Extinción


Reducidos los indios a las haciendas, los encomenderos les quitaban a los hijos, mientras los padres y las madres realizaban sus faenas diarias. Las mujeres se ocupaban también en buscar hierbas y raíces para alimentar a sus maridos y a sus hijos, según testimonio de Juan Esteban de Ballesteros, de 1712. Igualmente solían ser puestas a trabajar en el servicio doméstico o haciendo tejidos.

Por la noche, cuando dejaban los arados, "el que más bien los trata les da dos o tres mazorcas que, desgranadas, harán una embarrada poco más de maíz". Concluidas las tareas del día eran encerrados en galeras, para evitar su fuga. Quienes habían cometido alguna falta, por leve que fuese, eran castigados con prisión o puestos en cepos de pies y manos, o "de pescuezo".

Otros amos impedían el matrimonio de las indias a su servicio y atemorizaban a los indios que las pretendían. Pero, si llegaban a casarse, era como si no lo estuvieran, porque las mantenían en las cocinas y a los indios fuera, impidiéndoles la vida marital. Como las casas no eran muy grandes y vivían en ellas padres e hijos, era frecuente que las indias vivieran en mal estado con el amo o con los hijos de éste.

Los gobernadores, personalmente o por medio de comisionados, tenían por obligación visitar periódicamente las estancias y haciendas, a fin de cerciorarse de si eran bien tratados, vestidos, alimentados y doctrinados. Los encomenderos, sin embargo, sólo presentaban al visitador aquellos indios que sabían las cuatro oraciones (el credo, el padrenuestro, el avemaría y la salve) o a los del servicio doméstico o nacidos en casa, pero no a los demás.

Las crónicas e informes oficiales o religiosos de la época hacen más sombrío este cuadro. Un humanista de la época, el cronista Alonso de León, censura la encomienda. No obstante que como militar fue uno de los que hacían entradas a capturar indios y ser uno de los encomenderos, en su obra concluida en 1649, se ven constantes expresiones contra sus abusos y excesos.

Eran los misioneros los únicos que abogaban por el indio. Algunos fueron a pie a México o viajaron a España para plantear el problema. En el último tercio del siglo XVII y en el primero del XVIII, fueron frecuentes las disposiciones para aliviar esta situación. Los títulos de las reales cédulas existentes en el Archivo General de la Nación son muy elocuentes.

Una de las disposiciones reales más eficaces fue la del 9 de mayo de 1672, de la reina gobernadora doña Mariana de Austria. Ordenaba:


Índice generalAnteriorÍndice de capítuloSiguiente