En este periodo(1877-1909) volvemos a tener informaci�n estad�stica confiable, pues disponemos ya de censos modernos levantados conforme a las mejores t�cnicas de ese tiempo. El primer informe fue publicado por Alfonso Luis Velasco en 1889, y en ocaciones se le cita como "Censo de Ca�edo". En 1895 se levant� el primer censo nacional de poblaci�n, en 1900 el segundo y en 1910 el tercero, gracias a los trabajos de Antonio Pe�afiel. El cuadro X.1 contiene la informaci�n de los censos de 1900 y 1910.
En los datos del cuadro X.1 podemos ver que entre 1900 y 1910 la poblaci�n del estado de Sinaloa aument� 10.9%, cifra ligeramente inferior al crecimiento promedio nacional, que fue del 11.4%, en el mismo periodo. Tambi�n se observa que el incremento se dio principalmente en los distritos de Culiac�n, Mazatl�n y El Fuerte, que fueron tambi�n los que alcanzaron mayor desarrollo econ�mico. Este crecimiento contrasta con el escaso aumento de la poblaci�n en Cosal� y San Ignacio, distritos que quedaron marginados del desarrollo porfiriano, a pesar de que hab�an sido muy importantes durante la �poca colonial y la primera mitad del siglo XIX
Los censos tambi�n ofrecen informaci�n sobre la ocupaci�n, dato que nos permite observar algunas caracter�sticas de la estructura de la sociedad sinaloense. El cuadro X.2 resume los datos proporcionados por el censo de 1900.
Los datos del cuadro X.2 indican que la sociedad sinaloense de 1900 era preponderantemente, rural porque la mitad de las personas con ocupaci�n remunerada estaban en el campo, pero tambi�n se observa que de cada 10 personas que trabajaban en el campo, siete eran peones, es decir, individuos que s�lo dispon�an de sus brazos para sobrevivir. Las cifras tambi�n indican que la miner�a, actividad econ�mica de tanta importancia, ofrec�a pocos empleos directos; el n�mero de trabajadores industriales era m�nimo y relativamente grande el de servidores dom�sticos, cuyo trabajo implicaba una relaci�n de servidumbre con el patr�n.
UADRO X.2.
Personas ocupadas en el estado
de Sinaloa, por categor�a ocupacional, seg�n el censo de 1900.Si de las categor�as ocupacionales del cuadro anterior seleccionamos las de escaso prestigio social y bajos ingresos, como peones, trabajadores mineros, obreros industriales y de la construcci�n, dependientes, servidores dom�sticos y no dom�sticos, pescadores y de ocupaci�n desconocida, tenemos que en conjunto formaban 69% de la poblaci�n ocupada. Esto significa que en la sociedad sinaloense de 1900 el grupo social bajo era muy amplio, que de cada 10 sinaloenses ocupados, siete pertenec�an al grupo de los despose�dos.
La mayor parte de la poblaci�n estaba compuesta por los trabajadores y sus familias, a quienes benefici� muy poco el crecimiento econ�mico de la regi�n. Los peones de las haciendas percib�an un salario de 25 centavos diarios, m�s una raci�n familiar de ma�z y frijol, por jornadas de 12 horas de trabajo; los hacendados a�n recurr�an al endeudamiento de los peones para mantenerlos arraigados. Las empresas modernas, como Sinaloa Sugar Company, en el valle del Fuerte, ofrec�an un jornal de 75 centavos en moneda de curso corriente, por ocho o 10 horas de trabajo, relaci�n laboral que tend�a a ser propiamente salarial. Los trabajadores mineros llegaban a ganar un peso diario por exhaustivas jornadas en labores pesadas, peligrosas e insalubres. Los trabajadores de las empresas ferroviarias recib�an 75 centavos diarios por el desempe�o de las labores ordinarias y m�s pesadas.
Tambi�n tenemos informaci�n sobre el precio de algunos alimentos en Sinaloa durante la era de Ca�edo. El precio del ma�z fluctuaba entre cuatro y siete centavos el kilogramo, en tiempos normales; el trigo se compraba entre tres y seis centavos el kilogramo, y el frijol entre 15 y 20 centavos. Si comparamos estos precios con los salarios de los trabajadores, es evidente que los salarios eran muy bajos y que dif�cilmente alcanzaban para pagar el sustento m�nimo de una familia. Estos datos dibujan una sociedad con grandes desequilibrios en la distribuci�n de los beneficios econ�micos, en la que la remuneraci�n del trabajo s�lo permit�a condiciones de vida precarias, sin perspectiva de mejoramiento alguno.