XIII. PECES DEMERSALES. SUS ADAPTACIONES E IMPORTANCIA

Los peces son animales acu�ticos, con una mayor�a de organismos marinos, que viven en las diferentes regiones oce�nicas, desde la costa hasta las mayores profundidades. Por la caracter�stica de su esqueleto se pueden distinguir dos grandes grupos, los elasmobranquios o peces cartilaginosos, cuyo esqueleto est� formado por cart�lagos, como es el caso del tibur�n y las rayas, y los peces �seos, que ya presentan esqueleto �seo, como el at�n, el robalo, etc�tera.

Se consideran peces demersales los representantes de estos grupos que viven en o cerca del fondo de las zonas litoral, eulitoral y plataforma continental, llegando hasta profundidades de m�s o menos 500 metros. Estos peces, en general, presentan poco movimiento y se mantienen en contacto con el fondo, pero pueden efectuar movimientos migratorios seg�n sus necesidades alimenticias o su ciclo de vida.

En la zona litoral algunos peces que viven en el fondo desarrollan costumbres curiosas y suelen desplazarse tierra adentro para hacer cortos recorridos antes de regresar al mar.

En las regiones tropicales, especialmente en los manglares en donde el agua es salobre, se encuentran peces que se podr�an considerar "anfibios", ya que se arrastran por el suelo y trepan por las ra�ces de los mangles con ayuda de sus musculosas aletas pectorales. Estos peces han sido observados en Australia y cuando el hombre se aproxima a ellos, se arrojan al agua de un salto de manera parecida a como lo hacen las ranas. Nadan en la superficie con gran rapidez, dejando en ella una sola estela. Los "peces anfibios" tambi�n se localizan sobre las piedras que salen del agua en la orilla de la playa.

Los peces llamados anabas, que viven en el litoral de los mares tropicales, tienen un comportamiento an�logo a estos peces capaces de vivir en los dos medios, con la ventaja de que est�n dotados de un �rgano respiratorio suplementario abajo de las branquias, que les permite retener suficiente cantidad de agua para humedecerlas, de modo que pueden respirar normalmente cuando se hallan en tierra firme.

Los peces del g�nero Gobius, llamados com�nmente "g�bidos", saltarines, miden 15 cent�metros de longitud y viven en las inmediaciones de las costas de todos los mares, a profundidades que oscilan entre 2 y 20 metros, cuyo fondo es cenagoso, rico en vegetaci�n y de aguas tranquilas, pudiendo encontrarse en zonas arenosas y rocosas donde el flujo y reflujo de las mareas dejan descubiertos grandes espacios, y no les afecta la abundancia ni la disminuci�n del agua. Durante la bajamar, al quedar en seco en el lodo, levantan del fondo la primera porci�n del cuerpo, apoy�ndose en las robustas aletas pectorales y miran en torno suyo como si quisieran cerciorarse de que no corren peligro; luego, empleando esas aletas a modo de patas, se arrastran hasta subir a la orilla, pudiendo brincar de piedra en piedra por la acci�n de la fuerte parte posterior del cuerpo; por esto se les ha llamado "saltadores del barro".

La larga exposici�n al aire y al Sol no les perjudica, porque los intercambios gaseosos pueden llevarlos a cabo tambi�n en el medio atmosf�rico en donde cazan insectos, gusanos y moluscos que abundan en el fango. Est�n de tal manera adaptados a esta vida que, como se�alan los especialistas en el estudio de los peces o icti�logos, mueren si no pueden salir del agua de cuando en cuando. Estos saltarines son muy comunes en ciertas regiones y se capturan con fines alimenticios; as� lo hacen, por ejemplo, los tailandeses que los llaman con el curioso nombre de "platin".

Los peces de la familia Gobidae se consideran como los m�s diversificados de los peces costeros y sus 600 especies tienen en com�n el hecho de no rebasar los 20 cent�metros de longitud y el vivir en los charcos formados durante la retirada de las mareas, en los fondos pedregosos y en las praderas de faner�gamas y de algas marinas, donde presentan un comportamiento marcado de territorialidad, ocupando �reas de aproximadamente un metro de di�metro que el macho defiende de otros organismos, delimitando as� su zona de cr�a. Estos peces han logrado adaptarse de forma admirable a las condiciones costeras para obtener de ellas el m�ximo beneficio y quiz� sean parientes de los peces que originaron a los anfibios como las ranas.

En las costas rocosas de la zona eulitoral se encuentra gran diversidad de peces de fondo o demersales; entre ellos se pueden mencionar a las "morenas", que tienen cuerpo serpentiforme y est�n provistas de extraordinarias mand�bulas, no tienen aletas ventrales y s�lo un vestigio de las pectorales, quedando la dorsal y la anal cubiertas por la piel y formando un simple repliegue que el animal no utiliza para la nataci�n, la cual lleva a cabo perezosamente por ondulaciones de su cuerpo.

Estos peces con frecuencia hacen sus guaridas en las oquedades rocosas situadas inmediatamente bajo el nivel m�nimo de las mareas, y su cuerpo alargado y cil�ndrico, salvo en el extremo posterior, donde se comprime lateralmente, lo acomodan f�cilmente entre las piedras que forman su escondite.

La cabeza de las morenas es peque�a en relaci�n con el tama�o de su cuerpo, pero su hocico es c�nico y llevan una boca ancha provista de fuertes dientes, puntiagudos y numerosos; en el paladar portan gl�ndulas que segregan sustancias t�xicas, las cuales producen transtornos m�s o menos graves, incluso en los humanos, cuando las inocula al morder. Su alimentaci�n es carn�vora; algunas veces son muy voraces y agresivas y desde sus guaridas se lanzan con enorme agilidad sobre todos los animales que pasan cerca de ellas. Su aspecto es feroz, como lo saben los pescadores submarinos, y poseen una vitalidad notable, ya que, en ocasiones, cuando son arponeadas, han podido escapar.







Figura 30. Morena.

Las morenas, conocidas desde la antig�edad, fueron objeto de extravagantes creencias, como que pod�an seguir viviendo despu�s de haberles cortado la cabeza y que mor�an inmediatamente si se les amputaba la cola, donde resid�a su gran fuerza. Los romanos apreciaban tanto su carne, que las llegaron a criar y engordar en estanques anchos y profundos, construidos con sumo arte cerca de las playas, en los cuales el agua sal�a y circulaba libremente. Las morenas eran servidas por los romanos en los banquetes en que celebraban sus triunfos y as� satisfac�an su apetito.

Como algunos cre�an que tales peces resultaban m�s exquisitos si se les alimentaba con carne humana, arrojaban en los estanques esclavos presuntos culpables de cualquier delito para que los devorasen. En la actualidad las morenas se comen en las costas espa�olas e italianas y adem�s se aprovecha su piel, que es gruesa y resistente, para confeccionar bolsas y diversos objetos de peleter�a.

Otros de los peces que m�s abundan en las costas rocosas son la "lubina" de las costas atl�nticas de Espa�a, que tambi�n se conoce con el nombre de "lobo" en el Mediterr�neo y que pueden alcanzar hasta un metro de longitud y pesar varios kilos.

Su extraordinaria rapidez y habilidad, as� como sus h�bitos voraces, convierten a los robalos en el peor enemigo de los card�menes de pececillos y de las agrupaciones de crust�ceos que viven en las costas; por esta raz�n tambi�n se les puede considerar como especie para pesca deportiva, puesto que se prenden bien a los anzuelos.

Los "meros" de la familia Serranidae, son peces carn�voros de dientes c�nicos, que habitan en los fondos rocosos o coralinos, adornando su cuerpo con manchas de muy variados tonos.

Las chernas son peces demersales de cuerpo poderoso, a veces de proporciones considerables, que viven a unos metros de profundidad en todos los mares tropicales y subtropicales, pero pueden llegar a localizarse hasta 300 o 400 metros; su carne es muy apreciada en el mercado.

Dentro de esta fauna demersal de las costas rocosas llaman la atenci�n los "caballitos de mar" del g�nero Hippocampus, que son peces cuya forma extra�a ha llamado la atenci�n de los cient�ficos desde tiempos remotos. Existen en todos los mares c�lidos y templados del mundo, tienen el cuerpo comprimido lateralmente y su cabeza est� separada del tronco por una regi�n que podr�a llamarse "cuello", hecho �nico en el grupo de los peces, formando un �ngulo de 90 grados con el resto del cuerpo.





Figura 31. Hippocampus.

Su aspecto recuerda a la cabeza esquematizada de un caballo con el hocico tubular, no muy largo, en cuyo extremo se abre la peque�a boca; sus ojos son grandes y redondos y cerca de las aberturas branquiales se implantan las aletas pectorales en forma de abanicos. El cuerpo aplanado ancho termina en un extremo cil�ndrico adelgazado que se enrolla hacia adelante. Los machos presentan en la regi�n ventral una bolsa incubadora donde colocan a las cr�as durante su desarrollo; �stas salen cuando alcanzan de 10 a 12 mil�metros de longitud por uno de grosor.

El extra��simo cuerpo de estos peces tiene color variable: gris�ceo, amarillo, rojo, acasta�ado, verdoso, etc�tera, y presenta anillos transversales recorridos a lo largo por crestas y puntas.

Los caballitos de mar son depredadores de organismos de tama�o reducido que habitan las costas, como crust�ceos y otros peces que constituyen su alimento, los que son capturados mediante la fuerte succi�n de la boca en forma de trompa. La corriente provocada arrastra a las peque�as presas con tal fuerza, que hasta las de mayor tama�o se estrellan contra el orificio bucal y se destrozan, ingresando fragmentados al tubo digestivo de su depredador. Estos peces se encuentran casi siempre entre las algas ramificadas, a las que se sujetan utilizando la cola en posici�n vertical, haci�ndose casi invisibles para el ojo humano; de cuando en cuando sueltan la cola y hacen vibrar sus aletas que funcionan como h�lices, gracias a las cuales avanzan despacio.

En estas zonas rocosas, pero a mayor profundidad, se encuentran tambi�n gran diversidad de especies de peces demersales, que adem�s de sus diferentes adaptaciones para vivir en este medio, son de gran importancia para la pesca comercial. Por ejemplo, se tiene la cherna, que llega a medir hasta dos metros de longitud y pesar 50 kilos; este pez se caracteriza por tener una mand�bula prominente; es un animal fuerte que se alimenta de invertebrados y peces, y presenta carne blanca, firme y de magn�fico sabor.

Los huachinangos, guachinango o pargos colorados son peces demersales de roca de la familia Lutjanidae, con cuerpo robusto de coloraci�n caracter�stica en rojo, que viven en mares tropicales. Los ingleses les llaman snappers que significa "mordedores" y, por su color, red snappers. Se les encuentra formando bancos de varios individuos y su carne es muy apreciada, siendo alimento com�n en todas las regiones del planeta. Tambi�n est�n presentes en estas zonas de fondos rocosos las "cabrillas", Sciaenidos o curvinas.

En los fondos blandos de la plataforma continental, formados por arena y limo, se localiza una variada fauna de peces demersales. En estos fondos, los peces encuentran abundante alimentaci�n y las especies que ah� habitan no se parecen en nada a las que viven en los medios rocosos. Las adaptaciones de los peces planos, como los lenguados, son un ejemplo muy notable del acomodo para vivir en este tipo de fondos.

En los lenguados la simetr�a bilateral, caracter�stica de los peces, se pierde, ya que su cuerpo se aplana, toma una forma oval y sus estructuras se desplazan a una de las caras del cuerpo, la cual tambi�n conserva los pigmentos, mientras que la otra cara que est� en contacto con el fondo pierde su estructura y pigmentos. Particularmente sobre la cara pigmentada, en la cabeza, se encuentran los ojos muy pr�ximos, la boca se tuerce quedando lateral y las aletas son m�s grandes en la cara coloreada.

Estos peces se entierran en la arena por movimientos de sus aletas, dejando fuera s�lo los ojos, que tienen gran movilidad; en tal posici�n cambian de color en su porci�n pigmentada, adecu�ndolo de tal forma al medio, que hace casi imposible el descubrirlos. Llevan a cabo su nataci�n por movimientos ondulatorios del cuerpo.

Durante su reproducci�n, los lenguados depositan sus huevecillos en el fondo del agua y de ellos se desarrollan larvas muy diferentes a los adultos, con cuerpo sim�trico y que nadan libremente, pero esta forma cambia del todo en cierto momento de su metamorfosis. Un ojo se traslada al lado opuesto de la cabeza y termina por estar casi en contacto con el otro; a esta variaci�n se agrega la distorsi�n de la boca, la presencia de pigmentaci�n del lado destinado a mirar hacia arriba y la desaparici�n de la vejiga natatoria. As� transformados los j�venes, cambian tambi�n de h�bitos, bajan al fondo y se apoyan en �l como los adultos.

Los lenguados son carn�voros voraces, devoradores de pececillos, crust�ceos, gusanos, etc�tera. Suelen vivir a moderada profundidad, aunque existen algunas especies decididamente abisales, encontr�ndoseles en todos los mares la mayor�a son peque�os o de mediano tama�o, aunque algunos llegan a medir tres metros y pesar varios kilos; son muy estimados por el buen sabor de sus carnes blancas.

Las rayas son organismos cartilaginosos que viven en los fondos de arena y que se caracterizan por su cuerpo aplanado de la regi�n dorsal a la ventral y por tener sus aletas pectorales enormemente desarrolladas, tambi�n aplastadas, formando con la cabeza y el tronco un solo disco romboidal, de donde parte un ped�nculo caudal m�s o menos largo, terminado en aleta. En la zona donde sale la cola se localiza una espina o aguij�n con el cual puede causar heridas muy graves y dolorosas al inocular sustancias t�xicas. Dentro del grupo de las rayas existe gran diversidad, siendo las m�s comunes las "rayas l�tigo", los "torpedos" o "raya el�ctrica", la "mantarraya" o "diablo del mar", el "pez guitarra", etc�tera.

Adem�s de estos peces de fondo, en la plataforma continental se encuentran nadando cerca del fondo gran variedad de peces demersales, que constituyen una poblaci�n muy significativa para las pesquer�as del mundo.

El "bacalao" del g�nero Gadus es un hermoso pez que suele medir unos 50 cent�metros, aunque algunos ejemplares alcanzan metro y medio de longitud y pesan varias decenas de kilogramos. Tienen el dorso coloreado negrusco y el vientre blanco; su cuerpo es alargado, m�s bien pesado y macizo, cubierto de escamas peque��simas, con la l�nea lateral marcada dividiendo la regi�n dorsal de la ventral. Prefieren las aguas fr�as, en las que se hallan entre 0°C y 7°C, siendo organismos gregarios que viven acompa�ados de otros de su misma especie, formando bancos a profundidades de 500 metros, o sea, en el extremo l�mite de la meseta continental.

Para reproducirse, el bacalao busca aguas menos profundas y m�s c�lidas; su fecundidad es extraordinaria, pues una sola hembra puede poner entre 5 y 10 millones de huevos. Es muy voraz, y todas las presas que est�n a su alcance son buenas para �l, incluso los bacalaos peque�os; pero sus manjares favoritos son el calamar y el bucino ondulado, molusco de concha dura. Las principales zonas para la pesca de bacalao son, actualmente, la plataforma continental islandesa, los bancos de Terranova, la costa occidental de Groenlandia y el Mar de Barents.

La "merluza" del g�nero Merluccius es uno de los peces demersales de mayor estima, por la bondad y f�cil digesti�n de su carne. Su cuerpo es alargado y poco comprimido lateralmente, la cabeza fuerte y puntiaguda, la boca grande, los dientes robustos y la mand�bula m�s larga. Mide de 30 a 80 cent�metros de largo, aunque en algunos casos puede llegar a medir hasta un metro y medio. Son animales voraces que comen de preferencia otros peces, como sardinas, y van desde el fondo, en que descansan durante el d�a, a la superficie en busca de presas. Se pueden capturar todo el a�o, pero son m�s abundantes en los meses de febrero a mayo.

Los peces demersales representan un grupo de gran potencial pesquero, por lo que muchos pa�ses est�n haciendo esfuerzos por localizar nuevos fondos para su captura. Durante muchos a�os este tipo de peces se pescaron en la plataforma continental cerca de la costa, pero cada vez los barcos se tienen que retirar m�s para obtener estos recursos, siendo necesario dejar descansar los fondos donde tradicionalmente se hab�an capturado, con el fin de que se restablezcan, respetando a los peces j�venes y protegiendo ciertas zonas en forma de reservas naturales.

Este problema lo conocen muy bien los bi�logos nacionales e internacionales, lo que se necesita es hacer comprender a los gobiernos y a la industria pesquera que primero est� el inter�s de la humanidad que los intereses particulares de peque�os grupos.

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