Un gobernador "fuerte" y sus sucesores


En un ambiente de inconformidad y frustraci�n lleg� a su fin el mandato del gobernador Natera. Su sucesor, Leobardo Reynoso Rodr�guez, ex senador e influyente diputado federal en el periodo 1940-1943, asumi� la gubernatura en septiembre de 1944.

El nuevo gobernador manten�a excelentes relaciones con el centro. Su filiaci�n avilacamachista y el capital pol�tico amasado durante su paso por el Congreso federal fueron aprovechados para poner en marcha un ambicioso programa de gobierno.

Asimismo, su influencia pol�tica fue utilizada para asegurar su participaci�n en la selecci�n de los candidatos a ocupar los puestos de elecci�n a nivel estatal y municipal y, sobre todo, para elegir a su sucesor.

En el proceso electoral de 1950, Jos� Minero Roque represent� la continuidad de un proyecto econ�mico que se quer�a modernizador, pero que fue incapaz de aportar soluciones a la situaci�n del campo. Los bajos rendimientos en la producci�n agr�cola y los paup�rrimos ingresos de los campesinos impulsaron, sin �xito, a la oposici�n.

El gobernador Minero Roque (1950-1956) nunca intent� librarse del peso de su relaci�n con Leobardo Reynoso. Su carrera pol�tica se inici� durante el gobierno reynosista y alcanz� su culminaci�n con la nominaci�n a la gubernatura. Su administraci�n careci� de perfil y de relieve.

El siguiente gobernador de la camarilla reynosista fue Francisco Espartaco Garc�a (1956-1962). Dirigente juvenil durante la administraci�n de Leobardo Reynoso, ocup� diversos cargos en el gobierno de Minero Roque. Su gesti�n coincidi� con una severa crisis econ�mica que agrav� la pobreza en que viv�a la gran mayor�a de los zacatecanos, quienes rechazaban cada vez con mayor fuerza las condiciones imperantes en la entidad.

La penuria material se agravaba por una conducci�n pol�tica marcada por el continuismo y la represi�n. Las manifestaciones de inconformidad, particularmente importantes en la coyuntura electoral de 1958-1959, fueron acalladas por medio de la fuerza. Los triunfos reclamados por los pri�stas disidentes del reynosismo —integrantes de la Coalici�n Nacional Revolucionaria (CNR)— nunca fueron reconocidos por el gobierno, lo que desat� hechos de violencia en diversos municipios con un saldo de numerosos muertos y heridos.

A mediados de 1960 los actos y movilizaciones organizados por los sinarquistas de la Uni�n C�vica de Zacatecas culminaron con la aprehensi�n y el encarcelamiento de sus l�deres.

Las protestas en contra de la cerraz�n e intolerancia del gobierno de Garc�a, elevadas directamente ante el presidente Adolfo L�pez Mateos, o publicadas en la prensa nacional, evidenciaron que al margen de las diferencias pol�ticas e ideol�gicas, los zacatecanos consideraban que el momento del cambio hab�a llegado.


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