QUO VADIS, DARWIN?

Siempre he sostenido que es muy peligroso para un investigador en las �reas de la ecolog�a, la biogeograf�a, la historia natural, el comportamiento animal, la paleontolog�a, la embriolog�a, etc., presumir que ha hecho una contribuci�n original a su campo del conocimiento sin antes haber le�do El origen de las especies. La biolog�a se entiende cabalmente s�lo despu�s de haber le�do a Darwin.

Resulta en verdad sorprendente c�mo es que Darwin pudo haber tenido un efecto tan profundo sobre el pensamiento humano en general, pero especialmente en las ciencias biol�gicas. C�mo es que pudo tener una comprensi�n tan vasta de la fenomenolog�a biol�gica, y c�mo es que su influencia ha persistido un siglo despu�s de su muerte, no solamente por su contribuci�n directa al conocimiento, sino especialmente por las innumerables preguntas y temas de investigaci�n a que ha dado motivo (y seguramente seguir� motivando) en la biolog�a. En mi opini�n, El origen de las especies, y para ese caso varios otros de sus libros cl�sicos, tiene m�s valor por las innumerables preguntas y problemas biol�gicos que plantea que por las respuestas que proporciona. Su obra puede ser considerada como el cimiento del desarrollo de la biolog�a moderna y de gran parte de la investigaci�n que ha sustentado tal desarrollo. Pocos pensadores en casi cualquier campo del conocimiento humano pueden ufanarse de este hecho.

Es claro que lo anterior no es el resultado simplemente de un caso de suerte o de capacidad de resumen de ideas ya "maduras". �Por qu� �l y no otro? Hemos visto ya que varios bi�logos tan expertos o m�s que �l no s�lo fueron sus contempor�neos, sino que interactuaron intensamente con �l, exponi�ndose a (e incluso proporcion�ndole) buena parte de la informaci�n, los datos y los hechos que el mismo Darwin utilizaba. Darwin ten�a una especial capacidad para desarrollar sus propias ideas y, a partir de ellas, originar otras nuevas. Darwin era, al mismo tiempo, un amateur y un profesional. Un amateur en el sentido de que no derivaba su sustento econ�mico del ejercicio de su actividad de bi�logo y naturalista; un profesional, porque se dedicaba en cuerpo y alma a lo que hac�a. El ejercicio y la �tica de la ciencia se extend�an a su vida personal y se expresaban en una exigencia ilimitada en su pensamiento y en sus acciones, en una modestia a veces rallana en la patolog�a y en una enorme rectitud en sus actitudes familiares y sociales.

Los huesos de Charles Darwin han reposado por poco m�s de un siglo en la abad�a de Westminster, junto a los de su compatriota y colega cient�fico Isaac Newton. Seguramente este reposo se habr�a roto innumerables veces si Darwin se hubiese enterado de las controversias que, aun despu�s de su muerte, despertaron sus ideas evolucionistas: desde las controversias razonadas y fundamentadas del campo netamente cient�fico, hasta aquellas estimuladas por un oscurantismo neol�tico que, aun en nuestros d�as, aparecen peri�dicamente como emanaciones de procesos anaer�bicos en un pantano de ignorancia y de prejuicios.

El grado de controversia cient�fica sostenida a lo largo de mucho tiempo acerca de una teor�a es una medida de la fortaleza y la originalidad de la misma, aunque tambi�n de su mal entendimiento y distorsi�n. Hemos visto que el desarrollo de la gen�tica, desde la mendeliana hasta la molecular, ha producido informaci�n con la que ni Darwin ni otros evolucionistas de la primera mitad de este siglo, contaban. Las nuevas herramientas matem�ticas aplicadas al an�lisis de la gen�tica poblacional, los estudios sobre estructura y variabilidad de organismos miscrosc�picos pero de vida muy corta, en los que es posible estudiar cambios notables en frecuencias gen�ticas en grandes poblaciones, y otros avances que han sido posibles gracias a los adelantos tecnol�gicos, metodol�gicos y conceptuales, no han destruido las ideas de Darwin sino que las han ubicado en contextos m�s claramente definidos, modulando su aplicabilidad, de forma similar a como las ideas relativistas de Einstein no destruyeron la f�sica newtoniana, sino que definieron las circunstancias en las que s� se aplicaba. Ernst Mayr, quiz� el zo�logo y evolucionista vivo m�s respetado del mundo, se refiere a este aspecto diciendo: "...existe un alto grado de desacuerdo respecto a ciertos problemas espec�ficos de la evoluci�n. Sin embargo, ninguno de los puntos de vista contrapuestos cuestionan una sola de las tesis b�sicas de la nueva s�ntesis del darwinismo; simplemente proporcionan diferentes respuestas a los caminos que la evoluci�n puede tomar".

Los cambios que la fotograf�a de la teor�a darwinista est� sufriendo no se deben a que la imagen se est� borrando, sino al hecho de que el nuevo conocimiento biol�gico, obtenido abundantemente en los �ltimos a�os, le est� a�adiendo una gran cantidad de nuevos detalles que no eran evidentes en un principio.

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