El Pol�tico


I. HA DE TENER FORTALEZA

La primera condici�n de un hombre de Estado es la fortaleza. Su cuerpo ha ser sano y fuerte. El tr�fago de los negocios p�blicos requiere ir de un lado para otro, recibir gente, conversar con unos y con otros, leer cartas, contestarlas, hablar en p�blico, pensar en los negocios del Gobierno.Y sobre todo esto, se requiere una naturaleza muy firme, muy segura, para no dejarse aplanar en aquellos momentos cr�ticos de amargura, en que nuestros planes y esperanzas se frustran.

Sea el pol�tico ma�anero; acu�stese temprano. Tenga algo en su persona de labriego; este contraste entre la simplicidad, la tosquedad de sus costumbres y la sutilidad del pensamiento servir� para realzarle. Ha de comer poco tambi�n; sea frugal; tenga presente que no es el mucho comer lo que aprovecha, sino el bien digerir. En sus comidas tome espacio y sosisego; coma lentamente, como si no tuviera prisa por nada.

Para estar sano y conservar la fortaleza ha de amar el campo; siempre que pueda húrtese a los ciudadanos de la Corte o del Gobierno, y vaya a airearse a la campiña. Ame las montañas; suba a ellas; contemple desde arriba los vastos panoramas del campo. Mézclese en la vida menuda de los labriegos y aprenda en ella las necesidades, dolores y ansias de la nación toda.

 

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