El ni�o Fidencio


En la d�cada de los veinte Nuevo Le�n vivi� un fen�meno sociol�gico y de sugesti�n colectiva notable: el del Ni�o Fidencio. Originario del estado de Guanajuato (1898), tuvo desde muy ni�o tendencia a "curar". Trabaj� de cocinero con la familia L�pez de la Fuente, que lo trajo a Nuevo Le�n en 1921. Apenas si tuvo alguna instrucci�n primaria elemental.

En Espinazo, municipio de Mina, empez� a curar. Atend�a partos, enfermedades de la vista, de la piel, par�lisis y hasta demencia. En el traspatio mec�a a los enfermos en un columpio. Repart�a t� de gobernadora a largas filas de sanos y enfermos. Levantaba a �stos temprano para azotarlos y ba�arlos en un charco. Sus ayudantes los arrojaban al ba�o que llamaban "el agua del Ni�o". Practicaba tambi�n operaciones quir�rgicas con un trozo de vidrio de botella. Se le lleg� a tener como un "m�dico-vidente-rey-pont�fice". Era adivino y diagnosticaba sin auscultaci�n, por telepat�a. Extra�a dientes, hac�a frotaciones, bendec�a desde una azotea y arrojaba frutas, huevos, ropa, monedas, etc., a cuyo impacto las personas supon�an sanar. Bautiz�, cas� y dio la extremaunci�n, supliendo la clausura de los templos y obrando como ministro de Dios.

El lugar, que en 1921 ten�a s�lo 154 habitantes, alcanz� a contar con 1 184 en 1930; a tener dos oficial�as del Registro Civil (que s�lo asentaban defunciones) y lleg� a tener tres panteones. En ese a�o la poblaci�n flotante de Espinazo sobrepas� los 10 000 habitantes y se convirti� en empor�o de vendedores de tarjetas postales, cera y mil cosas m�s.

El 8 de febrero de 1928 visit� el lugar el presidente Calles, acompa�ado de los generales Joaqu�n Amaro y Juan Andrew Almaz�n, jefe de las armas en Monterrey; as� como del gobernador Aar�n S�enz, el ministro de Agricultura Luis Le�n y otros. Se afirma que el presidente tom� el brebaje de rosas de castilla con miel de abeja y que fue untado de pomada de jab�n y de tomate. El reconocimiento oficial redobl� su popularidad. Su auge se prolong� hasta 1935 en que enferm�, y muri� en 1938. Sus seguidores esperaban que resucitara al tercer d�a. Con �l muri� tambi�n el lugar a donde llegan excursiones anuales en los d�as 19 de marzo y 19 de octubre. Los llamados "cajitas", que se han multiplicado en el noreste, heredaron su virtud de curar.


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