LA MUERTE DEL PRESIDENTE MADERO y la del vicepresidente Pino Suárez causaron conmoción profunda en el país. El gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, por medio del Plan de Guadalupe, firmado en la hacienda de ese nombre, desconoció el régimen de Victoriano Huerta. Así estalló la revolución constitucionalista, a la que se afiliaron numerosos nuevoleoneses.
A raíz de estos sucesos, Viviano L. Villarrea gobernador de Nuevo León, en señal de protesta contra Huerta, había entregado el mando al jefe de la zona militar, Jerónimo Treviño. El alcalde de Monterrey, Nicéforo Zambrano, había enviado un mensaje de adhesión a Carranza, suscrito también por Jesús Amaya y Alfredo Pérez, ofreciendo sus personas e intereses a la causa. Por esta actitud fueron aprehendidos y conducidos a México.
Carranza, por medio del capitán Rafael Saldaña, primero, y del licenciado Eliseo Arredondo, después, propuso reiteradamente al general Treviño la jefatura del movimiento revolucionario, pero el antiguo soldado de la intervención francesa no aceptó el ofrecimiento. Se dijo entonces que lo rechazó porque tenía aspiraciones a la presidencia de la República. Pudiera haber algo de verdad en ello, mas lo cierto es que consideró no estar en condiciones de hacerlo, por su edad.