IV. COMPARACIÓN ENTRE LA VIDA BENTÓNICA EN FONDOS ARENOSOS Y FANGOSOS
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materiales erosionados de las masas de tierra continentales están sometidos a un continuo transporte por el agua de las lluvias; son separados, desgastados por el rozamiento, parcialmente disueltos y eventualmente llevados al mar a través de los ríos, en donde algunos de ellos forman playas fangosas, bancos de arena, playas arenosas, deltas y otras formaciones en la orilla del mar.También la acción de las mareas, el oleaje y las actividades de los innumerables organismos excavadores y raspadores, además de la acción erosiva del viento, lluvia, heladas, etcétera, desgastan continuamente las áreas rocosas de la zona intermareal colaborando a que unos fondos sean arenosos y otros fangosos.
Los ríos de todo el mundo transportan al mar todos los años, aproximadamente, 8 millones de toneladas de sedimentos; por ejemplo, el fondo del Golfo de México es muy fangoso a causa de la gran cantidad de sedimentos aportados por los ríos Mississippi y Grande que desembocan en él.
Grandes extensiones de la plataforma continental en todos los océanos están cubiertas de arena o fango de diversos orígenes y, en general, los fondos rocosos o coralinos constituyen más la excepción que la generalidad.
Los organismos que habitan las playas arenosas y fangosas de la región intermareal escapan a la acción dinámica de las olas, a los efectos de la desecación y a las temperaturas extremas, enterrándose en el sustrato.
Cuando baja la marea, la zona que queda expuesta al aire parece estar desprovista de vida. Esto se debe a que sus habitantes han buscado protección dentro de la arena o el fango; sin embargo, la vida en tales condiciones requiere adaptaciones estructurales y fisiológicas de gran complejidad, conseguidas plenamente por un corto número de especies.
Las características fisicoquímicas de la arena están cambiando constantemente, mientras que las del fango, que se localizan en lugares más protegidos, son más estables. Los organismos son capaces de construir galerías permanentes en el fango; en cambio, en la arena sus "alojamientos" pueden cambiar con cada movimiento de la marea.
Los animales que viven en la arena deben ser capaces de enterrarse inmediatamente en el caso de quedar expuestos al aire y restablecer contacto con el agua superior tan pronto como sea posible para poder llevar a cabo su respiración, ya que necesitan tomar el oxígeno desde el agua. Sólo organismos más activos completamente adaptados a este medio inestable son capaces de subsistir en una playa expuesta, como sucede con ciertos cangrejos pequeños. En algunos lugares más protegidos donde la arena se vuelve más fangosa pueden existir seres vivos menos activos; pero el fango, a su vez, crea nuevos problemas por contener menos oxígeno disuelto.
Se ha demostrado que ni la dinámica marina, ni la temperatura, ni la capacidad de retención de la humedad en las playas arenosas y fangosas, son factores microambientales limitantes para la presencia de las especies; pero sí son importantes los factores que determinan la facilidad de penetración de agua en el sustrato, llamada capacidad de drenaje, su contenido y la disponibilidad de oxígeno y materia orgánica, aparte de los caracteres granulométricos y minerales de los sedimentos y la estabilidad de las playas.
Debido a las características fisicoquímicas que presentan las zonas arenosas y fangosas y a las modificaciones de los organismos en su estructura y función para adaptarse a ellas, existe una zonación especial en la distribución de estos seres vivos.
Muchas de las playas de arena están compuestas, en su mayoría, de cuarzo y feldespato, que son los minerales más duros y abundantes dejados por el desgaste de las rocas.
La distribución de los vegetales y los animales se inicia desde la parte alta de la duna en donde se encuentra una torturada y pobre vegetación, a la que se le llama vegetación pionera, que recubre los pelados montículos de arenas movedizas, azotadas por la brisa salobre, en un terreno impregnado de sales. Esta vegetación pionera va modificando poco a poco el ambiente para el establecimiento de la vegetación definitiva de las zonas costeras.
En la base de la duna se encuentran los agujeros en donde se cobijan los cangrejos de playa, animales recelosos y cautos, con una marcada actitud de prudente reserva. En las playas son frecuentes los "cangrejos violinistas", llamados así porque los machos presentan enorme desarrollo en una de sus pinzas.
Más cerca del agua viven otros pequeños cangrejos y un tipo de camarones de costumbres menos terrestres, ya que se localizan enterrados y dejando fuera sólo sus ojos para sorprender a cualquier presa que pueda satisfacer su apetito.
En el agua que se filtra en los fondos arenosos de la zona costera y que ocupa los poros y canales que dejan libres entre sí los granos de los sedimentos, se encuentra una comunidad de organismos especialmente adaptados a este ambiente, a la que se le llama comunidad intersticial.
Esta comunidad, formada por varios grupos zoológicos y botánicos, algunos exclusivos de esta zona donde se localizan bacterias, diatomeas, flagelados, es productora primaria para las poblaciones de inverteabrados fitófagos y carnívoros que ahí viven. Entre éstos se encuentran pequeños animales como los rotíferos y los copépodos, muchos gusanos redondos del grupo de los nemátodos, anélidos poliquetos, así como algunos moluscos diminutos.
Figura 7. Cangrejo violinista.
La fauna intersticial está caracterizada por la presencia de adaptaciones convergentes, es decir que todas las especies tienen aspecto parecido: tamaño muy pequeño, de 50 a 100 micras, rara vez alcanzan un milímetro; casi todas son móviles, aunque se dan raras excepciones sésiles; los cuerpos son filiformes y están provistos de cilios adaptados adecuadamente para moverse en los espacios intersticiales. Esta fauna varía según el tamaño de las partículas del sedimento, su localización en relación con la profundidad mareal, salinidad, temperatura del agua y otros factores.
Los organismos intersticiales contribuyen en forma importante a la provisión de alimento para los seres mayores que se nutren ingiriendo sedimentos y digiriendo la materia orgánica que contienen.
A partir de la línea de las bajamares comienza la zona infralitoral, cuyos primeros metros están cubiertos por extensas praderas formadas de fanerógamas marinas, que se extienden hasta el límite más profundo de penetración de la luz. Los géneros principales son las Zostera, Posidonia y Thalassia, éste último el más abundante en el continente americano y el que forma las praderas más extensas.
Cuando crece en fondos fangosos, Thalassia forma praderas continuas, pero en sedimentos más firmes como la arena lo hace en forma de manojos algo elevados sobre el sedimento circundante. Estas elevaciones se originan por una acumulación de guijarros, conchas y fragmentos de algas calcáreas retenidos por las raíces o rizomas de esta planta.
Los habitantes de la comunidad de Thalassia no se alimentan tanto del tejido de la planta como de la capa de organismos que cubre las hojas y de los detritos que origina. El campo de Thalassia proporciona a los organismos abundante oxígeno, soporte y protección, y éstos sirven, a su vez, de alimento para camarones y peces jóvenes; es por ello que las agrupaciones de fanerógamas marinas son de importancia considerable en la productividad de las aguas costeras.
Animales característicos de tales praderas son, por ejemplo, la gran estrella Oreaster, erizos, esponjas calcáreas, corales blandos como las gorgonias, plumas de mar y abanicos de mar. Uno de los peces característicos es la aguja de mar, que por la forma de su cuerpo se confunde con las hojas de la Thalassia.
Figura 8. Pez aguja, difícil de observar por su camuflaje.
Los siguientes metros de la zona infralitoral van a presentar fondos arenosos y otros cubiertos por fango. Los fondos arenosos son propios de aguas agitadas, mientras que en los fangosos dominan las aguas en calma, más profundas y más alejadas de los productores primarios. Los habitantes del fango son más delicados, frágiles, con conchas más delgadas y músculos más débiles que el de los habitantes de la arena.
En las playas de fondos arenosos viven enterradas estrellas de mar de cuerpo aplanado y membranoso, erizos de mar aplanados de espinas muy débiles y frágiles, con perforaciones o no en su caparazón, como el género Mellita, conocidos como "galletas de mar" o "dólares", por su aspecto. Algunos moluscos bivalvos se han adaptado también a vivir aquí, como las almejas, coquinas, Donax y las "navajas", bivalvos excavadores muy buscados por los gastrónomos.
Más profundamente están los erizos de cuerpo acorazonado, cuyo caparazón semeja un corazón, holoturias o pepinillos de mar de diversas especies, algunas de las cuales sirven para preparar el guiso trepangs, tan apreciado en China, Filipinas, Japón y África, a pesar de su aspecto repulsivo. Estas holotuarias se alimentan de pequeños moluscos, gusanos y crustáceos principalmente.
Una de las características más notables de los fondos areno-fangosos es la abundancia de gusanos, sobre todo de nemátodos de cuerpo redondo y anélidos, que viven enterrados a diferentes profundidades, formando galerías y excavaciones de mil formas.
Figura 9. Sabélido.
Principalmente en los fangos se encuentran ciertos poliquetos más o menos gruesos y de mayor o menor longitud, que se reconocen por su cuerpo anillado, como los de la familia de los Nereis, que presentan prolongaciones o parápodos laterales en cada anillo, llevando numerosas "quetas" o cerdas, de donde procede su nombre de poliquetos.
Otras especies, como Sabella, forman un tubo mucoso con aspecto de caucho cubierto con partículas de limo, hundido verticalmente en el sedimento. Estas especies se reconocen por su penacho branquial multicolor en forma de flor; al menor contacto, el animal se encierra bruscamente en su tubo, obturándolo con un opérculo. Estos animales capturan su alimento arrojando por su boca un líquido mucoso en donde se adhiere plancton, para después reabsorberlo.
Otros organismos que habitan estas zonas arenosas y fangosas son las esponjas, aunque se ha observado que la mayoría viven en facies rocosas, pues al ser inmóviles necesitan un soporte para poder fijarse; sin embargo, ciertas especies eligen una base insignificante como un pedrusco, guijarros, conchas o vegetales, por lo que se hallan incluidas en las facies de conjunto de los fondos blandos. Éste es el caso de las esponjas comerciales del género Euspongia que se pescan en el Mediterráneo y en el Mar Caribe, especialmente en los fondos poco profundos y arenosos, o cubiertos por fanerógamas.
Los fondos arenosos y fangosos son también muy frecuentados por una fauna "errante", que va a ellos en busca de refugio temporal y abundante comida; entre ésta se encuentran diferentes crustáceos y moluscos, quienes aprovechan este ambiente para depositar sus huevecillos o "puestas", que presentan formas características dependiendo de la especie.
El camarón gris es muy común en los fondos de arena; los cangrejos verdes o "rabiosos" corren por todas las playas y hormiguean en los bancos del fango, no son comestibles pero sirven como cebo para los pescadores de caña. En todas partes se encuentran numerosas especies de crustáceos: copépodos, anfípodos, isópodos; ciertos moluscos gasterópodos frecuentan las praderas de las zosteras, como la curiosa "liebre de mar" del género Aplysia, cuya concha muy reducida es, en parte, interna.
En medio de las praderas de zosteras, entre las hojas, se encuentra una variada fauna de actinias o anémonas de mar, ascidias, hidrozoarios y briozoarios. Y a todo este hervidero de vida viene a añadirse el molusco cefalópodo Sepia, que posee una bolsa de tinta y una concha caliza esponjosa, y presenta la facultad de enterrarse con rara habilidad por medio de movimientos oscilatorios.
También habitan estas zonas peces como los lenguados, de distintas especies, tan perseguidos por los pescadores por su carne excelente; este animal tiene su cuerpo aplanado, es asimétrico y contrahecho; sin duda por su tenaz costumbre de apoyarse de continuo sobre el fondo arenoso y plano, tiene una coloración imitativa que se confunde con la de la arena; conserva solamente, fuera de su lecho arenoso, sus ojos saltones en acecho de sus presas. Estas mismas costumbres llevan las rayas, peces muy voraces, el pez ángel y otros semejantes a las mantarrayas, aunque más pequeños.
Algunos peces que constituyen un peligro para el hombre, como los peces piedra y los torpedos, también se encuentran en estos fondos. Los peces piedra, que poseen glándulas venenosas en las bases de los radios de su aleta dorsal y de una espina, se esconden en el sedimento, y únicamente sacan a la superficie la espina venenosa. Si son pisados al caminar se inocula el veneno por la presión ejercida, muy tóxico para los centros nerviosos. Menos peligroso es el torpedo, parecido a las rayas, ya que sólo produce descargas eléctricas muy desagradables para el hombre.
Conforme se penetra a mayores profundidades se observa que ya no hay vegetación ni refugios naturales, tan preferidos por muchas especies. El suelo submarino está desnudo como un desierto, pues sin la luz del Sol es imposible la fotosíntesis; por ello existe otra fauna con características especiales para habitar esos fondos.
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