El sitio de Monterrey


En la ma�ana del 20 de septiembre, d�a en que cumpl�a doscientos cincuenta a�os de su fundaci�n, Monterrey fue sitiada. El ej�rcito angloamericano extendi� su l�nea hasta el obispado, con miras a bloquear el camino a Saltillo. Era �sta la �nica v�a por la que Monterrey podr�a recibir auxilio del interior. En su convergencia con el camino del Topo este punto era defendido por el general J�uregui, situado en la Jag�ey, en San Jer�nimo. Los sitiadores extendieron tambi�n su l�nea hacia el oriente, ocupando la villa de Guadalupe. En cinco puntos principales la lucha fue simult�nea. Procuraremos separar los hechos a fin de verlos con mayor claridad.

Uno de los reductos m�s importantes de la l�nea noreste, en el interior de la plaza, era el de las Tener�as. Lo defend�a el general Francisco Mej�a. El 21 de septiembre tuvo lugar all� uno de los encuentros m�s re�idos. Seg�n testimonio del invasor, recogidos posteriormente por Jos� Mar�a Roa B�rcena en sus Recuerdos..., en el ataque a este fort�n "la mayor parte del Batall�n de Maryland y el de los Voluntarios de Columbia, hab�an abandonado sus banderas y huido hasta ponerse fuera de tiro". Las cargas sobre cualquier punto que les parec�a vulnerable "s�lo causaban mayor estrago y mortandad [...]" y obligaban la retirada para refugiarse en las calles inmediatas. Jinetes y caballos de la bater�a de Bragg "ca�an bajo el fuego de fusiler�a de los parapetos". Tal era el desconcierto que un cuerpo americano de lanceros, atravesando sementeras, atac� a los mismos suyos cargando sobre dos de las compa��as de Garland, mat�ndole varios oficiales y soldados, "e hizo huir al resto en confusi�n hacia el grueso de la columna".

La defensa mexicana del fort�n estaba constituida por s�lo cuatro ca�ones y la guarnici�n "se multiplicaba en heroico ardimiento", al decir de Jos� Sotero Noriega. Un rasgo de debilidad, sin embargo, obr� en su contra. La batalla se hab�a prolongado por varias horas; no hab�a ya un solo cartucho y, al ser ordenado toca a la bayoneta, el jefe huy�, arroj�ndose al r�o. El fort�n de la Tener�a cay� en poder del enemigo.


Índice generalAnteriorÍndice de capítuloSiguiente