Las artes plásticas


Grandes pintores mexicanos nacieron en Zacatecas. Pedro Coronel es el primero de los pintores zacatecanos nacidos después de la Revolución mexicana que comienza a destacar en el mundo cultural. Nació en Zacatecas en 1923 y se trasladó a la ciudad de México en 1940, donde realizó estudios en la escuela de La Esmeralda. Seis años más tarde viajó a París, donde residió varios años, y trabajó en los talleres del pintor Breuer y del escultor Brancusi.

Su primera exposición se realizó en la ciudad de México en 1954. A Octavio Paz corresponde el mérito de haber reconocido desde ese momento el valor del artista. Era un excelente pintor e interesante escultor que pronto fue aceptado en un medio particularmente difícil, dominado por la corriente nacionalista. En 1958 ganó el premio principal en el Primer Salón Nacional de Pintura, por su cuadro La lucha. Dos años más tarde, montó en el Palacio de Bellas Artes una exposición enorme, sólo comparable a las de los "grandes", en la que destacaron los cuadros El advenimiento de ella y El pájaro del viento I y II.

Los años sesenta fueron de éxito rotundo para el prolífico pintor y escultor. Coronel expuso en París, Japón, los Estados Unidos, Brasil y Canadá. Viajaba constantemente y residía por breves temporadas en París y Roma. En esos viajes formó una valiosa colección artística. En 1970, la madurez del pintor fue vista con beneplácito por los críticos.

En 1978 recibió el título de "Hijo predilecto de Zacatecas" en un homenaje a él y a su hermano Rafael organizado por el gobierno y la universidad. Pedro Coronel murió en 1985 y sus restos se trasladaron a su tierra natal. Antes de morir decidió la donación al estado de Zacatecas de su colección de objetos artísticos, conocida como "El universo de Pedro Coronel"

Ocho años menor que Pedro, Rafael Coronel siguió los pasos de su hermano. Viajó a la ciudad de México y estudió en La Esmeralda. Rafael Coronel es dueño de un gran talento y pasa sin mayores dificultades de la pintura realista a la abstracta. Pronto comenzó a exponer en el extranjero: Italia, los Estados Unidos. En 1965 obtuvo el premio "Córdoba", al mejor pintor joven latinoamericano, en la VIII Bienal de São Paulo; y en 1974 ganó el primer premio de la Bienal de Tokio con el óleo Tacubaya, la muerte de la libélula, mismo que donó al Museo de Arte Moderno de México.

En los años setenta diversas muestras pictóricas en Puerto Rico, El Salvador, Chile y en varias ciudades de los Estados Unidos ocuparon el tiempo de Rafael Coronel, especialmente a partir de la segunda mitad de la década.

En 1980 el horizonte se amplió. Sus obras se presentaron en países europeos y en Australia. Una muestra retrospectiva de 60 de sus obras y una selección de máscaras mexicanas de su colección se presentó en Milán, Bolonia, Viena, Australia y Bruselas.

Homenajeado en Zacatecas en el año de 1978, Rafael Coronel entregó sus colecciones de máscaras en 1990 para la creación del Museo Rafael Coronel en el antiguo convento de San Francisco, en la capital del estado.

Manuel Felguérez es otra de las figuras claves de la pintura mexicana de la segunda mitad del siglo XX. Nació en 1928, en la hacienda San Agustín del Vergel del municipio de Valparaíso. Felguérez abandonó Zacatecas siendo un niño, por la difícil situación económica que prevalecía en la entidad.

Radicando en la ciudad de México, Felguérez estuvo inscrito durante algunos meses en San Carlos. Sin embargo, el ambiente imperante le resultó poco atractivo. Viajó a Europa, se instaló en París y fue admitido en el taller del escultor y grabador Ossip Zadkine. A su regreso a México trabajó con Francisco Zúñiga. Felguérez se inició como escultor, con una clara tendencia hacia el arte abstracto.

El cambio a la pintura se dio en 1958. La pintura abstracta de Felguérez constituyó una sorpresa. Sus primeros cuadros sorprendieron por su sentido de la composición, del color. Sin embargo, dos años más tarde, había renunciado al color: en todos sus cuadros sólo usaba el blanco y el negro.

En los años sesenta, además de participar en las bienales de París, Tokio y São Paulo, realizó su famoso Mural de hierro en el cine Diana, que es una de sus obras más conocidas pero también de las que mayor polémica han suscitado. Realizó un mural, de extraordinaria proporción, construido con conchas de ostión, abulón y madre perla sobre concreto, en el Deportivo Bahía, una alberca popular situada al oriente de la ciudad de México. Con su escultura mural La invención destructiva en el edificio de la Confederación de Cámaras Industriales de México, Felguérez mostró, una vez más, su inventiva.

En los años setenta Felguérez dio nuevas muestras de su inteligencia y creatividad con la exposición titulada Espacio múltiple. La búsqueda de Felguérez continuó en los años siguientes en que, como investigador de la UNAM, ha trabajado en el estudio de las posibilidades que ofrece la cibernética a la producción de diseño.

Felguérez valora particularmente su obra de arte público: los grandes murales, las esculturas monumentales, pues considera como una obligación social, "en una sociedad tan poco desarrollada culturalmente", divulgar el arte por todos los medios a su alcance. En Zacatecas su obra comenzó a difundirse en 1972, en la exposición Pintores zacatecanos, realizada en el ex convento de San Agustín. Felguérez ha regresado a su estado natal y con su presencia ha contribuido a la discusión de la historia de la cultura en México.

Las nuevas generaciones tienen representantes originales y prometedores. Algunos de ellos, como Juan Manuel de la Rosa, han vivido —igual que los antes mencionados— la experiencia de la emigración; otros, por el contrario, viven en Zacatecas, como Ismael Guardado. De la Rosa incorporó la elaboración de papel a mano como parte sustancial de la obra artística dentro de las nuevas corrientes del arte contemporáneo. Los jóvenes pintores comienzan a descollar y su talento es ya reconocido en México y en el exterior. El hecho que marca la diferencia con el pasado reciente es que ellos tienen la posibilidad de trabajar en su estado natal, de exponer sus obras y que éstas sean conocidas por los zacatecanos.

No queremos dejar de mencionar aquí las obras de José Manuel Enciso, Francisco y José de Santiago Silva, José Kuri Breña, Alejandro Nava, Pedro Cervantes y Alfonso López Monreal, muestra, entre otras, de la inagotable veta de las artes plásticas que los pintores y escultores de Zacatecas nunca han dejado de explorar.


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