Perdido este reducto, las fuerzas mexicanas se replegaron al Rinc�n del Diablo, a muy corta distancia, al sur. Este antiguo y t�pico laberinto de callejones estrechos era llamado popularmente as�, al parecer porque, hacia 1815, en tiempo del comandante Arredondo, sol�an reunirse all� los primeros grupos mas�nicos. La resistencia fue valiente, distingui�ndose por su arrojo el teniente coronel Bravo y el capit�n Arenal, artillero.
Fue infructuoso el intento del general Buttler de tomar el Rinc�n porque, seg�n se le oy� decir, "lo hall� perfectamente defendido y tuvo que retirarse". La misma versi�n extranjera asienta que sus muertos ascendieron a 394 soldados y 96 oficiales y que Buttler sucumbi� tambi�n all�.
Mientras tanto el general Mej�a consigui� situarse unas cuadras al norte, en el puente de la Pur�sima. A sus fuerzas fueron incorporados 300 hombres de Aguascalientes y Quer�taro, al mando inmediato del coronel Ferro y del comandante Jos� Mar�a Herrera. La artiller�a estaba a cargo de Patricio Guti�rrez. En ese lugar se renov� la lucha. Noriega relata que se oyeron vivas y aplausos cuando, agotadas las municiones, los soldados las pidieron a Mej�a y �ste les respondi�: "No se necesitan mientras haya bayonetas." La victoria favoreci� all� a los mexicanos. El enemigo, con p�rdida de casi mil hombres se retir� a Santo Domingo. Mej�a propuso cargar sobre los atacantes en retirada, pero Ampudia s�lo destac� veinte hombres que se devolvieron de la Ciudadela.