Luis Gonz�lez llama "generaci�n revolucionaria" a la de los nacidos entre 1875 y 1890. Esta generaci�n est� precedida por la "azul", integrada por quienes vieron la luz entre 1860 y 1864, y despu�s de ella sigue la de los "cachorros de la Revoluci�n",6es decir, la de aquellos que nacieron entre 1891 y 1905.
La actuaci�n generacional es distinta en la historia. Su elemento formativo var�a, pues mientras los miembros de la "generaci�n azul" todav�a alcanzan una educaci�n positivista vigorosa, los "de la revoluci�n" asisten a una Escuela Nacional Preparatoria en decadencia.7 Despu�s de su formaci�n, las expectativas de actuaci�n son distintas, de ah� la diferencia entre las generaciones. Si bien quienes nacen en los a�os fronterizos tienden a confundirse, acaban por ubicarse en donde les corresponde, con sus elementos definitorios propios.
As�, a la "generaci�n revolucionaria" pertenecen los protagonistas fundamentales de la Revoluci�n Mexicana, entre ellos , cabe citar a Zapata y a Obreg�n, ya que Carranza queda lejos. El Ateneo es b�sicamente una expresi�n de la "generaci�n revolucionaria". De 64 atene�stas identificados, 57 nacieron en los a�os correspondientes a esa generaci�n. Si se hace un promedio, resulta interesante observar que una tercera parte de los atene�stas naci� entre 1882 y 1884, o sea, en los a�os intermedios del periodo. En esa tercera parte se encuentran Vasconcelos, Henr�quez Ure�a y Antonio Caso, tres de sus representantes m�s destacados.
La excepci�n de atene�stas de la "generaci�n azul" est� integrada por personajes muy ilustres: el decano resulta ser Luis G. Urbina (1864), y le siguen Jes�s Urueta (1867), Marcelino D�valos y Enrique Gonz�lez Mart�nez (ambos de 1871), Mar�a Enriqueta (1872) y Rafael L�pez (1873). Hay un antene�sta de 1891: Enrique Jim�nez Dom�nguez.
Existen muchos criterios para definir a una generaci�n, m�s precisos cuanto m�s hagan referencia a una actividad definida. Si se caracteriza a los atene�stas como espiritualistas, frente al positivismo que combaten algunos, la alusi�n es filos�fica; si se toma el tel�n de fondo modernista, la lieteratura y en concreto la poes�a es el criterio gu�a. La nomenclatura de Luis Gonz�lez se refiere no tanto a poetas y pensadores, sino a ellos y los dem�s nacidos entonces y que circunscriben su actuaci�n a un hecho hist�rico mayor: la Revoluci�n Mexicana. Los atene�stas coinciden con los revolucionarios, digamos, con personajes como Francisco Murg�a, Ricardo Flores Mag�n, Manuel M. Di�guez o Benjam�n Hill, es decir, con aquellos que destruyeron el orden precedente, aunque no acabaran por construir uno nuevo sin recibir la colaboraci�n de los "cachorros" ni la orientaci�n de los "azules".
La revisi�n generacional incluye cotejos como el que se puede hacer entre el significado de haberse levantado contra el caudillaje de don Porfirio, del pensamiento spenceriano o del enga�oso plumaje del cisne. Pero la revisi�n ser�a incompleta si se creyera que todos dirigen sus pasos por la misma vereda. Si bien hay quienes van contra la Revoluci�n, ello no quiere decir que sean exactamente restauracionistas. La coincidencia es mayor si se encuentra que, como generaci�n de ruptura, no llega a ser demasiado radical o tan radical como la de quienes vinieron despu�s.
El punto fundamental de coincidencia habr�a de encontrarse en lo que adjetiva al Ateneo en su origen: la juventud. Cuando se reunieron, todav�a menores de 30 a�os los que estaban en el promedio, eran individuos que se identificaron por la lectura, por su af�n de conocer y de hacer part�cipe a la comunidad del valor de los libros. Fueron gente que en sus a�os estudiantiles dej� el destrampe juvenil por la lectura. Todo lo que hicieron de mayor significaci�n tiene en el libro el eje de sus preocupaciones, si se except�a a los cuatro pintores y a los tres concertistas, quienes empero, no fueron ajenos a la palabra impresa.
La lectura llev� a los del Ateneo a la creaci�n y a la pol�tica. No s�lo ense�aron y divulgaron, sino que tambi�n se expresaron en obra escrita y en el �gora revolucionaria.