VI. LOS CELENTERADOS SOLITARIOS Y COLONIALES. UTILIDAD DE ALGUNOS DE ELLOS
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ODOS
los hombres de ciencia que se han ocupado del estudio de los seres vivos están de acuerdo en suponer que éstos tuvieron origen en el mar. Las formas más sencillas de la vida, aquellas que corresponden a los primeros eslabones del mundo de los vegetales y de los animales, es decir, los ensayos iniciales del reino animado, tuvieron como ambiente original el inmenso océano. Aquí y allá se producían brotes de vida que trataban de poblar el gigantesco acuario que a su dominio se ofrecía. Fue el mar laboratorio del mundo en el que se necesitaron milenios para que en él se gestaran gran cantidad de los organismos que lo pueblan.Los peñascos modelados constantemente por el golpear del mar encierran un conjunto de seres que se cobijan temerosos en grietas y hendiduras, expuestos de por vida a la acción de las olas. Entre las algas, vegetales que cubren las rocas, bulle una población de animales más delicados y vistosos, como los pólipos o las anémonas, animales que semejan flores de mar y pertenecen al grupo de los celenterados o Cnidaria, que cuenta con 9 000 especies vivas.
Los pólipos pueden ser pequeños como los de los hidrozoarios, o mayores como es el caso de las anémonas o actinias que tienen la apariencia sorprendente de flores inquietas, debido a que sus tentáculos se mueven como pétalos, agitándose rápidos en diferentes sentidos; estos organismos pueden vivir solitarios o formando colonias.
Los celenterados, cuyo nombre viene de las raíces griegas coilos que significa cavidad y enteron que quiere decir intestino, son conocidos desde la época de los griegos, los que designaban al coral con el término de korallion, que representaba "adorno de mar" y atribuían su origen a una planta marina que crecía entre las serpientes de la cabeza de la legendaria Medusa de la mitología griega. El nombre de pólipo, que significa "con muchos pies", fue en un principio aplicado por Aristóteles para designar al pulpo, pero después lo utilizó para denominar a una de las formas que presentan los organismos de este grupo, en el que se incluyen los corales, las anémonas y las medusas.
Posteriormente el distinguido naturalista sueco Carlos Linneo, en el siglo
XVIII
, les dio el nombre de zoofitos o animales plantas, y fue hasta el presente siglo en el que se les llamó celenterados.Los celenterados son animales acuáticos, en su inmensa mayoría marinos, aunque algunos viven en agua dulce como la Hydra; otros hidrozoarios, como el género Cordilophora y algunas anémonas, han penetrado a las aguas salobres; pueden vivir fijos o ser libres nadadores; son solitarios o coloniales y la simetría de su cuerpo es típicamente radiada. Durante su ciclo vital, los celenterados pueden presentar dos formas, la llamada "pólipo" y la llamada "medusa".
Los pólipos tienen un cuerpo en forma de jarrón, con una sola abertura rodeada de tentáculos y con su extremo inferior fijo al sustrato por medio de un disco; su cuerpo es alargado y tubular. Las medusas se pueden definir como un pólipo acomodado a nadar, a moverse en el seno de las aguas y a guardar equilibrio en ellas. La medusa es de forma acampanada como un paracaídas, por lo que su cuerpo recibe el nombre de umbrela, y la boca está rodeada de tentáculos en donde se encuentran infinidad de células urticantes.
Estas formas de medusa tienen el cuerpo transparente a causa de que entre sus células existe gran cantidad de agua, la que representa el 98% de su peso, circunstancia que favorece la flotación. Los pescadores, al observar esta característica, así como lo urticantes que son, les han dado el nombre de "aguas malas", y sienten por ellas gran respeto, ya que las quemaduras que producen al hacer contacto sus tentáculos con la piel pueden ser de consideración, causando en ocasiones trastornos respiratorios, desmayos y fuertes irritaciones que llegan a durar varias horas.
Los zoólogos distinguen tres clases de celenterados: los hidrozoarios, que durante su ciclo vital adoptan tanto la forma de pólipo como la de medusa; los scifozoarios, que sólo adoptan la forma medusa siendo libres nadadoras, y los antozoarios, que son pólipos que viven fijos.
Los pólipos de los hidrozoarios miden pocos milímetros y están unidos formando colonias. Se multiplican asexualmente por medio de unas pequeñas salientes de su cuerpo llamadas yemas, de las que resultan muchos animales que siguen unidos toda la vida pero desempeñando diferentes funciones; para cumplirlas, los pólipos de estas colonias presentan distintas formas y estructuras: parte de ellos proyectan sus tentáculos en busca de alimento para sí mismos y los restantes individuos de la colonia, llamados gastrozoides; otros los tienen cargados de células urticantes y se encargan de la defensa, son los nematozoides; otros más se especializan para la reproducción sexual, los gonozoides, y para ello originan medusas que, una vez liberadas, producen las células sexuales; óvulos y espermatozoides, de cuya unión surgen más tarde las larvas, que vuelven a originar otros pólipos y así forman una nueva colonia que queda fija en el fondo.
Algunas colonias de hidrozoarios son libres nadadoras y están dotadas de un flotador lleno de gas o de un líquido más ligero que el agua del mar que les permite sobresalir de la superficie, y según la forma de este flotador las colonias reciben diferentes nombres, como en el caso de la Velella o "velero del mar" o de Physalia llamada "fragata portuguesa". Por su aspecto, a veces son confundidas con medusas, pero en realidad son colonias libres con los pequeños pólipos colocados en grandes filamentos contráctiles que cuelgan hacia abajo del flotador y que llegan a alcanzar hasta 20 metros de longitud.
Vistas desde la costa, o en alta mar desde una embarcación, las flotillas de fragatas portuguesas son un espectáculo impresionante, ya que al mecerse como fantásticos navíos de cuento infantil sobre la blanca espuma que producen las olas, el azul violáceo de su flotador despide irisados reflejos. Se dice que su nombre se debe a unos marineros ingleses que las llamaron así hace tres siglos, al navegar frente a las costas de Portugal, por haberles parecido reproducciones en miniatura de las naves de la entonces gran potencia marina. A pesar de ser tan bellas estas colonias, debajo de su flotador llevan, a manera de serpentinas, sus tentáculos cazadores provistos de millares de pólipos que presentan filamentos urticantes cuyas sustancias tóxicas son casi tan activas como la de la cobra.
Es poco lo que se sabe del ciclo vital de la Physalia, ya que apenas puede vivir unos cuantos días en un acuario o en cualquier otro tipo de cautiverio. La investigación más completa realizada hasta ahora procede del Instituto de Ciencias Marinas de la Universidad de Miami, cuyos científicos han descubierto que esta colonia produce una neurotoxina, sustancia de naturaleza proteica, que ataca al sistema nervioso y que paraliza a sus presas. En los peces de hasta 15 centímetros de longitud y en los animales planctónicos, que componen su alimento principal, el veneno causa la muerte instantánea. En el hombre esta neurotoxina produce escozor doloroso, baja la tensión arterial, la respiración se torna difícil, el pulso es rápido y débil y las marcas parecidas a quemaduras que deja en la piel pueden durar varios meses.
Tan poderosas son las toxinas que surten efecto aun después de muerta la fragata portuguesa y los bañistas que, inadvertidamente, pisan los tentáculos ya secos y azulados de una de ellas, sufren una quemadura dolorosa en el pie. En el laboratorio se han congelado los filamentos de uno de estos organismos durante seis años y el veneno no ha perdido su virulencia.
Aunque no existe antídoto contra las quemaduras, suele emplearse el alcohol, pues al parecer neutraliza la actividad de la ponzoña. Los isleños de las Bimini, en el archipiélago de las Bahamas, se valen de un remedio creado por ellos: lavan la parte afectada con un detergente enérgico o, de no haber ninguno a la mano, con orines. En las costas de México utilizan limón y ajo que frotan sobre la quemadura.
A pesar del terrible poder urticante de la fragata, existe un ágil pececillo con cuerpo listado de azul y plata que atraviesa rápidamente como una flecha por entre los filamentos urticantes para llevarse pedazos de los peces y crustáceos allí atrapados. Este intrépido pez, el "nomeo", a veces se separa de la colonia y nada en tomo a ella describiendo círculos, y cuando algún pez más grande se lanza tras él, se refugia en los tentáculos de los organismos que forman a la Physalia, lo que permite que ésta atrape al pez mayor que lo siguió. Apenas empiezan los pólipos a digerir al pez, el nomeo salta y muerde a la víctima para cobrar la porción que a él le corresponde.
Durante algún tiempo se creyó que el nomeo era vulnerable a la ponzoña y que sólo gracias a su agilidad lograba eludir el contacto de los tentáculos pescadores, pero recientemente se ha demostrado que durante su desarrollo va adquiriendo inmunidad al veneno, hasta ser totalmente invulnerable en el estado adulto.
Armadas de tentáculos, pescadores tan eficientes como temibles, y contando con la diligente ayuda del nomeo para atraer sus presas para alimentarse, se creía que únicamente la furia de las borrascas y de los vientos adversos pudiera acabar con estas colonias, pero se ha observado que tienen un natural y formidable enemigo: la tortuga marina, que al estar protegida por un caparazón formado por placas córneas, puede destruir a la Physalia con el pico de su boca sin ser urticada por el veneno.
Se ha visto a una de estas tortugas lanzarse en medio de una flotilla de fragatas mordiendo y engullendo, con los ojos hinchados por las toxinas de los filamentos urticantes, colgadas a uno y otro lado de la boca largas sartas de azulados tentáculos. En los bordes de la estela que deja a su paso la tortuga marina quedan balanceándose infinidad de inermes colonias.
La segunda clase de celenterados, los scifozoarios, sólo presentan la forma medusa libre nadadora y se reproducen sexualmente, siendo un buen ejemplo de este grupo la medusa llamada Aurelia aurita, que abunda en aguas de los mares tropicales, con su umbrela generalmente de 10 centímetros de diámetro, pero que puede llegar hasta medio metro. Debe su nombre a que alrededor de la boca presenta cuatro gónadas de color rojo azulado que se traslucen en la masa gelatinosa de su cuerpo, con forma de orejas.
Las medusas de los scifozoarios son llamadas "aguas malas", ya que en los tentáculos que rodean su boca y su umbrela llevan gran cantidad de células urticantes que producen sustancias tóxicas poderosas. Entre las medusas más temibles figuran las del género Cyanea llamadas "avispas de mar", propias de los mares cálidos, que poseen quizás el tóxico más potente entre todos los celenterados y son capaces de matar un hombre adulto. Se conocen casos en que la víctima, atacada en aguas poco profundas, falleció antes de ser llevada a la costa.
Los celenterados más bellos, mejor conocidos y más importantes pertenecen a la tercera clase, los antozoarios, es decir los corales y las flores de mar. Para describir sus características nada mejor que elegir una rosa de mar o anémona. Poseen cuerpo cilíndrico, se fijan al sustrato por un disco basal y en el otro extremo tienen la boca rodeada de una corona de tentáculos finos o gruesos. Las anémonas viven en general asiladas, aunque a veces quedan muy próximas entre sí; alcanzan desde unos centímetros hasta metro y medio de diámetro.
Las anémonas se alimentan normalmente de pequeños peces, pero a veces no desdeñan presas mayores. En una ocasión, en el acuario de Niagara Falls, en Nueva York, se observó que un tiburón leopardo de 75 centímetros de longitud rozó el tentáculo de una anémona que inmediatamente descargó sus tóxicas baterías, otros tentáculos entraron en acción, y poco después el tiburón colgaba inmóvil de la anémona que, sin más, empezó a engullir al gran pez. A pesar de no tener más de 20 centímetros de diámetro, la anémona se tragó en seguida la cabeza del tiburón para digerirla con sus jugos quedando el resto del pez fuera, pero conforme pasó el tiempo siguió engullendo más y más a su presa hasta dejar sólo algunos restos.
El tamaño de las anémonas responde más a su estado de nutrición que a su edad. En el acuario de la Universidad de Edimburgo, dos de ellas ingresaron en 1980 como ejemplares buenos y sanos y duraron 80 años, reproduciéndose con potencia inalterada. La muerte natural de las anémonas es difícil, pues nada indica en ellas síntomas de envejecimiento. Con todo, las pérdidas por accidente son frecuentes, siendo uno de los pocos motivos que pueden acabar con ellas.
En los mares cálidos es muy abundante un pececillo llamado "pez payaso" que se agazapa cómodamente entre los tentáculos de las anémonas, sin que le ocurra nada malo por la inmunidad que adquiere. Este pez, de cuerpo de vivo color rojo con bonitas rayas amarillas, ante el peligro se refugia entre los tóxicos y punzantes tentáculos; ahí duerme e incluso coloca sus huevecillos hasta que nacen las crías y se alimenta de los restos de las presas de la anémona.
Los corales son pequeños antozoarios muy parecidos en forma y estructura a las anémonas, pero viven formando colonias en donde los individuos secretan un esqueleto que a veces resulta blanco y flexible, como por ejemplo en los "abanicos de mar" o gorgonias y en las "plumas de mar", algunas de las cuales son luminosas y viven en los abismos; en otros, el esqueleto es duro y calcáreo como en la madréporas propias de los mares cálidos, en donde llegan a formar rocas enteras y arrecifes coralinos.
Los corales blandos o gorgónidos tienen un significado importante para el hombre, porque entre ellos se encuentra el llamado coral rojo o coral noble que ha sido cosechado desde tiempo inmemorial para trabajos de joyería. En los tiempos actuales también otro gorgónido, el coral negro, ha cobrado importancia en esta industria.
Varios compuestos extraídos de gorgoniáceos del tipo de los abanicos de mar han demostrado tener propiedades bactericidas, por lo que podrían emplearse como antibióticos. Algunos tienen sustancias que impiden el desarrollo de las células cancerosas. Otros producen prostaglandina, que es un compuesto químico que se utiliza para preparar sustancias que permiten regular el sistema de reproducción humano. En la actualidad se están estudiando los métodos para producir estos medicamentos a gran escala.
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Figura 13. Antozoarios: anémona y coral.
Los celenterados presentan para la especie humana un ejemplo de la distribución del trabajo en beneficio de la comunidad; por su belleza e interés siguen estimulando la mente humana, ya sea de los científicos que tratan de arrancar los secretos de su vitalidad, de la toxicidad de sus venenos y de los importantes fármacos que producen, como la de los buzos que encuentran en ellos el estimulante paisaje en que recrearse o el organismo agresivo del que cuidarse.
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