Las misiones en la provincia de Culiacán


Fue también a fines del siglo XVI y por iniciativa del gobernador de Nueva Vizcaya, Rodrigo del Río Loza, que los jesuitas iniciaron la evangelización y sometimiento de los indígenas que habitaban la Sierra Madre Occidental en la provincia de Durango. Ahí, la Compañía de Jesús fundó las misiones de Santa Cruz de Topia y de San Andrés para la evangelización de los indios acaxees, y la misión de Xiximes para esos indios. Aunque estas misiones pertenecían a Durango, algunas de las fundaciones se hicieron en territorio de la provincia de Culiacán porque los indígenas se adentraban en esta jurisdicción. Es de notar que los historiadores de las misiones jesuíticas han preferido estudiarlos en la provincia de Sinaloa y mucho menos en la de Culiacán, razón por la cual sabemos muy poco de ellas; pero digamos también que las misiones de Culiacán no tuvieron la trascendencia que alcanzaron las de Sinaloa.

Cuando los jesuitas establecieron sus misiones en la sierra de Durango ya había mineros españoles, quienes entablaron relaciones muy conflictivas con los tepehuanes, acaxees y xiximes. Los españoles trataban a los indios con violencia y éstos respondían en la misma forma. Las crónicas registran numerosos alzamientos de los indios, como los de 1602 y 1604, pero sobre todo el de 1616, que alcanzó grandes proporciones. Fue encabezado por los tepehuanes, cobró muchas vidas en ambos bandos, entre ellas las de varios misioneros, y fue reprimido por el gobernador de Nueva Vizcaya no sólo con dureza, sino con saña.

Los pueblos de misión establecidos en la sierra siguieron los mismos lineamientos de la provincia de Sinaloa aunque, claro está, de acuerdo con las condiciones del terreno y de la población indígena. Las misiones de la sierra fueron comunidades de población escasa, de 15 a 40 familias cada una, y era raro el caso de que hubiera más habitantes, mientras que en Sinaloa la población de las misiones se contaba por cientos de familias. El terreno de la sierra no era propio para la agricultura porque los campos cultivables eran pequeños y estaban diseminados en amplias extensiones. La vida en las misiones de la sierra era disciplinada y dedicada a la cristianización de los indios. A diferencia de Sinaloa, estas comunidades no fueron importantes productoras de granos y ganado.

Los indios acaxees y xiximes también fueron alcanzados por las epidemias europeas y su población sufrió continuos descensos hasta casi desaparecer a fines de la época colonial. Este factor también influyó en el desarrollo de estas misiones, pues con frecuencia fue necesario unir dos o más comunidades en una sola, abandonar otras o mudarlas de sitio. La inestabilidad de estos pueblos de misión dificulta el trabajo del historiador que desea localizarlos sobre el mapa y señalar la fecha de su fundación. Me referiré aquí a un informe de 1738 que indica cuáles eran entonces las misiones de la provincia de Culiacán.

La misión de Santa Cruz de Topia tenía en Culiacán la misión de San Juan Bautista de Badiraguato, fundada en 1605, con dos pueblos de visita que eran Santa Cruz y Alicama. Pertenecía a la misión de San Andrés la comunidad de San Juan Alaya, que antes había sido de Piava y Otatitlán. La misión de Xiximes se había extendido al valle del Río Piaxtla en la década de 1630 para la evangelización de los indios hinas y humis que lo habitaban, y para 1738 contaba con los siguientes pueblos de misión: San Ignacio Piaxtla, que era la cabecera, más los pueblos de San Agustín, Ajoya, Cabazán y Santa Apolonia, que eran las visitas (mapa IV.2).




Mapa de las misiones en la provincia de Culiacán en el siglo XVII. Cuando los indios acaxees y  xiximes fueron alcanzados por las epidemias europeas a fines de la época colonial; factor que influía en unir  comunidades, abandonarlas o mudarlas de sitio.




MAPA IV.2 Las misiones en la provincia de Culiacán. Siglo XVIII.



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