XXV. CANNABIS (MARIGUANA)

LA CANNABIS ES LA DROGA ILEGAL de uso m�s frecuente en nuestro medio, que abarca todos los estratos sociales. Su consumo ha despertado todo tipo de pol�micas, desde pol�ticas hasta filos�ficas, pasando por la moral y la religi�n. La "hierba" se ha estigmatizado o divinizado, de acuerdo con la �poca y las circunstancias, y sigue despertando ardientes discusiones.

Independientemente de estos hechos, el hallazgo reciente de un receptor cerebral que se combina en forma espec�fica con uno de los principios activos de la mariguana, as� como el aislamiento e identificaci�n de una mol�cula end�gena que interact�a con este receptor, har�n que nuestra concepci�n sobre el funcionamiento cerebral se enriquezca considerablemente.

El bot�nico sueco Linneo (Carolus Linnaeus) clasific� la mariguana como Cannabis sativa, en 1753, y m�s recientemente, el etnobot�nico R. Schultes distingui� tres especies: C. sativa, C. indica y C. ruderalis. C. sativa proviene del Oriente, pero su cultivo se practica en todo el mundo, particularmente como fuente de fibras para fabricar cuerda: el c��amo.

A partir de la introducci�n del pl�stico para fabricar cuerda, el cultivo del c��amo —as� como el del henequ�n yucateco—ha disminuido y actualmente su producci�n se centra m�s en el uso recreativo que industrial. Por otra parte, la prohibici�n de su cultivo ha hecho que aparezcan plant�os clandestinos donde se han fabricado variedades de Cannabis seleccionadas por producir mayor cantidad de principios psicoactivos.

La historia de la Cannabis es interesante. La primera descripci�n que encontramos de la planta data del 2737 a. C., por el emperador chino (o alguien de su "equipo") Shen Nung, quien prescrib�a la mariguana para el tratamiento de la gota, la malaria, algunos dolores, y la falta de concentraci�n. La veneraci�n que la planta despertaba entre los chinos se pod�a encontrar aun hasta nuestro siglo. En otra obra china de alrededor de 500 a�os a. C. se hablaba de la Cannabis como "liberadora del pecado".

En la India la Cannabis tiene tambi�n una larga tradici�n, tanto religiosa como m�dica. Escritos antiguos describen la ceremonia de la recolecci�n de la resina de las flores (la cual, en forma de pasta, se le conoce como hach�s), donde individuos designados se preparaban a trav�s del ayuno y la abstinencia para esa ceremonia en la que un hombre corr�a desnudo a trav�s de un campo sembrado de Cannabis. La resima que a su paso recog�a se colectaba despu�s, cuidadosamente, de todo su cuerpo. Con ella se hac�an pasteles destinados a los festejos.

Se han encontrado registros asirios de los a�os 650 a. C. que describen una droga llamada azulla que se utilizaba para fabricar cuerda, ropa y tambi�n como euforizante. Galeno tambi�n menciona el uso del c��amo en pasteles, y los efectos narc�ticos en elevadas cantidades.

El origen del nombre hashish ha despertado controversia. Se cuenta que fue Marco Polo, el c�lebre explorador y comerciante italiano del siglo XII, quien inici� la historia. El marino contaba la suerte del legendario Hasan Ibn Sabbah, que aterrorizaba una parte de Arabia con su banda de criminales, realizando robos y asesinatos, la mayor�a de ellos pol�ticos. Se dec�a que estos hombres trabajaban bajo la influencia de una droga que los hacía m�s fuertes y valientes, como parte de un culto llamado hashishiyya, de donde provendr�a la palabra hashish o hach�s. La palabra asesino tambi�n tendr�a este origen.

Otros dicen que el t�rmino hach�s se deriva del nombre de un noble �rabe, Sheik Hasan, y de sus hombres tambi�n c�lebres por su violencia.

De cualquier manera, no existen pruebas reales de que esto haya sucedido, y se maneja m�s la hip�tesis de que estos hombres consum�an hach�s despu�s de sus actos, como parte de la celebraci�n.

Las tropas de Napole�n I lo trajeron a Europa despu�s de la campa�a de Egipto, y para los a�os 1840, en Francia e Inglaterra la intelectualidad ya fumaba opio o hach�s. En 1844, Alejandro Dumas mencionaba el hach�s en su obra El conde de Montecristo, al tiempo que participaba en las reuniones del Club des Hachichins, junto con Charles Baudelaire, T�ophile Gautier y otros famosos intelectuales de la �poca. En los a�os 1850, psiquiatras franceses recomendaban a sus estudiantes el uso del hach�s como modelo de alteraciones mentales, y a finales del mismo siglo, los psic�logos hablaban del hach�s como una herramienta para amplificar los estados ps�quicos y as� poder estudiarlos m�s ampliamente.

Del pa�s que actualmente se considera como el principal consumidor mundial de Cannabis para fines recreativos, se sabe que, hacia 1770, George Washington cultivaba el c��amo y en algunos estados de la uni�n americana este cultivo era incluso obligatorio, para proveerse de material para las redes de pesca. En 1857, FH. Ludlow publica el primer tratado estadunidense sobre el uso de la Cannabis, y Walter Benjamin narra sus experiencias con el hach�s entre 1827 y 1834.

En M�xico, la mariguana se volvi� m�s conocida a partir del corrido La cucaracha, que data de la Revoluci�n Mexicana:

La cucaracha, la cucaracha,
ya no puede caminar,
porque le falta, porque no tiene,
mariguana que fumar.

FIGURA XXV.I. La Cannabis.


Hasta 1937, a�o en que oficialmente se prohibi� la mariguana en los Estados Unidos, los m�dicos todav�a recetaban Cannabis como t�nico y estimulante del estado de �nimo. En ese a�o se public� el "Acta de gravaci�n a la mariguana", ley que hac�a prohibitiva su producci�n por el impuesto que deb�a pagarse, y poco tiempo despu�s se le clasificaba como narc�tico, con las consecuencias legales que ello implicaba. Esta clasificaci�n persisti� hasta 1971.

En lo relativo a la qu�mica de la Cannabis, se han identificado m�s de 400 sustancias sintetizadas por la planta, de las cuales m�s de 60 son canabinoides. Los tres m�s abundantes son el canabinol, el canabidiol y varios derivados del tetrahidrocanabinol (THC), que representa el compuesto m�s activo desde el punto de vista ps�quico. La combusti�n de la Cannabis produce varios cientos de compuestos adicionales, algunos de ellos iguales a los producidos por la combusti�n del tabaco.

Fumado, el THC se absorbe r�pidamente hacia la sangre, desde donde llega al cerebro y de all� al resto del organismo. Las concentraciones plasm�ticas m�ximas se alcanzan entre siete y 10 minutos, tiempo en el que los efectos cardiovasculares y ps�quicos tambi�n aparecen. Los efectos subjetivos rara vez duran m�s de dos a tres horas.

La vida media del THC es de aproximadamente 19 horas, pero varios de sus metabolitos son detectables durante d�as a semanas despu�s de la �ltima administraci�n. Esta elevada persistencia del THC y sus metabolitos se debe a su gran solubilidad en las grasas, con la consecuente tendencia a acumularse en el tejido adiposo del cuerpo, para despu�s liberarse lentamente. Esto hace dif�cil relacionar las alteraciones ps�quicas causadas por Cannabis, con su presencia en los tejidos corporales, como en el caso del alcohol. Por ello, no se cuenta todav�a con un m�todo confiable para determinar f�cilmente un estado de intoxicaci�n, a menos que se cuantifiquen los niveles de THC y �stos se muestren elevados.

Utilizando experimentalmente THC puro se ha podido establecer una relaci�n dosis-efecto en sujetos no habituados: la dosis umbral para inducir euforia discreta es de 2 mg cuando se fuma, y 5 mg cuando se ingiere; 7 mg fumados y 17 tomados producen cambios en la percepci�n y en el sentido del tiempo, y una dosis de 15 mg fumados o 25 mg ingeridos, produce cambios marcados en la imagen corporal, distorsiones perceptuales, incoordinaci�n muscular, ilusiones y hasta alucinaciones. La memoria a corto plazo se halla alterada y la capacidad para realizar tareas que requieren estados mentales m�ltiples o secuencias precisas de movimientos se deteriora.

El balance y el equilibrio tambi�n se alteran, particularmente con los ojos cerrados, y estos efectos de incoordinaci�n entre procesos de percepci�n, atenci�n y procesamiento de la informaci�n pueden ser potencialmente peligrosos en conductores o pilotos. Estos efectos de deterioro en sujetos que manejan automotores o m�quinas han sido confirmados: a un grupo de 59 sujetos a los que se les permiti� fumar mariguana hasta "ponerse como quer�an", se les practicaron pruebas de sobriedad en carreteras a cargo de oficiales de la patrulla de caminos. El 94% de los sujetos no pasaron estas pruebas practicadas 90 minutos despu�s de la intoxicaci�n, y el 60% las reprob� a los 150 minutos de la administraci�n. Estos resultados delet�reos son mucho m�s importantes cuando se combinan con alcohol.

Los fumadores de mariguana reportan frecuentemente m�s apetito, sequedad de la boca y garganta, aumento de la frecuencia cardiaca, enrojecimiento de los ojos y mayor agudeza sensorial ("todo se siente m�s fuerte, m�s intenso'").

Los efectos subjetivos de la Cannabis son diferentes seg�n se trate de un sujeto experimentado o de uno que no la ha probado. Se han hecho experimentos interesantes comparando ambos tipos de poblaciones, utilizando cigarros de mariguana conteniendo o no THC y otros canabinoles. La combusti�n de ambos tipos de cigarros produc�a el mismo olor y sabor.

Los sujetos experimentados reportaban efectos subjetivos con el placebo mucho m�s frecuentemente que los sujetos no experimentados, al tiempo que refer�an menor intensidad de los efectos que los otros. Esto quiere decir, por una parte, que existe un aprendizaje de los efectos de la Cannabis y que �ste puede conducir a la evocaci�n del estado producido por la planta aun en ausencia de ella; parad�jicamente, tambi�n significa que los sujetos habituados muestran cierta tolerancia a los efectos de la Cannabis.

Es una observaci�n frecuente la ausencia de efectos agradables en las personas que consumen Cannabis por primera vez, aun en el caso de fumadores de tabaco: el sujeto tiene que aprender a retener el humo, a identificar los efectos y a controlarlos y, finalmente, a interpretarlos como placenteros. En el sujeto experimentado los efectos son bastante estereotipados y pueden distinguirse varias fases. Las formas de describirlas pueden variar significativamente, pues son estados subjetivos, a los que s�lo tenemos acceso por medio del lenguaje. Veamos dos versiones de ellos:

Un "pas�n" (high) de Cannabis implica usualmente varias fases. Los efectos iniciales pueden ser considerados como estimulantes y en algunos individuos puede provocar una leve tensi�n o angustia que es reemplazada usualmente por una agradable sensaci�n de bienestar. Esta última tiende a volver al sujeto introspectivo y apacible. Pueden ocurrir cambios r�pidos del estado de �nimo, y a un periodo de enorme hilaridad puede seguir un silencio contemplativo.

O este otro, de Charles Beaudelaire:
Al inicio, te sobrelleva una cierra hilaridad, absurda e irresistible. Las palabras m�s ordinarias, las ideas m�s simples asumen un aspecto nuevo y bizarro. Esta frivolidad se vuelve intolerable, pero es in�til resistirse. El demonio te ha invadido...
A veces sucede que gente completamente incapaz de jugar con las palabras improvise una cadena interminable de albures y de asociaciones de ideas totalmente improbables, capaces de sobrepasar a los m�s h�biles maestros de este oficio f�rsico. Pero despu�s de algunos minutos, la relaci�n entre las ideas se vuelve vaga, y el hilo que las une es tan tenue, que s�lo tus allegados... pueden entenderlas.
Despu�s, tus sentidos se vuelven extremadamente finos y agudos. Tu visi�n se vuelve infinita. Tus o�dos pueden discernir el sonido apenas perceptible, incluso a trav�s de los m�s estridentes ruidos.
Las ambig�edades m�s extra�as, las transposiciones de ideas m�s inexplicables, aparecen. En los sonidos hay color, en los colores m�sica... Est�s sentado y fumando; crees que te encuentras sentado en tu pipa y que tu pipa te est� fumando: te exhalas a ti mismo en vapores azulosos.
La fantas�a se contin�a por una eternidad. Un intervalo l�cido, y un gran esfuerzo, te permiten mirar el reloj. Resulta que la eternidad s�lo hab�a durado un minuto.
La tercera fase... est� m�s all� de la descripci�n. Es lo que los orientales llamaban kef; es la felicidad completa. No existe nada revuelto o tumultuoso en ella. Es una beatitud pl�cida y tranquila. Todo problema filos�fico se halla resuelto. Toda pregunta dif�cil que presenta un punto de contensi�n para te�logos y que desespera a los m�s sabios, se vuelve clara y transparente. Toda contradicci�n se reconcilia. El Hombre ha trascendido a los dioses.

Las dosis elevadas de THC pueden producir estados t�xicos severos, con sentimientos de p�nico y paranoia, de despersonalizaci�n y angustia extrema, tanto en sujetos experimentados como en los no habituados. Estos estados de psicosis t�xica pueden ser m�s frecuentes en enfermos psiqui�tricos, particularmente en esquizofr�nicos, aunque se encuentren en fase estable.

Los estudios toxicol�gicos realizados hasta la fecha han confirmado las conclusiones de un reporte que data de 1944, preparado por la Academia de Ciencias de Nueva York, a solicitud del alcalde Vincent LaGuardia y basado en estudios de la Armada estadunidense despu�s de an�lisis realizados entre sus soldados estacionados en Panam�, en 1930: Se encontr� que la mariguana, a dosis efectivas, interfiere con el funcionamiento intelectual en general... La mariguana no cambia la estructura b�sica de la personalidad del individuo. Produce una sensaci�n de autoconfianza, pero expresada m�s en el pensamiento que en la acci�n. De hecho, existen pruebas de la disminuci�n de la actividad f�sica... Aquellos que han fumado mariguana durante a�os no muestran deterioro f�sico o mental que pueda ser atribuido a la droga.3[Nota 3]

Tambi�n se ha mencionado un efecto negativo sobre el aparato inmunol�gico (disminuci�n de la respuesta inmune) y sobre el sistema endocrino, y en madres que fumaron Cannabis durante el embarazo. Todos ellos deben confirmarse con estudios comparativos de poblaciones, integradas por sujetos comparables.

Se ha hablado tambi�n de da�o cerebral y de locura producidos por la Cannabis. A pesar de que se han encontrado pruebas del primero en animales (da�o celular del hipocampo), �ste no se ha confirmado en seres humanos. La insanidad adjudicada al uso de la mariguana ha sido injustificada. Es preciso mencionar que en las condiciones habituales en las que se estudia a estos sujetos, se vuelve muy dif�cil distinguir los efectos de la mariguana de los del alcohol, los tranquilizantes, los solventes org�nicos y de otras drogas consumidas en forma cr�nica, aunadas adem�s a condiciones de desnutrici�n y enfermedad, las cuales coexisten en la poblaci�n vulnerable.

Otro problema ligado al uso cr�nico de mariguana que ha recibido mejor confirmaci�n es el llamado s�ndrome amotivacional. �ste se ha descrito como un cuadro de apat�a, aburrimiento, alteraciones del juicio, la concentraci�n y la memoria, p�rdida del inter�s para relacionarse con otras personas o para lograr una superaci�n personal. En este s�ndrome se ha incluido tambi�n el desgano en general y la falta de cuidado en la apariencia personal. Este s�ndrome se ha detectado en fumadores cr�nicos de altas dosis de mariguana y parece vinculado m�s a las concentraciones elevadas de THC en la sangre, las cuales persisten hasta varias semanas despu�s de interrumpir la administraci�n, que a la presencia de da�o org�nico cerebral irreversible, pues los s�ntomas desaparecen eventualmente, despu�s de un buen periodo de "lavado".

Se han buscado huellas de este da�o cerebral en monos sujetos a intoxicaci�n cr�nica con humo de Cannabis (administrado a trav�s de una m�scara), y divididos en tres grupos: uno que recib�a una dosis de un cigarrillo diario, otros que s�lo recib�an la droga durante los fines de semana y otros que recib�an el humo diariamente pero de cigarrillos de los que se hab�a extra�do el THC. El estudio dur� un a�o. A estos monos se les entren� para oprimir un bot�n a cambio de recibir pastillas de comida con sabor a pl�tano. Se sigui� un m�todo, llamado de reforzamiento progresivo, en el que el animal empezaba oprimiendo el bot�n una vez para obtener una pastilla, despu�s dos para obtener dos pastillas, despu�s tres veces para obtener tres pastillas, y as� sucesivamente. De esta manera era sencillo cuantificar qu� tanto trabajaba el animal. Despu�s de algunas semanas de intoxicaci�n diaria, los monos empezaron a recibir menos pastillas de comida, efecto que persisti� durante varios d�as despu�s de haber suspendido la administraci�n. El examen postmortem no revel� da�os permanentes a nivel estructural o neuroqu�mico.

El reporte LaGuardia antes mencionado, a pesar de que hayan pasado 50 a�os, sigue provocando controversia, particularmente sobre si la mariguana conduce o no al abuso de otras drogas o si produce o no adicci�n. Tanto en animales como en seres humanos se ha visto la aparici�n de tolerancia (los efectos de la droga se vuelven menos intensos con la administraci�n repetida), taquicardia, disminuci�n de la temperatura corporal y de la presi�n intraocular, cambios electroencefalogr�ficos, efectos sobre el estado de �nimo y alteraciones psicomotoras. Tambi�n se ha observado s�ndrome de abstinencia en sujetos habituados a consumir dosis elevadas de THC durante largo tiempo. �ste consiste en irritabilidad, inquietud, nerviosismo, p�rdida del apetito, p�rdida de peso, insomnio, temblor y aumento de la temperatura corporal. En general, este s�ndrome es relativamente discreto. Comienza algunas horas despu�s de haber suspendido la administraci�n y dura de cuatro a cinco d�as.

No se ha aclarado la relaci�n del s�ndrome con la conducta de b�squeda de la autoadministraci�n de mariguana.

El mecanismo de acci�n del THC comienza a aclararse. Al igual que para los opioides (v�ase el cap�tulo X), se ha aislado un receptor end�geno para canabinoides. Experimentos recientes realizados en la Universidad Hebrea de Jerusal�n, por Devane y Meschoulam, han mostrado la existencia de una sustancia que se encuentra normalmente en el cerebro y que se combina en forma espec�fica con el receptor del THC. A este "ligando end�geno" se le denomin� anandamida, palabra que proviene del s�nscrito y que significa "bendici�n interior".

�Qu� funci�n puede tener este THC interior? �para qu� nos puede servir una mol�cula tal? �existe alguna relaci�n entre nuestras emociones o nuestra espiritualidad con esta sustancia? Estas preguntas se aplican tambi�n a los opioides end�genos, y son cuestiones que todav�a aguardan respuesta.

Los usos terap�uticos de la mariguana, el THC, o drogas relacionadas, se encuentra actualmente en investigaci�n. Una de las aplicaciones m�s prometedoras es para el control de la n�usea y el v�mito que acompa�an frecuentemente la administraci�n de drogas anticancer�genas. Adem�s del efecto antiem�tico, la THC parece estimular el apetito, pues se ha observado aumento de peso en estos pacientes. Tambi�n se ha ensayado la Cannabis en el tratamiento del glaucoma (aumento de la presi�n intraocular que puede provocar la destrucci�n del nervio �ptico y ceguera), con resultados interesantes, particularmente cuando se le utiliza como suplemento de otros f�rmacos.

Otros usos m�dicos posibles de la mariguana incluyen la disminuci�n de la espasticidad (aumento del tono muscular y de los reflejos osteotendinosos) en parapl�jicos y pacientes con esclerosis m�ltiple, en el tratamiento de la depresi�n, del dolor, del alcoholismo y de la dependencia f�sica. Tanto la Cannabis como un derivado sint�tico, el synhexyl, se han usado con cierto �xito en Inglaterra para el tratamiento de algunos tipos de depresi�n. En �frica del Sur, algunas mujeres fuman Cannabis para disminuir el dolor del parto. En el laboratorio, la Cannabis y algunos derivados han mostrado propiedades antiepil�pticas, pero tambi�n —de acuerdo con el modelo experimental utilizado— convulsivas.

Es probable que se puedan encontrar derivados �tiles del THC para diversos trastornos como los mencionados anteriormente. Un factor necesario a identificar es si �stos producir�n o no la tolerancia que se observa con la Cannabis; hecho que podr�a limitar su uso en pacientes cr�nicos.

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