La rebeli�n delahuertista


Cuando conclu�a el periodo presidencial de Alvaro Obreg�n, en noviembre de 1924, Plutarco El�as Calles fue postulado como candidato para sucederle. Adolfo de la Huerta tambi�n lanz� su candidatura, declar�ndose en rebeld�a contra el gobierno de Obreg�n y huyendo a Veracruz donde fue apoyado por el general Guadalupe S�nchez. La rebeli�n cundi� por todo el pa�s.

Este movimiento fue secundado en Nuevo Le�n por los generales Antonio I. Villarreal y Armando Flores, los coroneles Regino y Jos� Mar�a Vargas, Pedro Chapa y Everardo de la Garza; por el diputado federal Eduardo Sullivan, Alfredo P�rez y otros. El primer brote armado se observ� en la cuesta de Mamuliqui, sitio estrat�gico para interrumpir las comunicaciones con la frontera. La jefatura militar de la zona norte, a cargo del general Plutarco El�as Calles, destac� sobre los rebeldes al teniente coronel Bonifacio Salinas Leal, con el 2� Cuerpo de Rurales. Enterado de que los pronunciados esperaban refuerzos del general Ireneo Villarreal, fingi� ser este refuerzo, y, no obstante que fue reconocido, tras una hora de combate, al amanecer del 27 de enero de 1924, los derrot�. El parte oficial rendido por Salinas Leal —quien por esta acci�n fue ascendido a coronel— reporta quince muertos del bando enemigo, entre los cuales consigna coronel Everardo de la Garza y al capit�n Ambrosio Quiroga.

D�as m�s tarde, el 7 de febrero, aparecieron por el rumbo de Allende, Nuevo Le�n, las fuerzas rebeldes de los generales Francisco Cos y Am�rico Larralde, que incursionaban por Santiago, Montemorelos y otros lugares. El coronel Salinas Leal sali� a combatirlas, recibiendo refuerzos del coronel Jes�s Trevi�o Ayala, con 100 hombres, de Linares, y del coronel Rames Gonz�lez, de China.

El 9 por la ma�ana los alcanz� en Vaquer�a, de General Ter�n, en los l�mites con Tamaulipas, logrando dispersarlos tras dos horas de refriega. Adem�s de las diez bajas, hicieron prisioneros a Larralde, y a los oficiales Jes�s Mart�nez, Eduardo E. Arellano, Jes�s Mar�a Salinas y Encarnaci�n Morales. Conducidos a la Penitenciar�a de Monterrey, fueron trasladados a Nuevo Laredo en el tren nocturno del d�a 15, sometidos a un juicio sumar�simo y, posteriormente, fusilados.

El l� de marzo depusieron su actitud present�ndose al gobierno los hermanos Vargas y el general Armando Flores. Tambi�n fue gestionada la amnist�a del coronel Pedro Chapa, el teniente coronel Tom�s D�vila S�nchez y el diputado Sullivan. Los diputados locales Antonio Sol�s, Manuel Chapa Gonz�lez, Jes�s M. Garza y Juan Garza Mart�nez, que hab�an sido desaforados, obtuvieron tambi�n la amnist�a el 31 de ese mismo mes.

Los �ltimos brotes rebeldes fueron sofocados. Las partidas de Jos� Elizondo, el Colorado, fueron batidas en el rancho las Espalas; y las de Jos� E. Santos en el rancho de Santa Luc�a, de Sabinas Hidalgo, perseguidas por las fuerzas del general Garc�a Cant�. A escala nacional la revoluci�n de la huertista fue perdiendo terreno hasta culminar con la salida de Adolfo de la Huerta a los Estados Unidos. El general Calles dej� la jefatura militar del Norte para lanzar su candidatura como presidente, cargo del cual tom� posesi�n el 1� de diciembre de 1924.


Índice generalAnteriorÍndice de capítuloSiguiente