El primer imperio


Para evitar la implantaci�n cabal del nuevo r�gimen, un grupo de encumbrados personajes de M�xico busc� separarse de Espa�a mediante la llamada Conspiraci�n de la Profesa que logr� oportunas alianzas con las fuerzas realistas y con Vicente Guerrero, vali�ndose de un desprestigiado militar realista y siempre del lado del mejor postor: Agust�n de Iturbide.

A pesar de sus objetivos contrarios, tanto realistas como insurgentes coincidieron en sus deseos de independencia y unieron sus fuerzas en torno al Plan de Iguala, firmado el 24 de febrero de 1821, para arremeter contra el r�gimen constitucional. De inmediato Iturbide envi� a Guadalajara como emisario a Antonio Ter�n para convencer a las autoridades de que lo respaldaran. As� lo hicieron el comandante Pedro Celestino Negrete y el obispo Caba�as. El segundo aport� pastorales y dinero; Negrete, por su parte, proclam� el 13 de junio la independencia en Tlaquepaque, dando cuenta de ello en seguida al Ayuntamiento de Guadalajara y a la Diputaci�n Provincial. Al d�a siguiente, las diversas corporaciones y representaciones tapat�as hicieron el juramento correspondiente.

Iturbide hizo su ingreso triunfal a la ciudad de M�xico el 27 de septiembre de 1821 y, aun desde antes de hacerse proclamar emperador, impuso un control sobre las burocracias y las administraciones regionales m�s f�rreo que el virreinal. Tampoco olvid� el generoso aporte de Caba�as, as� que al entronizarse, y puesto que el arzobispo de M�xico hab�a partido, fue precisamente el prelado de Guadalajara quien le ci�� la corona. Asimismo, de conformidad con Caba�as, Iturbide nombr� a Luis Quintanar como jefe pol�tico y capit�n general de la provincia de Guadalajara —con el �nimo de que le fuese partidario incondicional—, mas al declinar la estrella imperial Quintanar prefiri� identificarse con los peces gordos de la localidad.

Una serie de medidas adoptadas por el emperador, como los pr�stamos forzosos impuestos a los ricos comerciantes de la ciudad de M�xico y una centralizaci�n obsesiva del poder, propiciaron la proclamaci�n del Plan de Casa Mata, apoyado por antiguos y prestigiados jefes insurgentes en aras de erradicar el imperio e implantar un r�gimen republicano.

Iturbide abdic� el 19 de marzo de 1823, sobreviniendo una indefinici�n administrativa y un caos pol�tico que no se resolvi� hasta el advenimiento de un r�gimen federal que se crey� la panacea de todos los males que padec�a aquella sociedad.


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