Francisco García Salinas fue el gobernante más destacado de Zacatecas en la primera mitad del siglo XIX
. Fue llamado afectuosamente Tata Pachito por sus coterráneos, seguramente en reconocimiento a la obra que legó a su estado.
Cuando García Salinas asumió el Poder Ejecutivo en enero de 1829, parecía que el clima de estabilidad interna se desvanecía a causa de los recientes acontecimientos nacionales; el lanzamiento del Plan de Perote que impuso ilegalmente a Vicente Guerrero como presidente y el asalto a la Acordada y al Parián causaron irritación en la legislatura zacatecana, que manifestó su oposición y defendió a Manuel Gómez Pedraza como legítimo presidente. A partir de ese momento la legislatura intensificó su participación en el contexto nacional para sostener las vías constitucionales como único camino para solucionar los conflictos políticos.
La primera tarea de García Salinas quien antes de asumir el cargo de gobernador renunció a él y luego lo asumió contra su voluntad, aunque su elección se apegó a la ley consistió en afrontar las predicciones de la legislatura sobre estos acontecimientos, pues, en efecto, en Sombrerete hubo amotinamientos y a San Luis Potosí llegaron tropas que amenazaban invadir el estado. Su habilidad política y, sobre todo, su posición indeclinable ante el gobierno nacional le permitieron sortear ambos escollos exitosamente.
Los tres poderes del estado, renovados todos a principios de 1829, desplegaron una intensa actividad en los siguientes años. Francisco García llegó a la gubernatura con una sólida experiencia como político y como empresario. En 1812 fue síndico procurador del ayuntamiento de Zacatecas, al mismo tiempo que representaba a una poderosa compañía minera. Llegó al Congreso Nacional como diputado y senador, donde participó en la comisión de hacienda, y aunque por corto tiempo ocupó el ministerio de Hacienda. Aplicó acertadamente en su estado sus aptitudes de hacendista, al igual que sus conocimientos sobre minería adquiridos en dos minas afamadas: Vetagrande y Quebradilla.
Durante sus dos periodos constitucionales como gobernador, García Salinas trabajó al lado de tres legislaturas creativas y activas, con las que fomentó una relación de respeto, a pesar de que tuvieron diferencias. Sus colaboradores más cercanos, Marcos de Esparza y Manuel González Cosío, eran hombres experimentados y reconocidos. Juntos diseñaron un ambicioso programa de reformas para impulsar la economía zacatecana. Con todo, este grupo carecía de cohesión y homogeneidad; así lo demostraron las fisuras irreparables que ocurrieron con motivo de la puesta en marcha de algunas reformas.
Parte del ideario político de Tata Pachito quedó plasmado en sus Reflexiones sobre el Acta Constitutiva, escritas a fines de 1823. Para el estadista, la organización del Estado exigía reconocer la voluntad de los pueblos, representada por los ayuntamientos, y la autonomía de las provincias. Federalismo significaba independencia y soberanía de los estados en lo relativo a su gobierno interior, pero también la búsqueda del bien general de la Federación, por lo que sólo este sistema impediría la desintegración del país. Sobre la cuestión fiscal apuntó que federalismo equivalía a mantener en cada estado el control de su riqueza, sin desatender los compromisos con la nación. En suma, García Salinas buscó armonizar los intereses nacionales con los particulares a través de una legislación también general y particular, que reconociera la naturaleza plural de México.