La Alta California


P�ginas atr�s nos referimos a uno de los proyectos borb�nicos cuya realizaci�n inici� Jos� de G�lvez cuando visit� Baja California: la ocupaci�n de la Alta California por los espa�oles. Este acontecimiento tuvo profundas repercusiones en la historia de todo el noroeste, pero aqu� destacaremos la participaci�n de las provincias que hoy forman el estado de Sinaloa.

De G�lvez se propuso llevar a cabo la ocupaci�n de la Alta Califonia con los mismos medios que desde el siglo XVII hab�an servido para la conquista del noroeste, esto es, la misi�n y el presidio; sin embargo, para prever la preponderancia de las misiones —en el caso de Sinaloa y Sonora— dispuso que se promoviera la colonizaci�n civil, que se crearan pueblos espa�oles de manera simult�nea a la formaci�n de las misiones, para que sirvieran de contrapeso econ�mico y pol�tico a las comunidades misionales.

El comandante general de la empresa fue el militar catal�n Gaspar de Portol� con el nombramiento de "gobernador de ambas Californias". Las misiones se confiaron a los frailes franciscanos del Colegio de San Fernando de M�xico, bajo la direcci�n de fray Jun�pero Serra. Se integraron dos expediciones mar�timas que partieron de San Blas en enero y febrero de 1769, y dos expediciones terrestres formadas en Baja California, las cuales partieron en marzo y mayo del mismo a�o llevando ganado, semillas, instrumentos de trabajo, armas, provisiones, soldados e indios auxiliares. Las cuatro expediciones confluyeron en donde hoy est� la ciudad de San Diego, y que en aquel tiempo fue la misi�n de San Diego de Alcal�, la primera de las fundaciones franciscanas. As� empez� la colonizaci�n de la Alta California el s�bado 16 de julio de 1769. A partir de este punto, la ocupaci�n del territorio avanz� de manera pausada pero sostenida a lo largo de la costa, en una franja que empezaba en San Diego —en su extremo sur— y terminaba en la Bah�a de San Francisco, que fue su l�mite norte. Este territorio, que alcanz� su m�xima extensi�n el a�o 1823, comprend�a 20 misiones, cuatro presidios, tres pueblos y nueve ranchos.

En la primera expedici�n de Portol� iban algunos soldados originarios de la provincia de Sinaloa. Esto no es extra�o, porque el poblamiento de Baja California se inici� con hombres reclutados en la contracosta, desde Sonora hasta El Rosario; de aqu� salieron los soldados del presidio de Loreto y los mineros del Real de Santa Ana, �nica poblaci�n civil que hab�a en la pen�nsula.

Como las autoridades espa�olas hab�an ordenado la colonizaci�n civil, los gobernadores de la Alta California y otros funcionarios reales hicieron diversas campa�as de reclutamiento de voluntarios que desearan poblar las nuevas tierras para trabajar principalmente como agricultores y criadores de ganado. Por razones obvias los reclutamientos se realizaron en las provincias de la gobernaci�n de Sinaloa y Sonora. Se ofrec�a a los colonos el traslado gratuito junto con sus familias, la manutenci�n por cinco a�os, la adjudicaci�n gratuita de tierras para cultivo y para la ganader�a, donaci�n de animales, semillas y aperos de labranza, m�s otras prestaciones. Estos ofrecimientos eran atractivos para muchos colonos de la gobernaci�n, mestizos, mulatos y algunos espa�oles, que se enrolaron en la aventura californiana. De varias de estas campa�as de reclutamiento tenemos suficiente informaci�n.

En el a�o de 1773, el gobernador de las Californias, Fernando Rivera y Moncada, condujo una expedici�n de 51 colonos sinaloenses que se asentaron en las misiones, porque a�n no se iniciaba la fundaci�n de pueblos. En 1774, el capit�n del presidio de Tubac en la Pimer�a Alta, Juan Bautista de Anza, explor� la ruta terrestre para comunicar Tubac con la misi�n de San Gabriel en la Alta California; como la empresa tuviera buen �xito, en 1776 el capit�n realiz� su segundo viaje en el que condujo a 200 pobladores de Sinaloa y Sonora, y con 19 de estas familias se fund� el primer pueblo californiano, San Jos� de Guadalupe; otros colonos del grupo fundaron el pueblo de San Francisco en la bah�a del mismo nombre. En el a�o de 1781 se form� una nueva expedici�n que constaba de 14 familias y 42 soldados, todos ellos de Sinaloa y Sonora, que se asentaron en otros pueblos reci�n fundados.

Antonio Nakayama Arce, el historiador de Sinaloa, estudi� los padrones de los pobladores de los pueblos y presidios de la Alta California y mostr�, con sus nombres y apellidos, qui�nes fueron estos pioneros de la Alta California. En su libro Pioneros sinaloenses en California, publicado por la Universidad Aut�noma de Sinaloa en 1980, don Antonio expuso los resultados de su investigaci�n. Afirma que, en 1790, 80% de la poblaci�n no ind�gena de la Alta California proced�a de Sinaloa, Sonora y Baja California, y que la mitad era sinaloense. Estos pobladores eran originarios, en su mayor parte, de la villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa, pero los hubo tambi�n de San Miguel de Culiac�n, de El Fuerte, de Chametla, de El Rosario, de El Tule, de San Javier de Cabaz�n, de Mazatl�n y de Cosal�.

La historia de la Alta California no es materia de este libro, pero es preciso se�alar que su colonizaci�n se hizo, en general, con recursos y con gente del noroeste y, en particular, con los de las provincias sinaloenses, y es un episodio que no podemos olvidar. Los v�nculos culturales y de sangre entre Sinaloa y la Alta California no se extinguieron, ni siquiera cuando este territorio pas� a ser parte de los Estados Unidos, En los subsecuentes cap�tulos relataremos c�mo la Alta California tuvo importante influencia en la vida de los sinaloenses, y hasta el presente la sigue teniendo.


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