A fines de 1827 el gobierno nacional promulgó las leyes para la organización de las milicias de los estados, las cuales quedaron bajo el mando de los gobernadores, mientras que las legislaturas estatales se responsabilizaron de organizar las que juzgaran necesarias para la protección de los habitantes, la defensa de la independencia y el sistema federal.
En Zacatecas, la legislatura promulgó el nuevo reglamento de milicias en julio de 1828. Al principio fue difícil su organización por la renuencia de los habitantes a cumplir con el servicio y la falta de equipamiento. Aunque entre 1825 y 1827 la entidad disfrutó de tranquilidad, sólo alterada por incidentes esporádicos en la capital, en Mazapil, Sombrerete y Vetagrande, donde los trabajadores de las minas se amotinaron, a fines de 1828 y principios del siguiente año acontecimientos internos y externos mantuvieron en estado de alerta al gobierno local. En consecuencia, el gobernador García Salinas tuvo que canalizar mayores recursos a la profesionalización de las milicias, hasta colocarlas entre las mejor equipadas y disciplinadas.