XIII. NO PRESTARSE A LA EXHIBICIÓN

Sea entendido con los entendidos, opaco y vulgar con los opacos y vulgares. No es de entendimiento sutiles el ingenio, el hacerse admirar, el exhibirse brillantemente en un concurso de hombres modestos y sencillos. Dejense las galas del ingenio para cuando con perfecta paridad, de igual a igual, se puede competir en la reuniones y asambleas de los doctos. El pol�tico tendr� que viajar muchas veces por su pa�s, tendr� que ir a los pueblos. No pretenda en estas ocasiones ganar admiraciones y simpat�as deslumbrando. Hable como todos; si acaso, de tarde en tarde, tenga en estas conversaciones vulgares una reflexi�n oportuna, ingeniosa, sutil: estas reflexiones sabias y agudas que se realizan sin ruido, sin pretenciones, entre las palabras vulgares, es lo que Fernando de Rojas llama en el pr�logo de La Celestina "deleitables fontecicas de filosof�a ".

El pol�tico, el artista, el poeta, el cantante, ser�n invitados muchas veces a las fiestas y �gapes, m�s bien que por su persona, para que tal fiesta o comida tenga un aliciente con su ingenio o habilidad. Conozca el artista o pol�tico cu�ndo sucede esto; en tal caso sea cauto, y ya que le han hecho ir de la misma manera que se llevan plantas o tapices, sea tan vulgar como todos, es decir, no d� muestras de su ingenio, ni use de su estro, ni, si es posible, cante o ta�a, como esperaba el que le invit�.

 

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