QUIENES EN EL ÁMBITO NACIONAL se han ocupado de estudiar los grupos
indígenas prehispánicos que habitaron nuestro país, apenas si dedican escasas
y vagas referencias a los de la región noreste, donde se halla Nuevo León. "En
términos de historia cultural indígena, el noreste de México es una de las áreas
menos conocidas del Nuevo Mundo", asienta el arqueólogo Jeremiah F. Epstein:
[...] existiendo en el centro y sur de México ruinas espectaculares, era natural que se prestara toda la atención a ellas y quedara olvidada esta comarca de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas que, con el sur de Texas forman una unidad y es lo que podríamos considerar como el verdadero núcleo de lo que los etnólogos llamamos "Aridamérica" o "Norteamérica desértica", es decir, el área de los nómadas, por contraste con "Mesoamérica", que era el área de los sedentarios.
En lo que respecta a la distribución de estos grupos, con base en la clasificación lingüística, los especialistas no han logrado unificar su criterio. En tanto que unos los incluyen en la familia athapascana, algunos en la hokana y otros en la del complicado nombre de macro-yuma, subgrupo coahuilteco-karankawa, predominan aquellos que simplemente los sitúan en la familia tamaulipeca. Estos últimos siguen al historiador Manuel Orozco y Berra quien en 1864 ideó esta clasificación, obedeciendo sólo al nombre moderno de la región y no al hecho de que hubiese familia indígena alguna de este nombre. Los primeros colonizadores hicieron, por su parte, clasificaciones convencionales, subdividiéndolos conforme a los tatuajes, llamándolos: borrados, rayados, pelones, barretados, o con otras denominaciones parecidas.