VII. LOS ARRECIFES DE CORAL
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N MUNDO
fascinante se despliega bajo el mar; es un reino con sus propios colores, leyes y belleza. Los arrecifes de coral de los mares tropicales constituyen un típico ejemplo, formando la más grandiosa comunidad viviente que puebla los mares; colosal y fantástica creación arquitectónica edificada por unos diminutos y primitivos animales pertenecientes al grupo de los celenterados o Cnidaria conocidos con el nombre de corales. Existen aproximadamente 2 500 especies diferentes de ellos que tienen la facultad de extraer carbonato de calcio del agua del mar y elaborar con él esqueletos de piedra caliza para su propia protección.Los arrecifes de coral representan uno de los ecosistemas más productivos del planeta y también uno de los más complejos. Las especies básicas de estas biocenosis son los corales; a medida que los animales se multiplican en un sitio y añaden capa sobre capa de sus esqueletos calcáreos se forman grandes arrecifes compuestos de millones de criaturas pertenecientes a varios grupos de vegetales y animales. La masa de uno solo de estos cúmulos representa un esfuerzo constructor mucho mayor que el realizado por el hombre desde su aparición.
La unidad viviente del coral es el pólipo, sencillo animal que puede ser observado viviendo individualmente o formando colonias, con el cuerpo en forma de saco cuyas paredes están estructuradas por dos capas celulares que rodean una cavidad gástrica que se abre por medio de una boca que también funciona como ano, circundada de tentáculos.
Estos animales poseen células especiales, los nematocistos, distribuidos por la pared de su cuerpo, concentrados singularmente cerca de la boca, en los tentáculos, y capaces de inyectar en los enemigos o las presas una sustancia urticante, siempre molesta para el hombre y en ciertos casos peligrosa.
Siendo el arrecife de coral la comunidad vital más próspera que se conoce, alberga la máxima riqueza y variedad de criaturas vegetales y animales, de modos de vida y de relaciones de conducta. Es un lugar que resulta un paraíso para todos los que se interesan por la vida en el mar, y muy especialmente para los buceadores deportivos.
Los pólipos pertenecen a la clase de los antozoos, la cual tiene tres órdenes: los tetracoralarios, caracterizados por tener la boca rodeada por cuatro tentáculos y que vivieron en el Paleozoico y que en la actualidad han desaparecido; los octocoralarios, provistos de ocho tentáculos, y los hexacoralarios, que tienen seis tentáculos o un múltiplo de seis.
Entre los octocoralarios se encuentran colonias ramificadas cuyo esqueleto interno es duro, pero con el extremo blando, como el "coral rojo" del género Corallium, el "coral azul" Heliopora y algunos gorgoniáceos llamados "abanicos de mar", como el "coral negro".
A los hexacoralarios pertenencen los verdaderos formadores de arrecifes coralinos; éstos son del grupo de los madreporanos, que forman un exoesqueleto de carbonato de calcio alrededor del pólipo, que a su vez se encuentra fijo sobre un cáliz.
El arrecife coralino se va estructurando poco a poco, iniciando su construcción cuando una larva microscópica, llamada plánula, se fija en un soporte rocoso, sobre el que se desarrolla el pequeño pólipo, el cual se reproduce asexualmente constituyendo yemas que originan nuevos pólipos y así la colonia crece rápidamente; los pólipos secretan su exoesqueleto formando una estructura caliza, que es diferente en forma y tamaño en cada especie.
Los poliperos calcáreos presentan las formas más extrañas y caprichosas. En ocasiones tienen aspecto de masas redondeadas, como bolas a veces gigantescas de superficie áspera, a modo de cerebro, y con frecuencia se los encuentra reunidos entre sí, dando lugar a los más extraños conjuntos. Lo más común, sin embargo, es que las colonias tomen un aspecto ramificado de vegetal, arbustos frondosos de graciosas formas, intrincado ramaje que imita la cornamenta del ciervo, representado por Acropora cervicornis, de inusitada espectacularidad, y hay otros con forma palmeada, como Acropora palmata.
Figura 14. Arrecife coralino mostrando diferentes tipos de corales.
Sobre la superficie de cada polípero se observan innumerables agujeritos circulares, hoyitos troquelados que se repiten con igual forma y disposición, llamados cálices, y que constituyen la habitación de las pequeñas flores de mar, formadoras del coral.
Ésta es la causa del nombre madrépora que se da a estos políperos, que significa "madre de poros" por la cantidad de orificios que la ornamentan.
Otro celenterado que ayuda a la formación de los arrecifes coralinos es el del género Millepora, que pertenece a los hidrozoarios, acertadamente denominados hidrocoralarios, que tienen un exoesqueleto calcáreo de color amarillo en donde se fijan diminutos pólipos, para cuya observación es necesario el microscopio; estos pequeños animales tienen gran cantidad de células urticantes, que cuando el hombre las toca le producen una irritación aguda, por lo que se les llama "coral de fuego".
También en la estructura de los arrecifes intervienen las algas coralinas, que pertenecen al grupo de las rodofíceas o algas rojas, y cuyos tejidos están fuertemente calcificados formando costras de color rojo sobre los corales, a los cuales protegen de la acción nociva de las olas. Estas algas son muy resistentes y pueden seguir vivas a pesar de quedar expuestas durante la bajamar a la luz directa y el calor del Sol. Entre los principales géneros se encuentran Lithothamnium, que es la más abundante en las costas de mares tropicales, además de Melobesia, Porolithon y Corallina.
Los arrecifes de coral abrigan una fauna muy característica y en gran medida exclusiva, que contiene representantes de casi todos los grandes grupos animales con sus numerosas familias y especies. La gran belleza de los multiformes corales se ornamenta con formas de vida del más variado colorido, como insólitas gemas.
Invertebrados tales como equinodermos adquieren una gran importancia en esta polimorfa y polícroma población; entre ellos destaca la bella estrella de mar espinosa del género Acanthaster, voraz consumidora de coral. Existen diversas especies de crinoideos, conocidos como "lirios de mar", que se desarrollan abundantemente en las formaciones coralinas. Se encuentran también frondosos políperos calcáreos, gorgonias, briozoarios, foraminíferos, anélidos tubícolas, grandes moluscos, lo que forma una intrincada maraña en la que buscan refugio infinidad de pececillos de vistosos colores, adaptados a los hermosos tonos cromáticos del coral.
Son extraordinariamente complejas las relaciones que se establecen entre los componentes de esta comunidad, sólo comparables a las de las selvas tropicales, por lo intrincado y preciso de las interdependencias mutuas que ahí se desarrollan. Cada arrecife está dividido en una multitud de hábitats y en cada uno de ellos hay un lugar determinado para cada animal.
El trabajo de miles de seres diminutos realiza el milagro de formar políperos maravillosos, extraños, creando selvas enmarañadas y quietas en las que se guarece multitud de organismos.
El esfuerzo gigantesco de un sinnúmero de pólipos, tanto en los mares actuales como en los del pasado, da lugar a la formación de potentes arrecifes, islas enteras y rocas firmísimas que pueden llegar a constituir cordilleras y montañas.
Los corales constructores de arrecifes sólo pueden multiplicarse en aguas poco profundas, calientes y claras, donde la luz del Sol llegue en abundancia hasta ellos, encontrándose desde la franja sublitoral hasta profundidades de 30 a 40 metros. Los factores que regulan la presencia de corales en determinadas regiones del océano son: temperatura, sedimentación, iluminación, corrientes y salinidad.
Como las especies que constituyen los arrecifes de coral son estenotermas, la temperatura del agua del mar no puede ser inferior a los 20°C; sin embargo, la media anual es más elevada, por lo que sólo crecen entre los 37° de latitud norte y sur. Los corales se desarrollan con toda su capacidad sólo cuando la temperatura media está comprendida entre los 25°C y los 30°C; aunque pueden sobrevivir a temperaturas ligeramente inferiores por cortos periodos de tiempo, una exposición prolongada destruye el arrecife.
En Indonesia, región famosa por sus arrecifes coralinos, la temperatura oscila entre los 27°C y los 28°C. Además, los arrecifes sólo crecen en aguas superficiales, entre otras causas porque muchos de los organismos que los forman necesitan luz para realizar sus funciones.
La sedimentación debe ser mínima, ya que las partículas de sedimento pueden quedar sobre los pólipos causándoles la muerte al bloquear los canales alimenticios.
La iluminación, por el contrario, debe ser máxima, ya que en las paredes de los cuerpos de los pólipos hay algas unicelulares simbióticas, llamadas zooxantelas, que requieren de la luz. El papel que estas algas desempeñan no está totalmente aclarado; se pensó que su función primordial era ceder oxígeno al animal, pero actualmente esta hipótesis ha sido descartada, pues resulta obvio que es mucho más fácil conseguir oxígeno de la enorme fuente que es el agua del mar.
Hoy se sabe que las zooxantelas consumen fundamentalmente productos de excreción del animal y, por otra parte, ceden a éste sustancias aún no reconocidas que actuarían de forma semejante a las vitaminas y hormonas, además de proporcionar alimento.
Las zooxantelas se encuentran en una proporción de 30 000 ejemplares por milímetro cúbico de tejido vivo del coral; otra de las funciones que parecen desempeñar estas algas es la de facilitar y acelerar el metabolismo del calcio, por lo que son indispensables para el crecimiento vigoroso de su anfitrión.
Debe haber corrientes o acción de las olas que muevan el agua por encima del arrecife: los corales se alimentan del plancton que capturan los pólipos con sus tentáculos, y las corrientes de agua favorecen esta provisión de alimentos.
La salinidad ha de ser igual a la del océano, ya que una disminución mayor de 25 partes por mil alteraría el arrecife.
Las condiciones anteriores determinan que los arrecifes coralinos sólo puedan hallarse en las aguas someras tropicales y en las costas orientales de los continentes, ya que el margen occidental es inadecuado para el establecimiento de estos organismos, por la presencia de corrientes frías o por afloramiento de masas de agua fría de las profundidades, que impiden su desarrollo.
Los arrecifes ocupan un cinturón alrededor de la Tierra, limitado por los trópicos de Cáncer y Capricornio y, como ya dijimos, se sitúan solamente en el lado este de los continentes. Todo el Pacífico tropical se halla salpicado de islas madrepóricas, esparcidas unas veces y reunidas otras, formando verdaderos enjambres.
Figura 15. Distribución de los corales en el mundo
Los arrecifes coralinos tienden a adquirir formas y estructuras características debido a la acción continua del oleaje sobre ellos; el movimiento del mar estimula el crecimiento de los corales y de las algas incrustantes, lo que hace que el arrecife tome el aspecto de grandes pilares y murallas verticales.
Existen muchos tipos de arrecifes, como los "arrecifes en flecos", las "plataformas coralinas", los "arrecifes en cresta", los "arrecifes circulares"; sin embargo, clásicamente suelen distinguirse tres tipos de arrecifes coralinos: los litorales, los de barrera y los atolones. En ocasiones, como sucede en las costas de Florida, las madréporas constituyen arrecifes lineales o litorales que prolongan la línea de costa a modo de una extensa plataforma que bordea el litoral como una dilatada franja formada por áspero ramaje, que hace de estos parajes un serio peligro para la navegación.
Otras veces, están construidos a cierta distancia del litoral, de tal modo que entre el arrecife y la tierra firme se interpone un canal, unas veces amplio, otras angosto, de poca profundidad (de unos 30 centímetros a 2 metros), que recibe el nombre de "canal de embarque", ocupado generalmente por aguas limpias, transparentes y tranquilas, que encierran en su interior una o varias islas no coralinas, formando los arrecifes de barrera, como es el caso de la Gran Barrera del Queensland australiano, de 2 080 kilómetros de longitud y una superficie de 250 000 kilómetros cuadrados, o también la barrera de Belice en el Mar Caribe.
Existen otras formas que presentan los arrecifes coralinos, los llamados atolones, islotes circulares que rodean una laguna, de una profundidad de 30 metros y un diámetro que puede exceder los 60 kilómetros, sin aparente conexión con tierras sumergidas. Casi todos los atolones se encuentran en los Océanos Índico y Pacífico y en los mares de Indonesia.
Las islas de coral son por demás extrañas: todas ellas son bajas con playas blanquísimas, formadas por los restos de las madréporas trituradas por la acción del mar, que las destroza y pulveriza hasta quedar reducidas a fragmentos cada vez más pequeños.
Figura 16. Diferentes tipos de arrecifes.
Estas sorprendentes islas coralinas, abanicadas constantemente por las brisas húmedas del mar o azotadas por el huracán, están impregnadas del ambiente marino. Su vegetación típica es la de palmeras de cocos cuyas raíces fijan fuertemente y permiten que la arena se acumule y forme nuevo suelo en donde pueden germinar otros vegetales como gramíneas. Pero lo más curioso es que estas islas casi siempre tienen la misma forma. Son una especie de anillo o círculo de coral cuyo centro está ocupado por una laguna en donde la pesca abunda prodigiosamente, separada del mar por la estrecha faja consolidada que las madréporas han construido.
Los primeros atolones fueron descubiertos durante las grandes expediciones de circunnavegación de finales del siglo
XVIII
; después se comprobó que un buen número de islas y arrecifes sembrados en el gran océano son atolones.Los invertebrados coloniales formadores de arrecifes tienen una gran importancia, puesto que no sólo dan lugar al más rico ecosistema marino, sino que también ayudan a formar, gracias a su actividad, tierras emergidas donde puede asentarse una población vegetal y animal estrictamente terrestre.
Un gran número de animales y vegetales residentes en el arrecife coralino ejercen una acción destructiva, como las bacterias, hongos y algas, erizos, estrellas, bivalvos perforadores, gusanos poliquetos y esponjas, a cuya tarea demoledora hay que sumar la de los peces, algunos de los cuales se alimentan del pólipo o de ramas enteras de corales que trituran para aprovechar su porción orgánica. Todos ellos perforan al coral, en todos los sentidos, preparando de esta manera la acción erosiva del mar.
Mucho más selectiva y especializada es la actividad de ciertas holoturias que ingieren trozos desprendidos y muertos de las colonias de coral, triturándolos en su sistema digestivo para aprovechar la parte orgánica. Podría sospecharse que el efecto de estos equinodermos es mínimo, pero datos experimentales han confirmado que, asombrosamente, una sola holoturia produce de 10 a 80 kilogramos de detritus al año.
Pese a las ventajas que ofrecen los arrecifes coralinos, crecen con mucha lentitud, alrededor de 30 milímetros por año y sólo en determinadas condiciones ambientales; por esto se empezaron a estudiar las posibilidades de crear arrecifes artificiales para formar refugios para peces y muchos organismos marinos como pulpos, erizos, algas, corales; estos arrecifes serían construidos en playas desnudas bajo aguas no muy profundas en donde haya poblaciones susceptibles de fijarse en provecho de pescadores, biólogos y otros estudiosos de la vida marina.
Cada vez se construyen más arrecifes artificiales; prácticamente cualquier estructura que se deposite bajo el agua, como barcos y aviones hundidos, puentes, muelles, etc., constituye una base adecuada para la proliferación de crustáceos, moluscos, algas y numerosas especies de escama, a la vez que proporciona un buen sitio para la pesca deportiva.
En San Francisco, Hawai, Japón y otros lugares se han colocado algunos de estos arrecifes hechos con carrocerías de automóvil, pilotes, tubos y vigas de concreto, entre otros materiales, eligiendo los más resistentes a la corrosión rápida.
Según investigaciones realizadas en el Laboratorio de Investigación de Peces Marinos para la Pesca Deportiva, de Sandy Hook, Nueva Jersey, que inició la construcción y el estudio de arrecifes artificiales, consideró que los mejores materiales para la construcción de estos arrecifes son las llantas viejas, ya que ofrecen varias vantajas: se pueden obtener fácilmente, no se descomponen ni se oxidan y no despiden sustancias tóxicas.
El estudio de los fantásticos paisajes de los arrecifes coralinos ha permitido establecer lo magno de la increíble obra arquitectónica originada por los diminutos invertebrados, en donde se alberga una cantidad de vida no superada en riqueza por ningún otro ecosistema marino.
Esta majestuosa obra no debe ser destruida por el hombre, por lo que cada vez se tiene que convencer de que los arrecifes de coral deben ser declarados parques nacionales, con el fin de que, en esta vida tan acelerada que el hombre se ha impuesto, cuente con lugares de belleza natural para su esparcimiento y aprender lo sabia que es la naturaleza.
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