XXXV. LOS VALORES NACIENTES

No caiga el pol�tico en un yerro que ser�a imperdonable. Consiste en no adivinar entre la turba amorfa de escritores incipientes y de oradores tempranos aquellos ingenios que por su talento y energ�a est�n llamados a encumbrarse. Sepa distinguir el pol�tico los valores nacientes, positivos, en el revuelto y confuso fermentar y germinar de las gentes nuevas.

Un hombre vulgar, obtuso, podr� equivocarse en no ver cu�les valores, entre los nacientes, poseen positivo valor y cu�les no; a un observador agudo y experimentado le sera f�cil conjeturarlo. Atr�igase el pol�tico a los valores nacientes. La gracia de las gentes se logra con las plumas. Tal escritor novicio, que ahora escribe en un peri�dico ignorado y que no es nada, puede ser, andando los a�os, un polemista temible. Granj�ese la voluntad de los nuevos el pol�tico. Sea generoso y liberal con los que ma�ana, dentro de poco, han de constituir una fuerza. Los escritores ya formados y sancionados acaso comienza a declinar; aunque conserven la misma fuerza, la misma savia, la novedad que encanta la han perdido. Los escritores nuevos quiz� no tengan la autoridad de los veteranos, pero seducen y desconciertan por lo ins�lito e imprevisto. Los valores sancionados pueden costar algo; los valores nacientes se adquieren por bien poco.

No los desde�e nunca el pol�tico. "Empe�arse con novedades de bizarr�a" es una de las m�ximas de Graci�n. Ame las bizarr�as y los que las realizan el pol�tico. La opini�n y la muchedumbre van irresistiblemente hacia lo nuevo. La bizarr�a es una fuerza que atrae y hechiza a todos.

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