XI. REGULACIÓN PESQUERA
EN LOS
últimos 20 años las capturas de productos del mar se han acrecentado de modo impresionante y el esfuerzo que se realiza para obtener cada tonelada de pescado ha aumentado intensamente; se considera que algunos de los recursos marinos comerciales llegan ya a las capturas máximas o, incluso, son excesivamente explotados. Frente a esta situación, existe la creencia cada vez más aceptada de que se deben regular y, en ciertos casos, reducir algunas operaciones pesqueras, con el objeto de que las poblaciones continúen proporcionando rendimientos adecuados para que puedan seguir siendo utilizados, de la mejor manera posible, los recursos existentes.En 1949, cuando se celebró la Conferencia Científica de las Naciones Unidas sobre la Conservación y Aprovechamiento de los Recursos Naturales, se señaló que un pequeño número de especies estaban sometidas a una pesca excesiva, principalmente en el norte del Atlántico y del Pacífico, como el hipogloso y el salmón.
La reacción de la industria pesquera ante el problema de la pesca excesiva ha consistido en dedicarse a capturar otras poblaciones que viven en nuevas áreas del océano, generalmente más distantes; pero es evidente que este proceso no puede seguir de manera indefinida.
Es posible que algunas de estas poblaciones también se estén agotando, como la sardina de la India, la caballa del mar Arábigo, y la merluza a lo largo de las costas occidentales del continente americano. Se ha calculado que para el año 2000 sólo unas cuantas poblaciones de los peces que se explotan convencionalmente quedarán sin ser aprovechadas. Por ello, la regulación de las pesquerías es un caso que exige cada vez mayor atención.
El problema de la pesca excesiva se agrava porque los recursos pesqueros no tienen, por lo general, un solo propietario y su conservación eficaz depende de la participación de todos los que explotan una determinada población de organismos; esto alcanza mayor complejidad cuando intervienen muchos países o cuando se captura más de una especie; sin embargo, hay que destacar que los problemas de sobreexplotación son los mismos aun en el caso de que un solo país explote una única población de organismos.
Biológicamente, la evaluación de cualquier pesquería consiste en medir el tamaño de la población y el efecto de las variaciones de la intensidad de pesca. Tal evaluación resulta más fácil y más precisa si se dispone de datos referidos a las diferentes épocas de captura.
Hace un siglo, casi todo el mundo, incluso los científicos más destacados, creía que los recursos vivos del mar eran prácticamente inagotables. Esta idea, que en aquel momento estaba justificada teniendo en cuenta la captura que se lograba y las flotas pesqueras que existían, ha quedado invalidada por la explotación intensiva de muchas especies de gran valor y cuyas poblaciones han llegado a ser vulnerables.
Cuando se desarrollaron los barcos arrastreros de vapor, que introdujeron las técnicas industriales modernas al campo de la pesca, empezaron a dar muestras de disminución las poblaciones de lenguados en el Mar del Norte, pero con las dos guerras mundiales vino una disminución en el esfuerzo pesquero y se dejó descansar este recurso, por lo que hubo una recuperación y estos barcos aumentaron sus capturas.
El objetivo final de toda la regulación pesquera consiste en que las poblaciones se puedan regenerar; esta regeneración puede observarse en algunas especies tan vulnerables como la ballena del sur, la cual está regresando a las aguas de Nueva Zelanda, y la ballena gris de California, que después de haber quedado gravemente reducida por una caza ilimitada, ha recibido una protección completa y, gracias a ella, se calcula que su número ha aumentado en un ritmo anual del 10%, acercándose a su tasa natural de crecimiento.
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Figura 39. Grandes capturas de una especie.
Al no existir reglamentaciones y ordenación y disminuir los recursos, las industrias se tienen que dedicar a otras poblaciones; por ejemplo, una vez que en el Mar del Norte escasearon el bacalao y la platija, la actividad de las industrias pesqueras de Inglaterra y Alemania se orientó hacia los caladeros de aguas distantes, especialmente a los de Islandia y el mar de Barents.
Los efectos de la pesca sobre una determinada población de organismos oceánicos han sido calculados por los científicos, quienes se sirven de los modelos matemáticos que les indican que, cuando una población no se explota, ésta aumenta de volumen y acaba por incluir una proporción relativamente elevada de ejemplares viejos y de grandes dimensiones, pero en un número equilibrado debido a la mortalidad natural de la especie.
Al iniciarse la explotación de una especie, las grandes capturas hacen descender la abundancia de la población y, al aminorarse el volumen de ésta, las pérdidas por mortalidad natural y por pesca harán que las ganancias derivadas del crecimiento y de la incorporación de individuos jóvenes a ella sean menores. Si la captura es igual a ese excedente, la población no variará de dimensiones; si es mayor que este rendimiento sostenible, se reducirá.
Además de los aspectos biológicos de los recursos que se toman en cuenta para la regulación pesquera, se tienen que considerar los aspectos económicos y sociales, como la variación en los precios, distribución de los ingresos, producción de empleos y cambios en los ingresos.
Para alcanzar el equilibrio en la pesca se han desarrollado los métodos de regulación, basados principalmente en el esfuerzo y en el tamaño de los organismos capturados, como límite de talla, establecimiento de zonas y épocas de veda, limitación del tipo de artes de pesca y limitación del esfuerzo y la captura total.
El límite de la talla es considerado como un método eficaz para aquellas pesquerías en las cuales los organismos capturados con tamaño inferior al fijado, pueden devolverse al mar todavía vivos, o cuando el pescador pueda calcular el tamaño de los individuos. Este tipo de limitación se aplica a veces con gran eficacia en las pesquerías de las langostas y los cangrejos por medio de nasas, así como en la caza de la ballena, porque el arponero puede juzgar cuál es el tamaño de una pieza antes de decidir disparar el arpón.
Para que esta medida rinda en su totalidad, es necesario convencer a los pescadores de no capturar en las zonas de crías, donde los organismos alcanzan sus tallas menores, y de liberarlos si no tienen el tamaño permitido.
El establecimiento de zonas de veda y de épocas de veda son medidas que tienen que observarse en conjunto, porque con frecuencia van combinadas, tienen efectos similares y en el caso de ciertas especies migratorias, pueden ser prácticamente equivalentes. Estas medidas consisten en prohibir la captura en una zona y por un tiempo limitado, generalmente la etapa de reproducción y crecimiento, buscando que la población de la especie se restablezca al evitar la mortalidad por pesca.
Este sistema ayuda a controlar el tamaño de los organismos capturados cuando se trata de zonas o de épocas en las que abundan particularmente las tallas pequeñas; las vedas resultan inocuas cuando existen otras zonas o distintas especies a las que se puede capturar con provecho, y así se mantienen los gastos de la industria.
La regulación de los tipos de artes de pesca puede dividirse en dos disposiciones que tienen como finalidad reducir la mortalidad por pesca: las primeras restringen el empleo de las artes más eficaces o destructoras, y las segundas se aplican al tamaño de las mallas.
Estas medidas son necesarias cuando un aumento del esfuerzo de pesca reduce gravemente la captura, sobre todo el número de individuos jóvenes; por ejemplo, en el caso del atún se ha recomendado en algunas zonas evitar la red de cerco y pescar nuevamente con cañas.
La reglamentación del tamaño de las mallas ocasiona buenos resultados si se captura una sola especie, y es útil y aplicable en las redes de arrastre de la pesquería del camarón; pero es un método incosteable cuando en un mismo lance se pueden capturar varias especies, ya que disminuiría el rendimiento del arte.
La limitación del esfuerzo y de la captura total consisten en el control de la intensidad de pesca mediante la limitación directa de la captura; para poder aplicar este método es indispensable conocer la dinámica de la población, para establecer los modelos matemáticos de predicción que permiten, a quien dirige la pesca, regular el número de viajes y de lances que podrán hacer los pescadores durante la temporada de captura.
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Figura 40. Zona económica exclusiva.
Los resultados de estos métodos de regulación se miden de acuerdo con el excedente que se produzca en el tamaño de la población y el equilibrio que se mantenga entre el valor total de la captura con respecto al costo para obtenerla. Estos métodos generalmente se combinan, con lo cual se pueden obtener mejores resultados que pueden llegar a convencer a los pescadores interesados de que la regulación es necesaria para mejorar las capturas en un futuro. Es importante que la aplicación de la regulación no sólo sea eficaz, sino que todos reconozcan dicha utilidad.
Una ordenación pesquera racional se basa en la restricción del libre acceso a la pesquería, lo cual puede resultar relativamente fácil en una pesquería nacional, a condición de que exista un organismo central con autoridad y facultades para su aplicación, como la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca en México. Esto, sin embargo, no resulta fácil en las pesquerías internacionales, en las que la limitación del libre acceso puede implicar otras cuestiones tales como las referentes a los límites del derecho exclusivo de pesca, al mar territorial y a las facultades de las comisiones internacionales.
Las naciones han tratado de enfocar el problema de convertir en realidad la regulación pesquera sobre recursos internacionales, de dos maneras: en primer lugar, adoptando medidas apropiadas respecto a las zonas del mar que están junto a sus costas, sobre las que ejercen soberanía total, decretando el mar territorial", o sobre las adyacentes en las que tienen jurisdicción en cuanto a los recursos, "zona económica exclusiva o mar patrimonial"; y en segundo lugar, estableciendo "comisiones internacionales" encargadas de una determinada pesquería o grupos de pesquerías en alta mar. Estas formas de abordar el problema se relacionan estrechamente con la problemática sobre el derecho del mar y con el principio de la conservación de los recursos naturales.
Se debe considerar que los recursos de alta mar son propiedad de la humanidad, por lo tanto, es su responsabilidad aprovecharlos de manera racional; algunas poblaciones de organismos que ya son explotadas en exceso requieren de una reglamentación pesquera y se hace apremiante la necesidad de dedicarse a pesquerías menos explotadas o buscar nuevas.
Asimismo, la clara delimitación de los conceptos jurídicos del mar territorial y de la zona económica exclusiva llevarán a establecer un nuevo orden económico internacional, más equitativo y más justo, y permitirá a los países subdesarrollados y en vías de desarrollo que más lo necesitan utilizar los recursos de esta zona que ofrecen un potencial extraordinario como fuente de alimentos y de trabajo para sus generaciones actuales y futuras.
Sin embargo, una gran parte de economistas y científicos sociales han considerado a la investigación pesquera con recelo, pues argumenta que los océanos son un vasto almacén de recursos que sólo están esperando que alguien los saque. Esto ha originado la poca atención a los difíciles y complicados problemas socioeconómicos relacionados con la explotación de los recursos del mar y con el desarrollo de las pesquerías, y sólo unos cuantos han tratado de analizar las oportunidades o las limitaciones que se presentan en la industria pesquera desde el punto de vista socioeconómico.
La ciencia pesquera actual tiene que tomar en cuenta los diversos aspectos que se presentan en la explotación de los recursos, para poder establecer los programas de crecimiento y desarrollo pesquero que los países necesitan. Con esta ciencia actúan, de manera relacionada y coordinada, otras ciencias y técnicas que aportan conocimientos para lograr el mejor manejo de las pesquerías.
Se tiene que destacar lo importante que es conocer la disponibilidad del recurso, basada en las características de mortalidad, crecimiento, cadenas de alimentación, reproducción y reclutamiento, y de acuerdo con los factores fisicoquímicos de su cuadro ambiental. Igualmente se tiene que considerar la accesibilidad, que está en función de las características de la flota y de la distribución del área de pesca. Asimismo se debe conocer la vulnerabilidad, es decir, las posibilidades de que el recurso sea capturado, las cuales se determinan por la naturaleza del arte de pesca y por el comportamiento del propio recurso, así como por la destreza de los pescadores.
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