VI. CONCLUSIONES

RESULTA poco decir que la cocina conforma una realidad cotidiana como la qu�mica, pues lo mismo podr�a afirmarse de la especulaci�n, la mediocridad y, para muchos, el aburrimiento.

Hay mucho m�s que decir de ambas: son actividades que emplean intuici�n, imaginaci�n y creatividad; se apoyan en el trabajo y los hallazgos de los que nos precedieron (sean las recetas de la abuela o la teor�a de Arrhenius) con el objetivo compartido de hacer m�s agradable la existencia.

La transformaci�n de las sustancias, sea de petr�leo a "Tefl�n", sea de trigo a lasagna, no es labor de una persona. Para ello se suman las intuiciones geniales de inventores an�nimos y el trabajo oculto de personas desconocidas que, a final de cuentas, llevan placer al lector-comensal. La persona depende del trabajo y logros de sus semejantes tanto en sus valores y su ideolog�a como en los cotidianos placeres de la comida y la bebida.

Originalmente el �cido tart�rico se obtiene del jugo de uva. En el corcho de las botellas de vino suelen formarse cristales de �cido tart�rico

Ciertamente, lo ordinario y lo trivial tienen la importancia que les da su ubicuidad y omnipresencia; pero en el caso de la cocina (y de la qu�mica) se encuentra tambi�n el relieve incuestionable de una vida m�s grata.

�Salud... y buen provecho!

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