Se llamaba antes valle de Matatipac. A cerca de 1 000 m de altura, con sus 120 km�, es un hermoso plan f�rtil y h�medo, rodeado de cerros por todos lados. Sus tierras son dedicadas a labores agr�colas, de las que se aprovecha el rastrojo para la alimentaci�n del ganado. Esta prosperidad se encuentra amenazada por el crecimiento an�rquico de la ciudad de Tepic, que invade excelentes tierras de cultivo, lo que es un pecado mortal: un suicidio.
Hist�ricamente la feracidad del valle ha permitido la instalaci�n de una numerosa poblaci�n, antes y despu�s de la llegada de los espa�oles. A ella se debe la existencia muy antigua de Xalisco y la fundaci�n de Tepic. En esa regi�n vive hoy casi la tercera parte de la poblaci�n del estado. Las principales fuentes de riqueza ya no son la agricultura y la ganader�a: siguen siendo muy importantes, pero como Tepic es capital y la ciudad m�s grande del estado, es el centro comercial e industrial n�mero uno. Por eso su poblaci�n crece r�pidamente, venida de los cuatro vientos de Nayarit. El crecimiento desordenado ha destruido gran parte de la belleza de la ciudad y acabado con su atm�sfera tranquila, y amenaza hoy con destruir la riqueza agr�cola vecina. A lo lejos se ve el campo verde, hasta topar con los montes: milpa, ca�averal, tabaco, huertas de mango, aguacate, papaya, ciruela, pl�tano, sorgo, arroz... �Qu� jard�n m�s hermoso, cruzado por varias corrientes de agua que lo riegan y fertilizan! Cuenta adem�s con muchos manantiales. Con raz�n los hombres se instalaron aqu�; gozaban de un clima caliente que no llega nunca a ser caluroso.
El eje volc�nico, distinto de la Sierra Madre, nace aqu� antes de atravesar todo M�xico, de poniente a oriente, hasta el Pico de Orizaba. Empieza al sur del r�o Santiago con los cerros de Picacho y de San Pedro, y sigue cerca de Tepic, en las sierras de San Juan y el hermoso Sangangüey. Ubicado a unos 50 km de Tepic, el volc�n Ceboruco (2 164 m) pertenece a este eje volc�nico.
A esa sierra volc�nica se debe el hermoso salto de Jumat�n: el r�o Ingenio se precipita por un gran escal�n de basalto, formando una cascada de 110 m de altura. Luego prosigue encajonado entre paredes de profundas barrancas con grandes precipicios y forma nuevas ca�das. Su agua sirve para riego y para una planta hidroel�ctrica.