7. CEREMONIAS DEL CORTE DE PELO

Cuando se hace necesario cortar el pelo, se toman las medidas para aminorar el riesgo que se supone concurre a la operación. El jefe de Namosi en Vití (Fidji) siempre se comía a un hombre, por vía de precaución, cuando tenía que cortarse el pelo; "había un clan que tenía que proveer la víctima y acostumbraban a reunirse en consejo para escogerla de entre ellos. Era una fiesta expiatoria para conjurar el mal para el jefe". Entre los maoríes se pronunciaban muchos conjuros en el corte de pelo; uno, por ejemplo, se refería a la consagración del cuchillo de obsidiana con que se cortaba el pelo; otro se decía para evitar el trueno y el relámpago que se pensaba eran causados por el corte del pelo. "Aquel que se ha cortado el pelo está a cargo inmediato del atua (espíritu); es apartado de todo contacto y trato de su familia y tribu; no se atreverá a tocar sus mismos alimentos, que le serán puestos en la boca por otra persona; durante algunos días no puede volver a sus ocupaciones acostumbradas ni asociarse con sus compañeros." La persona que corta el pelo también queda en estado de tabú; sus manos, que han estado en contacto con una cabeza sagrada, no podrán tocar alimentos ni ser dedicadas a ningún otro empleo; será alimentado por otra persona con comida preparada en el fuego sagrado. Él no puede liberarse del tabú antes del día siguiente, cuando restriegue sus manos con patata o raíz de helecho que ya ha sido cocido en un fuego sagrado; y este alimento se le dará después a la mujer cabeza de familia por línea femenina; cuando ella lo coma, las manos quedarán libres del tabú. En algunas partes de Nueva Zelanda, el día más sagrado del año era el señalado para el corte de pelo; ese día la gente se reunía en gran número de todos los alrededores.