V. LAS ESPONJAS COMO COMPONENTES COMUNES DEL BENTOS. SU UTILIZACIÓN

EN LA frontera entre los seres unicelulares y pluricelulares se halla un grupo de criaturas, las esponjas, del que todo el mundo ha visto o quizá ha usado algún ejemplar, y que tienen gran interés para la ciencia y para la economía de algunos pueblos.

Las esponjas son conocidas desde tiempos remotos; Aristóteles, tres siglos antes de Cristo, menciona ya en sus escritos a algunos de estos seres, de los que hizo interesantes observaciones. Eran ya utilizadas por los griegos, quienes en las tibias aguas del archipiélago helénico, desde tiempo inmemorial, se dedicaron a su pesca, en la que llegaron a ser muy diestros. Los antiguos griegos no sólo utilizaban las esponjas en su aseo personal, sino también para acolchonar sus cascos de bronce y pesadas armaduras de guerra.

La clasificación de este grupo dentro del mundo animal o vegetal constituyó un verdadero problema para los científicos, ya que al encontrar yodo en su cuerpo se creía que eran vegetales. Hasta entrado el siglo XVIII el origen de las esponjas se justificó de diversas maneras, primero como espuma de mar solidificada, después como nidos de ciertos animales marinos o como plantas. Fue el inglés John Ellis, en 1786, quien resolvió definitivamente el enigma, declarando que las esponjas son, de hecho, organismos animales. Ellis observó los movimientos de retracción y expansión de los poros del cuerpo de la esponja, así como las corrientes de agua que atraviesan su cuerpo.

No obstante, las esponjas carecen de algunas características de los animales típicos: no tienen órganos totalmente diferenciados, en cierto modo se podrían considerar equivalentes a colonias de células donde cada una de ellas continúa alimentándose y asimilando por sí misma.

Las esponjas presentan cámaras interiores revestidas de células, cada una de las cuales posee un largo filamento, el flagelo. Estas células toman las partículas alimenticias del agua que fluye a través del cuerpo de la esponja y de su sistema de canales, impulsada por incontables sacudidas de los flagelos.

Las colonias de animales que no se desplazan en el mar, necesitan que las corrientes marinas lleven partículas alimenticias hasta la proximidad de sus órganos de captura como los flagelos, tentáculos o penachos. Pero las esponjas, gracias a las células que producen esa corriente de agua en su interior, pueden vivir también en aguas quietas, con tal de que posean sustancias nutritivas.

El bombeo de la colonia aporta sin cesar agua nueva que, con sus partículas en suspensión, atraviesa el cuerpo de la esponja y llega a las células; éstas aprovechan el oxígeno disuelto en el agua y además capturan el alimento; después, el agua es arrojada de nuevo hacia afuera y arrastra con ella las materias de desecho y bióxido de carbono producidos por la esponja.

Como las esponjas están completamente abiertas al agua, no tienen problemas de presión a cualquier profundidad del mar donde vivan: su cuerpo siempre está lleno de agua a la misma presión de la que las rodea.

Existen esponjas macizas o incrustantes que revisten piedras o corales; las hay de cuerpo saliente con aspecto ramificado o de cornamenta, o bien de forma de abanico que se eleva varios metros del fondo a partir de un tejido con aspecto de hongo. Son organismos resistentes y córneos que dentro de la cadena trófica sólo sirven de alimento a muy pocos animales.

Un caso realmente curioso lo constituyen diversas esponjas del género Cliona, llamadas "esponjas perforantes", que viven en zonas de poca profundidad, excavando agujeros en los fondos calizos y en los corales, perforándolos de tal forma que llegan a destruirlos totalmente. No se sabe el mecanismo que emplean, pero se cree que lo hacen por el bombardeo de la superficie que quieren atacar con las puntas de sus espículas silíceas, que actúan como barrenos a pesar de su fineza. Aunque el proceso es lento, se hace eficaz debido a su continuidad. Estas esponjas son muy perjudiciales, pues atacan bancos enteros de ostras, agujerándolas, e incluso deshaciendo por completo a las escolleras de los puertos, sobre las que se encuentran fijadas las ostras.

Las esponjas son animales marinos en su inmensa mayoría, y sólo se conoce la familia Sipongillidae que vive en agua dulce; todas ellas son seres sedentarios, que viven fijos al fondo o a los objetos sumergidos. La esponja tipo puede ser considerada como un jarrón con paredes que presentan gran cantidad de poros llamados inhalantes porque dejan pasar el agua, la cual llega a la cavidad del jarrón denominada gástrica, cámara central o espongiocele, de donde vuelve a salir por un orificio situado generalmente arriba, llamado ósculo.

Las paredes del cuerpo tienen una constitución muy sencilla, iniciándose apenas la diferenciación celular para formar tejidos. Este hecho ha permitido realizar experimentos muy interesantes: por ejemplo, en algunas esponjas se ha estudiado el proceso de reasociación de sus células, para reorganizar el conjunto cuando han sido disociadas por procedimientos experimentales.

Los experimentos del doctor Wilson son de gran importancia. Este biólogo tamizaba pequeños trozos de esponja a través de una tela de seda como las que se emplean para cernir harinas, lo cual determinaba la disociación de las células de la esponja, que aparecían separadas unas de otras; estas células eran recogidas en un recipiente lleno de agua del mar y se les dejaba en reposo; al cabo de algún tiempo, las células formaban una especie de placas en el fondo del recipiente en que se les mantenía, y poco después, si las condiciones eran favorables, se constituían pequeñas esponjas en las que se podía reconocer la organización originaria y fundamental de estos organismos.

Se observó también que si se mezclaban células de dos especies de esponjas diferentes en una suspensión, las células se separaban limpiamente, resultando nuevas esponjas diminutas de una y de otra especie, pero no híbridas. Por esto, no es extraño que surjan esponjas donde otras han sido arrancadas.

Todo el secreto del vivir de la esponja estriba en la corriente de agua ininterrumpida que penetra por los poros y circula por un sistema de canales en el interior de su cuerpo. Si un buzo vierte tinta junto a una gran esponja, el fluido desaparece, absorbido por los innumerables poros, y vuelve a salir algo diluido, como una nube azulada, a través del canal expulsor principal.





Figura 10. Tipos de esponjas.

Según la complicación del sistema de canales las esponjas pueden ser de tres tipos: el primero, llamado Ascon, es cuando se presenta la cavidad de la esponja a todo lo largo de su cuerpo; el segundo, el Sicon, tiene la cavidad dividida en canales radiales, y el tercero, el Leucon, presenta una ramificación grande en cada uno de estos canales formando pequeñas cámaras vibrátiles en donde se agrupan las células flageladas.

Medidas efectuadas demuestran que una esponja del tipo Leucon, de 10 centímetros de altura y 1 centímetro de diámetro, tiene 2 250 000 cámaras vibrátiles, cuyo trabajo es causa de que diariamente la atraviesen 22 litros y medio de agua.

El esqueleto de las esponjas también presenta gran diversidad y en algunas está constituido por una sustancia llamada espongina, muy fuerte y flexible, por lo que reciben el nombre de córneas, ya que cuando se queman desprenden olor a cuerno; otras tienen esqueleto formado por espículas, que pueden ser de carbonato de calcio, las cuales convierten al animal en algo tan duro y quebradizo como la piedra, siendo por esto que a estas esponjas se las denomina calcáreas; otras más, algunas de las más hermosas, tienen esqueletos de sílice, estructurados con agujas y filamentos entrelazados de vidrio hilado, conocidas con el nombre de silicosas.

Esas esponjas silicosas o de vidrio son muy comunes en las aguas profundas. Entre ellas se cuenta la Euplectella, conocida también como "canasta de flores de Venus" o "regadera de Filipinas o del Japón". Esta hermosa criatura se encuentra a profundidades de 200 a 300 metros, tiene aproximadamente 13 centímetros de largo y se asemeja a un cesto de encaje de vidrio tejido, adornado con aristas y poros colocados simétricamente.

Por regla general, cada una de esas esponjas está habitada por un par de pequeños crustáceos que entran y salen con dificultad por las aberturas de la pared de vidrio cuando son jóvenes, y que por fin crecen tanto que quedan permanentemente aprisionados en la esponja. Para obtener su alimento depende de lo que atraviese los poros y llegue hasta ellos.

En Japón esos pequeños crustáceos que viven en sus brillantes jaulas de vidrio se consideran como símbolos de la felicidad conyugal, equivalente al que alcanza entre nosotros el anillo nupcial. El significado de todo esto es que esos animalitos se encuentran encerrados en parejas, de por vida, en la bella cárcel silícea.





Figura 11. Euplectella, esponja silicosa.

Las esponjas se pueden fijar al sustrato directamente por secreciones de sus células o utilizando sus espículas. La esponja Feronema de las aguas profundas se asemeja a un cesto ovalado tejido con finas agujas, con un gran montón de pelo de vidrio en un extremo. Una especie que se encuentra en el Océano Índico a lo largo de las costas del África se llama "esponja de una aguja" porque está sujeta al fondo del mar por una gruesa aguja de vidrio en su extremo inferior.

Otras esponjas de las profundidades están ancladas por fuertes cuerdas de vidrio o aun con apéndices en forma de garfio que se asemejan a las anclas que utilizan los barcos; casi todas ellas quedan sobre largos tallos o troncos para que el fondo desprendido por las criaturas que pasan no obstruya sus poros.

Se conocen unas 5 000 especies de esponjas, de las cuales solamente unas 150 habitan en agua dulce, todas ellas pertenecientes a las esponjas córneas. Entre las esponjas marinas, las calcáreas suelen vivir en fondos poco profundos, mientras que las silíceas habitan, preferentemente, las aguas profundas. Las córneas, también conocidas como Demospongias, se encuentran en cualquier profundidad, desde la zona de las mareas hasta más de 7 000 metros. Las esponjas córneas presentan gran diversidad de coloraciones y tonos, dando a las rocas en que se fijan el aspecto de acuarelas policromadas.

Las esponjas calcáreas tienen a menudo un agradable aspecto de filigrana pero, al igual que las esponjas silíceas, carecen actualmente de interés económico. En cambio, las esponjas comerciales pertenecen a las córneas, son capturadas en todos los mares cálidos y se venden a buen precio. En las esponjas llamadas de tocador, el esqueleto sólo tiene blandas fibras córneas dándole un suave tacto, y las esponjas que contienen inclusiones duras sirven para limpiar animales u otros usos análogos.

Se ha intentado con éxito el cultivo de la esponja de baño, debiéndose los primeros ensayos al naturalista francés Lamiral; más tarde, Oscar Schmidt, ayudado por Buccich, prosiguió estos trabajos hasta alcanzar resultados positivos, que han sido la base de la actividad de los modernos establecimientos de espongicultura, fundados en la costa del norte de África, principalmente en Argelia. La pesca de la esponja se desarrolló originariamente en el Mediterráneo. Hoy esta pesca y el cultivo se han difundido en forma notable.

A pesar de que es fácil cosechar gran cantidad de esponjas de tamaño y calidades aceptables, difícilmente se podrían extinguir por pesca abusiva, debido a que al cortarlas se deja un tallo que se encarga de regenerar una nueva esponja.

Los pescadores de esponjas del Golfo de México, las islas Bahamas o el Mediterráneo oriental, a menudo capturan a las esponjas buceando a distintas profundidades, sin protegerse debidamente de la presión de agua. Es una profesión muy arriesgada y trabajosa, pero, con todo, se ha heredado por generaciones. La realizan casi exclusivamente los pescadores indígenas, cuya técnica recuerda la de los pescadores de perlas. Suelen sacarla también por medio de buzos con escafandra, que trabajan a profundidades de 20 a 30 metros, con magnífico rendimiento. Para pescarla los buceadores libres y los buzos utilizan una especie de tridente.

También se puede realizar la captura con tridente valiéndose de pequeñas embarcaciones, en las que van tres o cuatro hombres. Localizadas las esponjas con ayuda de un anteojo de agua, el pescador desde la misma embarcación la pincha con el tridente para subirla a bordo.





Figura 12. Cultivo de esponjas de baño.

Otro método de colecta es la pesca con una especie de draga llamada gangave, que rastrea los fondos y arranca las esponjas que se encuentran en los mismos. Con este sistema se arrasan los fondos de esponjas, sin distinción de tamaño, y los productos recogidos se hallan, muchas veces, en mal estado. Actualmente se dedica a estos menesteres una flota de unos 4 000 barcos.

Recién pescadas las esponjas se denominan "ucires", ya que llevan consigo materia orgánica. Es preciso quitarles dicha materia, así como todos los organismos que viven en ella y las impurezas que puedan tener. Por lo general, se deja que las esponjas se pudran, y después de ciertos tratamientos químicos, se obtienen las esponjas blancas del mercado.

Las esponjas naturales son siempre muy apreciadas, pese a la competencia de las esponjas sintéticas, ya que no se consigue dar a éstas la suavidad y la capacidad de retención de agua que tienen las primeras.

En Cuba, la producción de esponjas ha experimentado un incremento considerable en los últimos años. De 11 toneladas que se obtuvieron en 1962, se ha pasado a 36.5 toneladas anuales en 1984. Además, se están haciendo serios esfuerzos por elevar más aún la producción, implementando tecnología y sobre todo con métodos de cultivo.

En México, la explotación industrial de las esponjas se llevaba a cabo, principalmente, en Isla Mujeres, situada frente a las costas del territorio de Quintana Roo, en la península de Yucatán.

Algunas esponjas se han utilizado como alimento: entre ellas destaca Urondrosia reniformis por su buen sabor; otras se emplean para obtener productos industriales, tan curiosos como los polvos picantes.

También se está estudiando la producción de antibióticos a partir de las esponjas, observándose que pueden ser más poderosas que la penicilina. Por ejemplo, de la Microciona prolifera se obtiene un antimicrobiano que ataca bacterias tanto Gram positivo como negativo y también es antimicótico, es decir que destruye hongos; otras, como Haliclona viridis y Choadrilla micula, producen sustancias antitumorales.

Hoy se cultivan esponjas en los fondos del arrecife de las Bahamas. Los ejemplares se cortan y sus pedazos se fijan con alambre a bloques de cemento que se plantan en la laguna. Al cabo de dos años, cada pedazo se convierte en una esponja bien desarrollada, que puede ser decolorada y vendida. Esto es importante en la actualidad en que persiste la demanda por lo auténtico y no por lo sintético.

Las esponjas representan para los demás organismos un nicho de protección y alimento, por lo que muchos seres vivos depositan sus huevecillos entre las bellas colonias de estos animales, pasando también ahí sus estados larvarios y juveniles. En este medio que representa la esponja se efectúan las más diversas actividades de la trama de la vida, lo que ha hecho que los naturalistas las tomen como modelos para algunos de sus estudios.

También para la humanidad han representado elementos de adorno y de comodidad dentro de su actividad diaria y en la actualidad rinden apreciables beneficios a los pescadores de diferentes países.

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