I 
		Meridies 
              ROJO, desde el cenit, el sol caldea. 
          La torcaz cuenta al río sus congojas, 
          medio escondida entre las mustias hojas 
          que el viento apenas susurrando orea. 
         
        La milpa, ya en sazón, amarillea, 
          de espigas rebosante y de panojas, 
          y reverberan las techumbres rojas 
          en las vecinas casas de la aldea. 
        
         No se oye estremecerse el cocotero 
          ni en la ribera sollozar los sauces; 
          solos están la vega y el otero, 
          desierto el robledal, secos los cauces 
          y, tendido a la orilla de un estero, 
          abre el lagarto sus enormes fauces.
  
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          II 
		 Noctifer 
       Todo es cantos, suspiros y rumores. 
          Agítanse los vientos tropicales 
          zumbando entre los verdes carrizales, 
          gárrulos y traviesos en las flores. 
        
         Bala el ganado, silban los pastores, 
          las vacas van mugiendo a los corrales, 
          canta la codorniz en los maizales 
          y grita el guacamayo en los alcores. 
        
         El día va a morir; la tarde avanza. 
          Súbito llama a la oración la esquila 
          de la ruinosa ermita, en lontananza. 
        
         Y Venus, melancólica y tranquila, 
          desde el perfil del horizonte lanza 
          la luz primera de su azul pupila.
        
 
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