XII. LOS CRUSTÁCEOS DEL BENTOS, SUS ADAPTACIONES MIMÉTICAS. IMPORTANCIA
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crustáceos, de los que se conocen unas 25 000 especies, la mayoría de ellas marinas, constituyen junto con los arácnidos, los miriápodos y los insectos, un mismo tronco animal, el de los artrópodos, que reciben este nombre por presentar sus apéndices formados por pequeños segmentos articulados llamados artejos.Estos apéndices tienen forma y función muy variable, como de patas para la locomoción, de pinzas para capturar a sus presas, de filamento o antenas que son sensoriales, dentados y dispuestos alrededor de la boca, y otros que intervienen en las funciones reproductoras.
La palabra crustáceo significa que tiene la cubierta de su cuerpo en forma de una verdadera costra denominada caparazón, endurecida por la presencia de sales de calcio. Su cuerpo está típicamente dividido en cuatro regiones: la cabeza, el tórax o pereión, el abdomen o pleón y la cola o el telsón; por lo general la cabeza y el pereión están soldados, formando una sola región llamada cefalotórax.
Cuando se presenta el crecimiento en ciertas épocas del año, el caparazón se desprende y el animal deja su cubierta protectora y, después de aumentar de tamaño, forma otra nueva; este proceso recibe el nombre de "muda".
El grupo de los crustáceos presenta gran variedad de formas y tamaños; por ejemplo, los cangrejos gigantes, como la "araña del Mar del Japón", que mide con sus patas extendidas tres metros, mientras los copépodos del plancton apenas alcanzan unos cuantos milímetros y existen entre ambos una multitud de tallas.
A los crustáceos se les ha dividido en varios grupos, entre los más comunes se encuentran los braquiópodos, copépodos, ostrácodos, cirrípedos y decápodos.
Los braquiópodos, a los que pertenece el género Artemia, pasan casi inadvertidos en el mar; en cambio, los copépodos viven en el océano en cantidades inimaginables y son el principal alimento de muchos peces gregarios, como los arenques del Mar del Norte, que consumen cada año millones de toneladas del copépodo Calanus.
Los cirrípedos no sólo se encuentran viviendo libremente, sino que son parásitos de otros animales y a veces adoptan aspecto de gusano, como cuando se fijan en la boca y sobre las branquias del huésped de cuyos líquidos orgánicos se alimentan. En ocasiones, con ayuda de otros peces y de otros crustáceos, los organismos parasitados pueden desprenderse de estos intrusos.
Los cirrípedos comprenden a organismos sésiles con su cuerpo totalmente envuelto por un caparazón; habitan en todos los mares. Los más abundantes son las "bellotas de mar", las del género Balanus, las "anatifas" Lepas y los percebes Mitella.
Las bellotas de mar, que semejan conos de un centímetro de alto, se fijan sobre piedras, postes y objetos sólidos de la costa, a menudo por encima de la línea de la marea, en la zona de salpicaduras.
Su caparazón pétreo puede medir desde milímetros hasta 5 o 10 centímetros; la vida activa del organismo sólo puede observarse bajo las aguas, cuando se abre el caparazón y saca de entre sus blancas cubiertas dos apéndices ramificados que baten regularmente las aguas para captar alimento.
Para la industria naviera las bellotas representan un problema, ya que se fijan sobre los cascos de los buques y forman capas que impiden la buena navegación y les causan deterioros. Otras bellotas de mar, de 2 y 3 centímetros de diámetro, viven sobre las ballenas, donde se enraizan en la piel y en la grasa, y no se sabe qué daño le producen al cetáceo.
Los percebes son cirrípedos muy apreciados por los consumidores de mariscos en España y México. Viven adheridos a las rocas por su pedúnculo, generalmente en zonas muy batidas por el oleaje, tales como acantilados o islotes rocosos, por lo que su pesca se hace un poco riesgosa. Son animales hermafroditas, es decir que el mismo individuo tiene gónadas femeninas y masculinas. La parte comestible del animal es el pedúnculo, el cual se ingiere después de la cocción.
Los decápodos se llaman así por tener cinco pares de apéndices de función locomotora. Su forma es muy variada y en general alcanzan grandes dimensiones; en el caso de los "cangrejos araña" que viven en el Océano Pacífico llegan a medir 3 metros de envergadura.
En estos organismos todo el cefalotórax está cubierto por el caparazón; constituyen tres grupos: los macruros, que tienen el abdomen bien desarrollado, como el camarón; los anomuros, que carecen de cubierta quitinosa en el abdomen, protegido sólo por una débil película, como en los cangrejos ermitaños, y los braquiuros, que poseen el abdomen muy reducido y replegado debajo del cefalotórax, que está muy ensanchado, como sucede en los cangrejos comunes.
Los decápodos son unisexuales y se pueden distinguir los sexos fácilmente, ya que el macho tiene el abdomen con sus apéndices abdominales, mientras que la hembra lo presenta ensanchado para poder transportar los huevecillos.
También se observa que las patas de los crustáceos decápodos se separan con facilidad del cuerpo por amputación refleja o autotomía cuando se les trata de capturar, y si la ruptura se hace por sección transversal en un nivel preciso, la pata vuelve a crecer inmediatamente sobre el muñón que ha quedado.
Entre los macruros más comunes de los mares europeos figura la cigala, provista de grandes pinzas y de caparazón fuerte, que se pesca en el Atlántico y en el Mediterráneo. También en esta región se encuentra el langostino que en América es generalmente de agua dulce; vive en los fondos arenosos del Mediterráneo y las costas de Huelva y Cádiz, y se alimenta de gusanos y moluscos.
Típica del Mediterráneo es la gamba, pariente cercano del langostino, y conocida en los mares cálidos del Nuevo Continente con el nombre genérico de Penaeus. Otros macruros de menor tamaño se conocen con el nombre de quisquillas o langostillas que por su abundancia en los océanos son consideradas como uno de los recursos potenciales más importantes para el hombre.
Los camarones abundan en los fondos moviéndose por los coletazos producidos por la musculatura del abdomen que los impulsa bruscamente hacia atrás, permitiéndoles así escapar de sus enemigos. Se pescan con redes de arrastre de malla fina; a bordo del barco se conservan congelados o en hielo, o bien se cuecen y, una vez pelados, el abdomen sirve para preparar platillos apetitosos. Existen varias especies de camarones en todos los mares que difieren tanto en tamaño como en colorido, de acuerdo con su género de vida y las zonas donde se les encuentra.
Figura 27. Camarón.
El "camarón de arena" puede desplazarse sobre el fondo usando su quinto par de patas, pero cuando reposa queda enterrado en la arena y deja salir sólo los ojos y las antenas. Las quisquillas, en cambio, abundan en los fondos rocosos, mientras que en el Mediterráneo la "quisquilla de pinzas" se suele introducir en las cavidades de las esponjas y en las conchas de algunos moluscos.
La quisquilla de pradera, llamada así por vivir entre las algas y vegetales marinos, se destaca por su asombrosa facultad para camuflarse mediante cambios de color: durante la noche es azul, pero de día adopta color verde, pardo, rojizo y hasta naranja o rosado, según el tono de la planta sobre la que posa, y a veces llega a imitar fielmente el dibujo de algunas plantas marinas. El cuerpo desaparece de la vista gracias a este dibujo y a su propia transparencia. Estos cambios de color son provocados por hormonas que, a su vez, controlan las respuestas de ciertos órganos nerviosos centrales y de los pedúnculos oculares, así como la concentración de pigmentos en las células del tegumento que recubre su cuerpo.
Una fuerte armadura es la característica de los bogavantes del género Homarus y langostas del Panulirus, organismos con abdomen largo. El bogavante americano es una de las especies más arrogantes en su género y alcanza avanzada edad: un ejemplar pescado en la costa de Nueva Inglaterra pesó 22 kilogramos y, según los expertos, contaba por lo menos 50 años.
Los bogavantes viven durante el verano resguardados en sus propios territorios, pero al llegar el invierno realizan largos desplazamientos. Muchos depredadores temen a sus dos potentes tenazas, una de ellas es más fina y prensil, y la otra voluminosa y cascadora; además su defensa queda bien asegurada con el duro caparazón.
Su crecimiento se produce por mudas, es decir, el animal se desprende de su caparazón y fabrica otro nuevo de mayor tamaño; se calcula que a los 5 años y después de 25 mudas, el bogavante mide 25 centímetros y pesa 500 gramos; su tamaño máximo es de medio metro y su peso de 5 kilogramos.
Las langostas carecen de verdaderas tenazas, pero mantienen a raya a los enemigos gracias a sus largas antenas y a que se esconden en las rocas; asomadas en sus cuevas sujetan al atacante con esos largos apéndices que funcionan como "lanzas y confunden e incluso hieren a peces pequeños.
Figura 28. Langosta.
El gran peso del caparazón impide nadar a los bogavantes y langostas, pero en cambio les es útil para resistir los embates del oleaje en las costas arenosas, donde pasan el tiempo bajo piedras o en oquedades; durante la noche salen de su escondite y recorren los fondos, cazando su alimento que principalmente son moluscos y otros invertebrados y peces.
Entre los anomuros se encuentran numerosas formas extrañas de crustáceos, una de las más notables es el "cangrejo ermitaño" del género Pagurus, cuyo abdomen es largo pero desnudo de caparazón y se enrolla en espiral.
Ante la necesidad de proteger su vulnerable abdomen, este cangrejo, que marcha pero no nada, busca una concha vacía de caracol en la que introduce su blando abdomen sin perder su libertad de peregrinaje. A partir de entonces, arrastra consigo su "casa portátil". Algunas especies pueden introducirse totalmente en la concha, cerrando la entrada con sus pinzas. Otra ventaja consiste en que la concha retiene agua, muy útil para la respiración branquial cuando el cangrejo queda al descubierto en la bajamar.
Algunos ermitaños no se conforman con la protección de la concha, y se asocian con anémonas que imponen respeto a los depredadores con sus tentáculos urticantes. La anémona se fija encima de la concha y también resulta beneficiada con el continuo traslado, que le permite capturar un mayor número de presas.
El estar enclaustrados les plantea algunos problemas, ya que el crecimiento de estos cangrejos es igual que el de otros crustáceos, es decir por medio de mudas, por lo que debe cambiar cada cierto tiempo el caparazón por uno nuevo que se endurece después de que el cangrejo abandona la antigua concha. A veces se producen fuertes luchas entre cangrejos para conseguir la nueva vivienda y puede ocurrir que uno de los rivales ocupe el interior de la concha y siga fuertemente entrelazado con el otro por las tenazas; el vencido se contenta con ocupar la vieja concha del vencedor.
Un segundo problema se le presenta al ermitaño que poseía una anémona sobre su vieja concha, y es que ésta no se traslada por sí sola a la nueva vivienda y necesita ser cambiada por ellos: el cangrejo rasca y estimula a la anémona hasta que ésta se contrae y se deja trasladar prendida en las tenazas, esta acción la realiza con delicadeza, pues las anémonas en ocasiones se parten en pedazos antes de desprenderse de su base.
Figura 29. Cangrejo ermitaño.
Existen anémonas que ahorran al ermitaño el trabajo del cambio de concha, ya que segregan en la base de su cuerpo una sustancia dura que van depositando en la entrada de la concha, y de este modo amplían progresivamente la vivienda del cangrejo a medida que éste crece.
Otros cangrejos ermitaños introducen el abdomen en una colonia del llamado "coral de fuego" del género Millepora, la cual va creciendo junto con el cangrejo, por lo que la relación es permanente.
Los braquiuros, con su abdomen corto, forman el grupo más grande de los crustáceos decápodos; está representado por los comunes "cangrejos de mar" de los géneros Callinectes, Carcinus, Cancer, entre otros, con unas 4 500 especies. Su cola se ha atrofiado y por lo general marchan lateralmente.
En muchos cangrejos de mar las patas están conformadas para desempeñar distintas funciones. Algunos de ellos poseen patas remadoras y son destacados nadadores; entre éstos los hay que se mueven en nutridos grupos por la superficie del mar. Otros, con sus patas cavadoras, son capaces de enterrarse con gran rapidez en la tierra o el lodo cuando acecha el peligro.
Las hembras de muchas especies tienen el extremo del abdomen dilatado, lo que les sirve como "cuna" para portar los huevecillos; el "cangrejo azul americano" puede llevar hasta 2 millones de huevos. Una vez fecundados, la hembra los carga en su abdomen hasta que nacen las larvas.
En muchas costas cálidas pueden encontrarse grupos compactos de cangrejos pequeños que manifiestan una conducta muy curiosa; hasta más de 50 organismos llegan a congregarse en una superficie de un metro cuadrado. Al observarlos de cerca se descubre el porqué de la inquietud reinante, ya que los individuos machos tienen una de las tenazas descomunalmente crecida y la mueven rítmicamente de arriba abajo cada fracción de segundo, con el fin de atraer a las hembras para el apareamiento. Cuando una pareja de los organismos empieza con esta actividad cesa la reunión con la estampida general de los cangrejos, que desaparecen en las galerías que ellos mismos excavan, cuyas entradas obstruyen con un tapón de cieno.
Resulta sorprendente contemplar la huida del cangrejo corredor, propio de las costas tropicales, aunque también existe en el Mediterráneo; se eleva mucho sobre sus patas y corre lateralmente por las arenas a tal velocidad que le ha valido el sobrenombre de la "liebre de los cangrejos". Tienen tanta rapidez para enterrarse en la arena con sus patas posteriores como para correr por ésta y, como su cuerpo es transparente, se dificulta localizarlos.
No faltan cangrejos que son maestros del camuflaje; cubren su caparazón dorsal con algas y conchas que sujetan a ciertas espinas y cerdas de su propio cuerpo. Algunas especies usan estos restos animales o vegetales como escudo, pudiéndose observar que, cuando algún enemigo se aferra a la cubierta, el cangrejo la deja tras de sí y logra escapar.
El "cangrejo felpudo" mide 5 centímetros de longitud y corta con sus tenazas trozos de esponja adecuados para cubrir su caparazón, los que mantiene sujetos con las patas posteriores, que están diferenciadas por su forma y cortedad, apropiadas para su cometido. Si a pesar de todo el animal fuera sorprendido y obligado a huir, se desprende de la esponja; en otras ocasiones la esponja sigue su crecimiento y recubre el cuerpo del cangrejo.
Algunos cangrejos de mar tienen importancia económica, como el Cancer pagurus, que llega a pesar casi medio kilo, por lo que se pesca sistemáticamente por su tamaño y buena carne. En España, donde se le conoce con el nombre de "cangrejo buey", es objeto de un consumo muy elevado; su carne es sabrosa y los ejemplares llegan a medir hasta 30 centímetros de ancho, presentando potentes pinzas que producen heridas muy dolorosas.
En México existe la "jaiba" del género Callinectes, muy apreciada por el sabor de su carne y en algunos lugares representa una pesquería importante.
La centolla habita en Alaska, y se le llama "cangrejo rey de Alaska", famoso en el mundo entero no sólo por su exquisito sabor, sino también por sus magníficas dimensiones. Las hembras llevan en el vientre, durante 6 u 8 semanas, los huevecillos fertilizados hasta que salen los nuevos individuos. Las minúsculas larvas flotan en el océano cierto tiempo formando parte del plancton y luego se hunden hasta llegar al fondo, para dirigirse hacia aguas más profundas. Ahí maduran y permanecen todo el invierno, retornando a las aguas someras en la primavera para reproducirse.
Gigante entre los crustáceos es el cangrejo araña japonés Macrocheira kaimpferi, que recordarán quienes visitaron el viejo Museo de Historia Natural de la Ciudad de México, donde se exhibía un ejemplar disecado. De color escarlata, este cangrejo tiene un cuerpo de sólo 30 centímetros de diámetro, pero sus patas se extienden a más de 3 metros de punta a punta; a pesar de su arrebatador aspecto, el cangrejo gigante no es lo suficientemente fuerte para enfrentarse a un enemigo y prefiere ocultarse o escapar.
El grupo de los crustáceos bentónicos es característico por las adaptaciones que presentan para poder habitar los diferentes nichos de los fondos marinos. Además es importante en la alimentación humana, por lo que también es necesario conocer los métodos para su explotación racional.
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