hombres cada una, que se redujeron a dos en 1724, ya que los jesuitas eran los verdaderos guardianes de la paz. Ocho de ellos administraban las misiones con las mismas reglas que las de California, Sonora y Nueva Vizcaya; las dejaron en buen estado, se felicitaron por el carácter dócil y bondadoso de los nayaritas, por su aversión al robo y por sus principios religiosos. Consiguieron poco a poco, sin violencia, que los indios residieran; establecieron cajas de comunidad, desarrollaron la agricultura y la ganadería para mejorar la subsistencia de las familias y aumentar los bienes de la comunidad; convencieron a los serranos de que admitieran sin repugnancia la vecindad en cada pueblo de un escaso número de españoles o mestizos aplicados al trabajo y que servían de modelo para el cultivo y la cría de plantas y animales mal conocidos hasta la fecha por los nayaritas.

En 1767 los jesuitas fueron expulsados de todo el territorio del imperio español, y desde luego del territorio de la Nueva España, según instrucciones secretas recibidas por el virrey. Esa decisión se debía a motivos muy complejos en donde se mezclaban la política, la religión y los negocios. Los jesuitas tenían enemigos internacionales demasiado poderosos y su orden desapareció por unos 50 años. De la provincia del Nayarit salieron los siete jesuitas que gobernaban de hecho a 3 000 personas en todos los aspectos de la vida. Su salida parece haber sido muy resentida por los indios, aunque los franciscanos que recibieron la administración de las misiones jesuitas siguieron más o menos la misma línea. Unos 25 años después, un virrey informaba que los jesuitas habían dejado las misiones en mejor estado que el que tenían en el momento (1793): "en el carácter dócil y sumiso de los indios nayaritas, en su aversión al robo, en sus principios de religión, y en lo bien ordenado de algunos pueblos, se percibe que las manos que hicieron las primeras impresiones, y las dirigieron algún tiempo, tenían más tino y pulso que las de los que las han sucedido". (Revillagigedo, Informe sobre las misiones, 1793, Jus, 1966.)

"Desde entonces —añade Revillagigedo— han sido muchas las quejas, las acusaciones y las denuncias recíprocas de los nuevos misioneros contra el comandante de la Mesa de Tonatí, y de éste contra aquellos, mezclándose repetidos clamores de los indios, sobre daños y perjuicios que han recibido de todos."

De hecho, la decadencia de las misiones había empezado y no tendría remedio; en un día no muy lejano, los indios serranos volverían a encontrarse solos en sus montañas, sin las ventajas y las desventajas que ofrecía la sociedad más rica, más poderosa, más numerosa que crecía abajo.

MAPA 3.
Las divisiones administrativas regionales en 1786, tomado de Jean
Meyer,
Nuevas mutaciones, t. II de la Colección de Documentos para la historia
de Nayarit, México, CEMCA, 1990, p. 231.
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Este mapa indica las divisiones administrativas regionales en 1786, tomado de jean Meyer, con nuevas mutaciones: pueblos desaparecidos y nuevos, parroquias, decadencia de las misiones, indios serranos de nuevo en las montañas lejos de la sociedad más rica y poderosa que vivía abajo.

1. Acaponeta 18. Nayarit
2. Ahuacatlán 20. Purificación
6. Colotlán 22. Sentispac
10. Guachinango 27. Tepic
12. San Sebastián 28. Santa María
13. Amatlán de Jora 29. Tequila


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