Desde el norte, la costa es perfectamente plana hasta la mitad del estado; después vienen una serie de cerros pequeños, y hacia el sur la sierra llega hasta el mar. La costa es atravesada por un cierto número de desagües transversales; aquellos que atraviesan la costa plana lo hacen por valles tan anchos y tan abiertos que más que valles son planicies. La altura es tan baja que nos encontramos casi al nivel del mar, y se confunden las aguas dulces, las aguas saladas y la tierra. Parece que el diluvio acaba de pasar y que las aguas apenas empiezan a retirarse. Lagunas, esteros y marismas son el paraíso de las aves acuáticas, de los peces y de los mariscos, de los cangrejos y de los camarones.
La boca del estero de Teacapán marca el límite entre Sinaloa y Nayarit. En esta boca comienza la barra de Teacapán, que sigue con la playa de Novillero: ¡76 km de arena! Luego la barra del Colorado encierra las aguas del estero del mismo nombre. Un poco más al sur llegamos a Mexcaltitan, pueblito redondo en medio de su laguna, famoso por su sitio lacustre y por las fiestas del Señor de la Ascensión, en mayo.
Después encontramos la Boca del Camichin, 30 km al norte del puerto de San Blas. A medio camino de la boca y de San Blas está la desembocadura del río Grande de Santiago, que viene aquí a vaciar sus aguas después de un recorrido de 800 km, desde su nacimiento cerca de Toluca. El río hace propicia la fertilidad del valle de Santiago Ixcuintla, que deja una gruesa capa de limo en cada una de sus frecuentes avenidas.
Esa región cuenta con muchas lagunas: Agua Dulce, Laguna Brava, los Sábalos, el Conchal, Siete Cielos, Mexcaltitán y otras más que comunican por canales naturales con los esteros de Teacapán y el Camichín. Esa red de canales y lagunas constituye la fortuna de los pescadores, ya que es el paraíso de los camarones, de los ostiones y de muchas otras especies.
El puerto de San Blas, abrigado por los vientos del noroeste, fue muy importante durante un siglo (1770-1870), pero se tapó y perdió por todo ello su importancia económica. Los turistas visitan la antigua contaduría, las ruinas de la iglesia y de la aduana, sus playas y, más al sur, las de la bahía de Matanchén, la Aguada, lugar de agua dulce con sus canales naturales, sus manglares y su exuberante vegetación.
Toda esa costa es muy rica para la pesca y la agricultura. Platanares y cocotales pueblan la zona. El plátano goza de condiciones naturales tan excelentes que el hombre lo ha descuidado bastante. Podría dar mucho más fruta. El cocotero llama la atención por su tallo alto y recto, coronado por su penacho de hojas. Está localizado en el litoral y directamente expuesto a la brisa oceánica.