Parece contradictorio, pero así es; en los periodos de las cosechas la mano de obra en el campo es escasa y cara, y hay que importar trabajadores de los estados vecinos. Y al mismo tiempo, entre las cosechas existe una gran cantidad de gente desocupada; urge levantarlas cuando están listas para evitar que se pierdan, y entonces se necesita mucha gente.
Los nayaritas no se dan abasto, por lo que deben traerse también jornaleros de los estados vecinos y aun de más lejos. Esta situación priva de diciembre a abril, cuando se hace la zafra, se corta el tabaco, se cosecha el frijol; es cuando llega a Nayarit gente de Zacatecas, Durango, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Querétaro e Hidalgo.
Los campesinos de Nayarit ponen sus condiciones para levantar las cosechas, porque saben muy bien que en el resto del año los agricultores no los van a necesitar. Así, tratan de juntar en esos meses con qué vivir todo el año.
En la otra mitad del año, principalmente de junio a septiembre, es muy difícil encontrar trabajo para quien no es dueño de una parcela de buen tamaño. Quizá si hubiera más obras de riego se podría levantar una tercera cosecha al año y dar trabajo a más personas. Algunos van a levantar cosechas a Sinaloa, Sonora y los Estados Unidos durante esos meses de ocio forzado, pero eso significa una separación más o menos larga de la familia, con todos los inconvenientes que ello implica para el emigrado.