II. UN PASEO POR LOS FONDOS OCEÁNICOS ILUMINADOS

CUANDO una persona se coloca frente al mar en la playa, no imagina el acuario espléndido que está observando: la riqueza y variedad de los vegetales y animales que se encuentran en las zonas oceánicas iluminadas compiten en rareza de tipos y de formas con los que puedan vivir en otros parajes del planeta.

La gran diversidad de seres vivos que se localizan en los fondos iluminados se debe a que el incesante trabajo del oleaje y las corrientes, las aportaciones de las aguas continentales que diluyen las del mar, las bruscas variaciones de temperatura y de composición química del líquido y del ambiente, ofrecen gran variabilidad en las condiciones de vida a los organismos que pueblan esos fondos. Esta riqueza y profusión de especies hacen de dichos ambientes una de las zonas preferidas por los biólogos para sus estudios y observaciones.

Según las características que se presentan en las diferentes áreas que forman los fondos del mar que están iluminados por la luz solar, se establece la distribución de los diversos tipos de organismos.

Los peñascos de los acantilados, modelados por el continuo golpear del mar, encierran un conjunto de seres que se cobijan temerosos en grietas y hendiduras, condenados de por vida a la amenaza de la fuerza de las olas que se producen en la zona de marea, en donde se inician los fondos iluminados.

Entre estos peñascos se forman los llamados charcos de marea, verdaderos acuarios que albergan gran cantidad de algas, entre las que dominan las clorofíceas, así como animales que viven fijos, como esponjas de diferentes colores (amarillas, rojas, azules, etcétera) y las anémonas de mar, también llamadas flores de mar, que habitan sobre las rocas abriendo las vistosas coronas que forman sus abundantes tentáculos con colores vivos y brillantes, y se pueden encontrar aisladas o bien reunidas formando vistosas colonias.

También son comunes en estos charcos de marea los balanus o bellotas de mar, que están fijos sobre las piedras del fondo y sacan sus branquias plumosas por la abertura de su exoesqueleto que tiene forma de un cono truncado. Estos balanus compiten por espacio con pequeños moluscos bivalvos del grupo de los mejillones y con caracolillos como el de las litorinas.

Algunos animales se mueven muy lentamente en los fondos de estos charcos, como las lapas, que tienen su concha formada por una sola placa, o los quitones, que la presentan hasta de ocho placas; en la bajamar el organismo adhiere firmemente su concha al sustrato conservando el agua para realizar sus funciones.





Figura 3. Los charcos de marea, verdaderos acuarios.

También se mueven lentamente en la cara inferior de las piedras las planarias, con su cuerpo aplanado en forma de hoja y su extremo anterior triangulado con dos manchas oculares negras que dan la apariencia de que estuvieran bizcas.

Los equinodermos se encuentran en estos charcos representados por las holoturias o pepinos de mar, de cuerpo alargado y cilíndrico con la boca rodeada por diez tentáculos que pueden ser ramificados y que se retraen cuando son sacados del agua; son muy correosas y se pueden meter entre las rocas. En estos animales se observa un curioso fenómeno, que consiste en que son capaces de desprenderse por autotomía de sus vísceras y las arrojan al exterior cuando se ven en peligro; sin embargo, el animal no muere, ya que las regenera en poco tiempo y recupera su actividad.

Otros equinodermos que viven sobre las rocas son las estrellas de mar de los géneros Heliaster y Solaster, que reciben este nombre por presentar brazos cortos alrededor de su cuerpo.

Multitud de pequeños pececillos se mueven en estas aguas encharcadas, algunos de ellos son juveniles de especies pelágicas costeras como los peces mariposa, también de vistosos colores con una llamativa mancha negra en su aleta caudal; las damiselas, de cuerpo alargado y amarillo verdoso con su aleta caudal en forma de arpa; o los pomacéntridos que tienen su cuerpo de color grisáceo, recorrido por franjas negras.

En las ensenadas de aguas transparentes, entre las algas, bulle una población de animales más delicados y vistosos, y aunque felices en apariencia, no dejan por ello de tener que afrontar con toda crudeza la lucha despiadada por la existencia.

En la zona litoral, la vegetación marina policromada prospera más y mejor; sus plantas multicolores contrastan con el monótono verdor de los vegetales terrestres. Entre las algas viven representantes de los celenterados, destacando algunos que se reúnen para formar colonias, como las llamadas "colonias de hidrozoarios", las que están formando diminutas ramitas sobre las cuales se implantan los pequeños organismos que tienen aspecto de florecillas cristalinas de tejidos delicados y transparentes que son los verdaderos pólipos, habitantes de una pequeña ciudad ramificada asociados para formar el conjunto, uniéndose unos individuos a otros a través de sus propios tejidos. Estas colonias llegan a medir de uno a varios centímetros de longitud.





Figura 4. Ciclo de vida de los hidrozoarios.

Si se examina la colonia con la ayuda de una lente de aumento o con el microscopio, se observa que no todos los animales que la constituyen son iguales; unos son diferentes a los otros no sólo por su forma, sino también porque desempeñan actividades muy distintas. Se produce en ellos un proceso de diferenciación de trabajo, que no deja de tener ciertas semejanzas con la que ocurre en las asociaciones humanas, en las que los distintos individuos desempeñan oficios o profesiones diferentes, lo cual determina que adquieran, además de singulares destrezas o habilidades, una determinada fisonomía.

Las dos grandes funciones que realizan todos los seres vivos, las nutritivas y las reproductoras, son las primeras que se imponen y las que determinan que en las colonias de hidrozoarios se encuentren pólipos nutritivos cuya única misión es comer y digerir, pero no sólo para ellos, sino en beneficio del conjunto; a estos individuos se les llama gastrozoides y sus tentáculos están entrenados para capturar presas, al mismo tiempo que las inmovilizan con una sustancia tóxica. Los encargados de la reproducción, los gonozoides, desempeñan con maestría su cometido, tomando formas muy variadas según la especie. De ellos se origina la medusa, que es libre nadadora y produce las células reproductoras femeninas y masculinas, las cuales al unirse constituyen el huevo o cigoto, del que se forma un organismo fundador que desarrollará una nueva colonia.

Otros pólipos que llaman la atención en la colonia son los encargados de la defensa, denominados macozoides, que tienen sus tentáculos cargados de células urticantes o nematocistos y que son los responsables de producir en la piel humana una irritación cuando se hace contacto con ellos.

Sobre las algas de los fondos iluminados se observan graciosos dibujos con aspecto de encajes sencillos, que no son otra cosa que colonias de briozoarios adheridas a las frondas de algas como los sargazos. Con el auxilio de la lente de aumento se puede ver cómo aparecen en ellas diminutos espacios poligonales de pequeñas dimensiones, dentro de los cuales se alojan los individuos de la colonia, que por su extraordinaria semejanza con los pólipos de los celenterados se llaman polipidios. Cada una de estas casitas forman el conjunto de las colonias y cada individuo saca por la abertura el airoso penacho de tentáculos de que está provisto, no sólo con el fin de respirar más libremente el oxígeno disuelto en el agua, sino también para capturar pequeñas presas que son conducidas hasta su boca.

Alternando con algas bentónicas de los fondos iluminados se encuentran las plantas superiores o fanerógamas, capaces de formar flores como órganos de reproducción; la más común es la talasia, que constituye los pastos marinos o ceibadales. La distribución de estas fanerógamas marinas está determinada por la temperatura del agua, la turbiedad, es decir la penetración de la luz en el agua, las corrientes y la acción de las olas; también depende de la dispersión de sus frutos y semillas que se lleva a cabo por las corrientes y por algunos animales en cuyos apéndices se pegan las semillas, como cangrejos y camarones.

La formación de flores de estas fanerógamas marinas es una adaptación a condiciones favorables del medio, relacionada con la variación estacional de temperatura y cantidad de luz; las flores son unisexuales, apareciendo en verano, pero cambian según el área donde habitan y no se conoce si se forman en la misma planta o en diferentes; este fenómeno de la reproducción de las fanerógamas marinas es el más interesante dentro del estudio de su biología, problema que necesita de mayor investigación.

Se debe considerar que estos vegetales también pueden reproducirse asexualmente por un crecimiento vegetativo realizado por medio de estructuras llamadas estolones que se desprenden del vegetal adulto y van a colonizar nuevas áreas.

Asociada a los vegetales de los pastos marinos se localiza una fauna formada, principalmente, por invertebrados que reptan sobre las hojas y el sedimento. El molusco Aplysia o liebre de mar se encuentra en forma abundante en aguas tropicales hacia finales de la primavera, sobre todo cuando la intensidad luminosa disminuye entre las hojas de la talasia; se mueve reptando sobre las hojas y moviendo elegantemente dos proyecciones laterales del pie, con aspecto de aletas, que se doblan hacia la región dorsal y dan la impresión de desarrollar movimientos alados cuando desean nadar. Las aplisias se alimentan de la talasia y de algas del tipo de las feofitas o algas pardas, y cuando se ven en peligro producen una tinta de color púrpura con la que distraen a sus atacantes para poder escapar.

También reptando sobre las frondas de las plantas marinas existen gran cantidad de representantes de otro grupo de moluscos, los nudibranquios, moviéndose entre el follaje denso de la talasia. Estos animales, generalmente pequeños ya que alcanzan de 1 a 5 centímetros, presentan su cuerpo desnudo en el estado adulto, tienen simetría bilateral y forma laminar y, en su región dorsal, el tegumento forma una serie de prolongaciones, a veces ramificadas, de vistoso colorido que desarrollan funciones respiratorias. Los nudibranquios son carnívoros, con marcado mimetismo, y entre los más comunes se encuentran Doris, Eolis, y Elisia.

Entre las frondas de los vegetales se observan rocas sumergidas en donde se fija gran cantidad de esponjas de forma, tamaño y coloración variable; las más comunes son la esponja amarilla Neopetrosia, y en menor cantidad Haliclona, esponja roja que a veces se desarrolla alrededor de las hojas de la talasia a las que aprisiona rodeándolas firmemente. Las colonias de esponjas pueden presentar formas tubulares que recuerdan los grandes edificios de las unidades habitacionales construidas por el hombre. Estas esponjas son la morada de infinidad de formas juveniles de todos los grupos de animales marinos: cangrejos que se disimulan de diferente manera, estrellas de mar que se ocultan para regenerar alguna de sus estructuras, larvas de peces, etcétera.

Los equinodermos más comunes entre el ceibadal son los erizos, principalmente Tripneutes, que tienen sus espinas sumamente cortas y de color blanquecino, por lo que se les llama "cabeza de viejo"; presentan sus pies ambulacrales fijados a piedras, trozos de conchas y restos de hojas de los vegetales marinos, para confundirse fácilmente con su medio y así pasar inadvertidos para sus enemigos y, a la vez, protegerse de la fuerte iluminación existente en aguas de poca profundidad.

Los erizos se alimentan de fragmentos de hojas de los vegetales, las que trituran con los cinco dientes calizos que forman parte de su aparato masticador, la "linterna de Aristóteles". El animal deja sus escondites para ir en busca de su alimento pero, una vez saciado su apetito, vuelve exactamente, con precisión asombrosa, al lugar que habitualmente ocupa entre las frondas del pasto marino.

Otros equinodermos que se observan en estos fondos iluminados son las estrellas de mar como las "platasterias" con sus cinco delgados brazos, las estrellas pentagonales de cuerpo espinoso, o las linqueas con seis brazos, y los ofiúridos o bailarinas del mar que se protegen escondiéndose, durante el día, entre las plantas marinas. Estos organismos presentan generalmente algunas de sus extremidades en regeneración, pero también pueden encontrarse brazos reconstruyendo el cuerpo de la estrella.

En el sedimento sobre el que crecen los pastos marinos se desarrolla una fauna muy abundante de invertebrados, sobre todo de anélidos o gusanos anillados, crustáceos y moluscos, reportándose datos curiosos sobre el número de estos animales marinos. La cantidad de especies de invertebrados en las comunidades de talasia de mares tropicales es mayor, comparada con la proporción de las que habitan en la arena sin vegetación. En Florida, por ejemplo, la relación es de 133 especies entre la talasia y solamente 29 en las zonas arenosas; entre estas especies, los animales más abundantes pertenecen a los anélidos poliquetos, moluscos, equinodermos y crustáceos.

Los peces proliferan en todas las épocas del año en estos fondos iluminados cubiertos por vegetales marinos; unos de los más abundantes son los sargentos, pequeños peces cuyo cuerpo de color amarillento está recorrido por líneas verticales de coloración grisácea oscura, y que se alimentan en parte de invertebrados que usualmente se localizan entre el follaje de talasia, por lo que estos peces recortan y fragmentan las hojas.

Ya entrada la primavera son frecuentes los cardúmenes de otros peces pequeños como el "pez pipa" u "hocico largo" o el "pez ángel" de cuerpo aplanado y negro, recorrido por líneas de color amarillo brillante, que se alimenta exclusivamente de hojas de talasia y que, además, interviene en la diseminación de frutas y semillas.

Estos pastos marinos se pueden desarrollar en las lagunas que forman los arrecifes coralinos llamados de barrera, en donde dominan las comunidades de algas policromadas como Halimeda, que se adhiere fuertemente con sus rizoides a conchas o colonias de corales que miden de 1 a 2 metros de diámetro, abajo de los cuales se refugian gran cantidad de invertebrados, como elegantes planarias que se deslizan sobre la superficie, comiendo pequeños filamentos de algas que están pegados sobre ella.

En las oquedades de estas colonias coralinas se encuentran los sipuncúlidos o botellitas de mar, Nereis o gusanos anillados que tienen multitud de peligrosas púas con las que se defienden de sus enemigos, y gran cantidad de pequeños cangrejos de diversas formas que enmascaran su cuerpo con pequeñas algas que los disimulan de tal modo que, de no moverse, es difícil localizarlos.

En colonias de coral de mayor tamaño se establecen interesantes ecosistemas de gran diversidad. En su región superior se fijan infinidad de algas verdes, rojas y cafés, sobre las que se mueven los nudibranquios. En la cara inferior, las esponjas de colores amarillo, rojo y azul forman cuadros policromados en donde se refugian juveniles de todos los grupos de invertebrados. En las grietas se incrustan erizos de mar que se desarrollan y van creciendo; otros equinodermos que se localizan en estos corales son los ofiúridos que forman agrupaciones de seis a siete individuos.

En los fondos arenosos de la laguna coralina se encuentran las algas Caulerpa, que se reproducen por estolones, es decir que cuando su tallo toca el fondo se entierra y en ese lugar se desarrolla una nueva planta, lo que asegura la difusión de estas algas en el pasto marino. Otro vegetal que abunda en esta zona es la fanerógama Halodule, que tiene hojas filiformes entre las que se esconden los peces aguja que se confunden por la forma de las frondas, pasando inadvertidos para la captura de sus presas.

También en esta zona se mueven, mostrando sus elegantes conchas, moluscos como las cipreas, de perfección estructural, color café y superficie completamente tersa; olivas con concha de trazos de belleza geométrica, conos de fuerte pie que mueven un temido gancho, así como las peinetas largas que forman las dos valvas de los callos de hacha.

En la barrera de coral la diversidad de organismos también es grande: entre los corales dominan la Acropora palmata con su forma de elegante palma y la Acropora cervicornis con la apariencia de cuernos de ciervo, además están la Siderastrea, que tiene las casas en donde se implantan los pólipos en forma de estrellas, y el Millepora, de color amarillo llamativo, que es el denominado coral de fuego, ya que cuando se hace contacto con su colonia, la piel se urtica produciendo un dolor semejante al de una quemadura.

En los corales encuentran su refugio animales como los lirios de mar, equinodermos crinoideos de color anaranjado brillante, que son de los más antiguos que existen. Los pepinos de mar u holoturias sólo sacan sus tentáculos en busca de alimento, siendo una de las especies más bellas la del género Euapta, que tiene su cuerpo completamente transparente, lo que permite observar su esqueleto formado por elegantes espículas silicosas con aspecto de figuras de vidrio; estos animales producen una sustancia antibiótica, la holoturina, que hace que las Euapta se encuentren solitarias.





Figura 5. Vista general de un arrecife.

Los peces de la barrera coralina se visten de elegantes libreas de infinidad de llamativos colores, dando un aspecto de gran belleza a esta zona del océano. Los universitarios, con su color azul y oro, se mueven ágilmente evitando ser alcanzados por sus perseguidores. Los individuos jóvenes de los Chaetodon o peces mariposa presentan cerca de su aleta caudal una mancha de color negro que les da la apariencia de tener un ojo posterior; nadan siempre juntos el macho y la hembra formando parejas.

Con frecuencia se refugian barracudas jóvenes, resultando difícil notar su presencia por la forma alargada de su cuerpo y la coloración poco llamativa que se confunde con el follaje; estas barracudas llegan a medir hasta 50 centímetros de longitud y sólo atacan cuando son molestadas. En las grutas que forman los corales se puede observar la amenazadora cabeza de las morenas, en donde se encuentra un boca armada de poderosos dientes.

Conforme se desciende en la barrera coralina, la variabilidad y tamaño de los organismos aumenta, aunque las coloraciones, por las propiedades de la luz, disminuyan en diversidad y sólo se observe una tonalidad azul. En estas colonias de coral es importante observar el trabajo de tantos miles de seres diminutos que estructuran maravillosas construcciones de mil formas caprichosas, cuyas ramificaciones entrelazan sus pétreos ramajes, creando selvas enmarañadas y grietas en las que se guarece una multitud de peces y cangrejos disfrazados de los más vistosos y brillantes colores, que se desplazan en grupo y van de aquí para allá, se esconden y aparecen para volverse a ocultar entre estas construcciones sumergidas, atractivo de los mares tropicales.

Sin lugar a dudas el hombre cuenta en el mar con escenarios de belleza inigualable, que pueden servir de laboratorio a las generaciones jóvenes para conocer nuevos valores que les permitan desarrollar un amor por lo que la naturaleza les ofrece, sin la competencia económica que, por desgracia, se ha establecido entre la especie humana.

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