Constituci�n de C�diz: Diputaci�n provincial y Ayuntamientos


Mientras sus colonias buscaban emanciparse a partir de 1810, Espa�a tuvo que luchar por sacar a los franceses de su propio territorio, en tanto que instalaban en C�diz las Cortes que promulgaron una constituci�n liberal en 1812. Entre otras cosas, la nueva ley dispon�a que en lugar de las intendencias se establecieran provincias gobernadas por diputaciones formadas por individuos residentes en el propio territorio, ordenaba la creaci�n de ayuntamientos de elecci�n popular en localidades con m�s de mil habitantes y garantizaba la libertad de imprenta.

La provincia de Guadalajara abarcaba en un principio tambi�n a la intendencia de Zacatecas, de manera que al establecerse su diputaci�n, el 20 de septiembre de 1813, qued� constituida por cuatro miembros tapat�os y tres zacatecanos. Un nuevo ayuntamiento se instal� en Guadalajara el 15 de junio y de ah� se prosigui� a hacer lo mismo con poblaciones de m�s de mil habitantes.

El gusto de los americanos por las disposiciones de la carta gaditana y el deseado retorno de Fernando VII a Espa�a en mayo de 1814 result� ef�mero; cuando se preparaban los festejos se supo que Fernando hab�a desconocido la Constituci�n de 1812 y dispuesto la reinstalaci�n de las autoridades municipales anteriores a 1808.

En Guadalajara la medida fue muy bien vista por Jos� de la Cruz, quien tuvo p�simas relaciones con la Diputaci�n Provincial, si bien no ocurri� lo mismo con el obispo y todo el alto clero, pues quedaron nuevamente sometidos a la voluntad del rey y del virrey; adem�s, resultaron lesionadas tambi�n las oligarqu�as y los grupos medios regionales al perder la injerencia en la administraci�n de sus particularidades que hab�an alcanzado.

Despu�s de 1814, la vida neogallega volvi� a una aparente normalidad con la ayuda de un repunte econ�mico derivado de la descarga en San Blas de barcos procedentes de Filipinas y otros lugares del Pac�fico, en virtud de que Jos� Mar�a Morelos y Pav�n dominaba el camino entre Acapulco y la ciudad de M�xico. Fueron cuantiosos los beneficios que este tr�fico brind� a los comerciantes de Guadalajara y Tepic. Tanto que a esta localidad le fue concedida la categor�a de ciudad en 1814, adem�s de autorizarle la celebraci�n de una feria comercial anual, donde se exentar�a del cobro de impuestos.

La inseguridad rural propiciada por insurgentes y simples bandoleros hizo que mucha gente de diferentes estratos sociales se concentrara en Guadalajara. As�, en 1814, la capital tapat�a alcanz� los 60 mil habitantes, a cambio de los 30 mil o 35 mil que hab�a al despuntar el siglo XIX.

El 20 de mayo de 1811 se hab�a cumplido tambi�n el antiguo anhelo de comerciantes y mineros de que hubiera una Casa de Moneda en Guadalajara; pero su existencia fue corta, pues el virrey Calleja se aprovech� de algunas irregularidades en la acu�aci�n para pedir su clausura. Fue reabierta en 1816, y en 1818 cerr� nuevamente sus puertas.

Tras la decadencia del movimiento de Morelos y su captura y muerte ocurrida en 1815, el puerto de Acapulco entr� de nuevo en funciones y el comercio legal neogallego comenz� a declinar, encarecido por el flete terrestre y la interferencia de la ciudad de M�xico. Esto dio lugar a una creciente inconformidad entre los criollos de Guadalajara.

A finales de la d�cada la Nueva Espa�a fue sacudida con la noticia de que el coronel Rafael Riego se hab�a sublevado en Espa�a y de que Fernando VII se hab�a visto obligado a restablecer la Constituci�n de 1812; pero entre las autoridades de Guadalajara priv� la cautela y se negaron a jurar la carta gaditana hasta que llegara la correspondiente orden virreinal, a principios de junio de 1820. Con esta disposici�n la intendencia volvi� a convertirse en provincia.


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