La entrada de ganados originó una trashumancia muy semejante a la que hubo en la Edad Media entre Castilla y Extremadura, en España. La temporada cuando entraban los ganados al Nuevo Reino de León era, por regla general, en la segunda mitad de noviembre. Algunos se anticipaban. En 1641, la hacienda de ovejas de Mateo de Arce, "hizo noche" cerca de la estancia de Diego de Montemayor "el ocho de noviembre". Otros, en cambio se retrasaban y llegaban después de concluido noviembre. El auto de 1646 del gobernador Zavala ordenaba a los mayordomos "no volver a entrar a pastar por el mes de diciembre".
Por cuanto a la salida de los ganados a sus lugares de origen, se hacía ordinariamente a fines de abril y durante todo el mes de mayo. Alonso de León expresa en 1693 que los ganados no ocasionaban daños a las labores porque, "cuando salen a los fines de mayo, es el tiempo que está en sus cosechas [...] y cuando entran a fin de noviembre, es cuando la cosecha de maíz está hecha y los trigos bajo tierra, sin haber salido". El mismo de León, en escritura de 11 de enero de 1640 fechada en Cerralvo, se obliga a pagar a Gaspar Rodríguez 300 chivos, "para fines del mes de abril, al tiempo en que las haciendas de ganados menos salen de este reino".
Algunos pastores salían cuando mayo había terminado. Antonio de Lecea, mayordomo de la hacienda de ovejas de don Martín Pérez de Romo, declara el 7 de junio de 1706 hallarse "próximo a salir con la hacienda de mi cargo a los reinos de Nueva España".