La expedici�n a M�xico

...and Olid the good
fighter: his face coarse:
his teeth clean as a
dog�s: the lip wrinkled...


ARCHIBALD MACCLEISH

Hechos todos los preparativos de la expedici�n, vencidos los escr�pulos y sospechas de Vel�zquez —que a �ltima hora tem�a una traici�n de Cort�s—, los diez nav�os salieron de Santiago de Cuba el 18 de noviembre de 1518, y dieron vuelta hacia el Norte. En la Villa de Trinidad les estaban esperando, ansiosos para incorpor�rseles, los m�s intr�pidos j�venes de la isla, entre ellos los cinco hermanos Alvarado y otros que sab�an montar bien a caballo, como el ap�stol Santiago, uno de ellos Olid "el muy esforzado" (10,I:110). Olid, como vecino de la Trinidad era uno de los que "ten�an sus estancias de pan cazabe y manadas de puercos, cerca de aquella villa, y cada uno procur� de poner al m�s bastimento que pudo" (10,I:111).

Al pasar por La Habana, ya listos el ma�z y la yerba seca para los caballos, se fueron a bordo con �stos, siendo el de Olid uno "casta�o oscuro, harto bueno" (10,I:117). Y cuando a los pocos d�as Vel�zquez envi� a La Habana �rdenes para impedir la marcha de la expedici�n, tuvieron que echarse las cartas para saber por qui�n se decid�an, si por Vel�zquez o por Cort�s, y Olid fue uno de los que, sin reticencias, 1[Nota1]se puso de parte del segundo (10, I: 119), que ya iba --a pesar de sus coqueteos epistolares-- en franca ruptura con el gobernador. 2[Nota2]El diez de febrero de 1519, despu�s de haber o�do misa, los nueve barcos se hicier�n a la mar por la banda del sur, con rumbo al cabo de San Ant�n; viraron hac�a Cozumel, y bien provisto de cazaba, vino y alegr�a, Olid iba al mando de uno de los barcos y de una de las once compa��as en que se dividi� el ej�rcito. Recibi� de Cort�s, como los otros pilotos, las instrucciones "por d�nde se hab�an de regir y lo que habr�an de hacer, y de noche las se�as de las farolas" (10,I:128).

Ser�a largo de contar todo lo que ocurri� hasta que el 4 de marzo abandonaron Cozumel, entre las hostilidades de un vendaval deshecho. "Y yendo navegando con buen tiempo, revuelve un viento, ya que quer�a anochecer, tan recio y contrario, que hech� cada nav�o por su parte con harto riesgo de dar en tierra, y quiso Dios que a media noche afloj�, y que desde que amaneci� luego se volvieron a juntar todos los nav�os" (10,I: 133). Estaban frente a la desembocadura del Grijalva el 12 de marzo y all� pusieron a prueba su serenidad para sortear las acechanzas de las flechas, y qui�n m�s bizarramente las desafiaba era Olid, como lo demostr� al ser uno de los trece caballeros que capitaneaba Cort�s en el combate de Centla (10, I: 142). Iban con pretales de cascabeles los caballos y Olid mov�a su lanza, airosamente, a lo largo de una llanura pantanosa. Otros de los trece era nada m�s y nada menos que el conquistador de Guatemala, otro el que ser�a adelantado de Yucat�n, y hasta Ortiz demostr� que no es cierto que los m�sicos sean malos jinetes. De prontro, entre los ayes de los heridos y la alharaca de los tambores y las trompetillas de los indios, apareci� repartiendo mandobles el ap�stol Santiago. Desde aqu�l d�a Crist�bal de Olid sinti� que --parodiando el verso de Zorrilla-- Am�rica se iba ensanchando al paso de su corcel; y sus ojos comenzar�n a fijarse, deslumbrados, en las suaves piedras azules que los caciques entregaban como prendas de paz.

Oreada la sangre que hab�a corrido en Centla y alzada sobre el altar la imagen de la virgen mar�a --era Domingo de Ramos en el pueblo de Santa Mar�a de la Victoria--, los expedicionarios tomaron tregua y entre las cosas gratas que Olid sabore� iban pavos, pescados y frutas, 3[Nota3]con los que poco a poco fue tomando posesi�n de la tierra y cambiando su estilo de vida. Siguieron hacia el norte, a lo largo del litoral, y de repente se les aparecieron en lontananza, la isla blanca y la isla verde, y fue entonces cuando vibraron los primeros versos bajo el cielo de An�huac:


Cata Francia Montesinos,
Cata Par�s la ciudad,
Cata las aguas del Duero
Do van a dar a la mar.

Y yo digo
Mirad bien las tierras ricas
y sabeos gobernar.

Cort�s haciendo gala de su ingenio, contest� el desaf�o:


Denos Dios ventura en armas
como el palad�n Rold�n.

* Frente a Veracruz
* La campa�a del valle de M�xico
Portada �ndice Anterior Siguiente