La banca sinaloense del periodo posrevolucionario se desarrolló ligada al crecimiento de la agricultura. Hacia 1929 Manuel J. Esquer, prestamista de Culiacán, fundó la Casa Manuel J. Esquer, que llegó a ser el Banco de Culiacán. Por estas mismas fechas aparecieron otras casas crediticias locales, como la de José H. Rico, José C. Castellot y la de la familia Coppel de Mazatlán. Como los agricultores necesitaban créditos para impulsar sus empresas, el gobierno favoreció la creación de estos bancos locales, sobre todo a partir de 1933. Desde entonces aparecieron el Banco del Noroeste y El Banco de Culiacán, S. A, especializado en otorgar créditos para la agricultura, que incrementó notablemente su capital social y sus operaciones hasta 1974, cuando estuvo al borde de la quiebra. Por su parte, el Banco del Noroeste de México, S. A. de C. V., creado en 1939 con la participación de agricultores de Guamúchil, Guasave, Angostura y Mocorito para financiar a los productores y exportadores agrícolas, creció y estableció sucursales en las principales ciudades del estado. En 1980 había incrementado su capital social a 250 millones de pesos.
El Banco Provincial de Sinaloa, S. A. se inauguró en 1940 con un fondo de 500 000 pesos aportado por horticultores de Culiacán, para financiar a productores agrícolas y ganaderos; más tarde se hizo filial del Banco Nacional de Comercio Exterior y se especializó en el financiamiento de la horticultura para la exportación. En 1977 su capital social ascendía a 60 millones de pesos.
El Banco Agrícola Sinaloense, S. A., menor que los anteriores, fue fundado por agricultores de Culiacán con la intención de financiarse ellos mismos, según el plan trazado por el presidente Calles. Empezó a funcionar en 1933 y se especializó en otorgar créditos a pequeños agricultores. Tuvo serios problemas por mala administración, hasta que fue adquirido por la familia Sáenz en 1970 y se transformó en el Banco Regional del Pacífico, S. A.
La nacionalización de la banca en 1982 afectó las instituciones sinaloenses y provocó un nuevo distanciamiento entre el gobierno federal y los agricultores privados, cuyas relaciones estaban deterioradas desde el conflicto con el presidente Echeverría. Fue entonces citando los agricultores privados del país fundaron el Consejo Nacional Agropecuario (1984) con los auspicios de las más altas organizaciones de la burguesía nacional. Los agricultores de Sinaloa, por medio de su asociación, la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa (CAADES),
se integraron al Consejo Nacional.